Un oficio y un espacio para hacer una pausa al costado de la ruta
A metros de la Ruta ·, Sergio islas, tiene un emprendimiento alfarero que le permite generar una clientela fija en la ciudad y otra que permanentemente se renueva
Sobre el kilómetro 451 de la Ruta Nacional N° 3, Sergio Islas, se ganó un espacio que tiene nombre propio y una clientela tan fiel como elástica, en El Alfarero.
“La idea de venir a este lugar surge en función de que la mercadería que trabajo no es de primera necesidad, y también porque quería ampliar el público que lleguen también los que pasan sobre la ruta, además de los clientes de la ciudad”, le contó a La Voz del Pueblo.
Sobre el trazado nacional encontró un espacio abierto, parquizado y agradable para trabajar. Es precisamente donde instaló su taller, en un lugar que “me permite conocer gente que de otra manera no conocería”.
Por ejemplo al Alfarero llegan clientes de otras ciudades, son personas de también tienen locales de venta a quienes ahora les fabrica los productos.
“La ruta tiene su diversidad y los clientes no vuelven tan de corrido como lo hacen los locales; “pero tengo compradores que año a año pasan o recorren la ruta un par de veces. Normalmente llegan hasta acá, fundamentalmente aquel que le gusta la mercadería, vuelve”, sostuvo.
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Entre quienes visitan su espacio no falta la clientela que él llama “de la ruta”, son aquellas personas que esporádicamente se ven por el lugar y que lo han convertido en un lugar de parada para familias que llegan y observan toda la variedad de los artículos que tiene para ofrecer.
“Tengo clientes de la ciudad, si bien sé que no les queda muy cómodo, pero siempre llegan a comprar. Y lo que vendo en este momento es solamente cerámica, hay unos trecientos modelos de artículos diferentes y tengo una línea de macetería, algo que no lo había trabajado nunca y acá se comenzó a pedir. También tengo otras líneas de cazuelas para cocina y mantengo la de decoración que es la más reconocida”, precisó.
Sergió contó también que en un momento agregó otros productos que no resultaron en un movimiento de mercadería que se justifique. “Eran chacinados, dulces y artículos regionales pero sucedieron cosas, y encima la pandemia. Sabemos que los productos perecederos necesitan mucho movimiento”, explicó.
Finalmente agradeció a las personas que se acercan al local. “Necesitan cosas que en el momento no tengo y tienen la paciencia de esperar que logre hacerlas, hornearlas y entregarlas. Eso es importante para uno que trabaja solo”, confió.
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