Masacres familiares: tratamientos psiquiátricos abandonados y posterior tragedia
El caso de Fernando Dellarciprete y su familia trae a la memoria otro caso que, semanas atrás, conmovió al país desde un barrio de CABA
La tragedia de los Dellarciprete trajo inevitablemente a la memoria la historia de otra masacre que, semanas atrás, también conmovió al país tras la muerte de una familia en el barrio porteño de Villa Crespo.
En las primeras horas de la tarde del miércoles 21 de mayo, el 911 recibió un alerta proveniente de un departamento en el 6A de un edificio ubicado en la intersección de las calles Aguirre y Julián Alvarez, en CABA.
Cuando los policías llegaron al lugar, se entrevistaron con la empleada doméstica que va al departamento de los Seltzer y escucharon una versión del horror: cuando ella entró, encontró a uno de los hijos del matrimonio recostado sobre un charco de sangre en el suelo, cerca de la puerta de ingreso al departamento“, ampliaron las fuentes del caso a este medio.
Ante esto, los policías verificaron el departamento y hallaron a los otros tres integrantes de la familia fallecidos en “diferentes ambientes de la propiedad”: la mujer estaba en el baño, el hombre en un cuarto y el otro hijo en su habitación.
Todos presentaban manchas de sangre y no respondían a los llamados de los agentes. Cuando llegó el personal del SAME, se constató que estaban muertos.
Según pudieron reconstruir los peritos, cerca de las 6 de ese miércoles, Laura Leguizamón mató a Adrián Seltzer, su marido, en el dormitorio matrimonial, mientras dormía. Tenía heridas en el pecho. Investigan si había tomado un tranquilizante porque no se movió de su lugar. La ausencia de manchas de sangre indicaban que no se habría bajado de la cama.
Luego, fue a la habitación de los chicos, que también dormían en cuchetas. Uno de ellos, (Ian) corrió herido. “Lo remató en el comedor”, señalaron las fuentes. Presentaba heridas de arma blanca en el pecho y en la espalda.
Ivo también intentó escapar. Lo mató en el pasillo. Presentaba numerosas heridas cortantes en la espalda y pecho y, al igual que su hermano, tenía lesiones de defensa en manos y brazos.
Posteriormente, al igual que en el hecho de Tres Arroyos, se determinó que la mujer estaba sometida a un tratamiento psiquiátrico que, en este caso, había abandonado.
Del estudio posterior de la masacre de Villa Crespo, se determinó que la mujer había sufrido un brote psicótico (dejó una carta con claros indicios de salud mental dañada). A partir de hoy, y a la luz de las coincidiencias entre ambos casos, la Justicia de Tres Arroyos tratará de revelar las posibilidades de estar frente a una tragedia producto de una severa desestabilización emocional capaz de arrojar las peores consecuencias al margen de los sentimientos que puedan unir a sus actores.