Triste: tiene 12 años y le robaron las zapatillas que se compró trabajando
Por Enrique Mendiberri
El joven basquetbolista claromequense Thomas Wilson, hijo del reconocido músico y ex delegado de esa localidad, Billy Wilson, no llegó a disfrutar de las zapatillas que se había comprado con tanto sacrificio trabajando en verano junto a su familia. En un descuido, a pocas horas de haber llegado a sus manos el paquete adquirido on line, un desconocido que pasó por el negocio de su familia y, donde se desempeñó durante 15 días para comprárselas, aprovechó un descuido suyo y se las llevó de arriba de la mesa donde habían quedado un instante.
“Ahora estoy mejor, pero me sentía mal porque me encantaban una banda las zapatillas y me las quitaron. Ni siquiera pude usarlas en la cancha”, recordó el adolescente damnificado en diálogo con su madre y LA VOZ DEL PUEBLO, después que la mujer comparta su triste momento en redes sociales.
“Hace un mes dijo que quería zapatillas de nuevo y yo le dije que no, porque se había comprado zapas en octubre. En esa oportunidad, también hizo lo mismo. La abuela tenía que transportar un montón de piedras que le habían quedado de una obra y él le dijo que lo hacía. Le transportó todas las piedras y, con una plata que tenía ahorrada, se compró un par de zapatillas. Cuando ahora me pide a mí, le digo que no, porque ya tenía. Entonces me dice ‘¿puedo trabajar y me pagás?’”, recordó Macarena Hiriart al hacer referencia al nacimiento del sacrificio hecho por su hijo para poder satisfacer su deseo, “hace como 13 días que estoy trabajando para comprármelas”, agregó él.
Después de remarcarle todas las responsabilidades a las que debía hacer frente (horarios y obligaciones) en la Churroteca, el negocio de sus padres en Claromecó, aceptó.
Cuando la chica que trabajaba junto a su madre en el emprendimiento familiar dejó de hacerlo, empezó él. Y lo hizo tan bien, que en pocos días, recibió el reconocimiento de sus clientes, “hace unos días se fue con su papá a San Cayetano, y la gente que venía me preguntaba ‘¿Dónde está el cajero?’ La gente se sorprendió, porque Thomas, con 12 años, te atendía, te cobraba, te cobraba con tarjeta, con QR, lo que sea. Iba y trabajaba”, recordó orgullosa su madre.
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“No sé qué pasó”
Así, Thomas logró comprarse las zapatillas que quería. Unas Nike que le costaron 156.000 pesos y llegaron el jueves a Claromecó.
“Después de retirarlas fuimos a la Churroteca y mi mamá quiso mostrarle las zapatillas a unas amigas. Le pregunté (a su madre) ¿qué hacían las zapatillas afuera? Y me quedé ahí con las zapatillas. En un momento entré y no sé qué pasó”. Había dejado la caja con las zapatillas en una mesa.
Alrededor de las 16, un desconocido pasó y se las llevó, “alguien me comentó ‘se las dejaron servida’. Pero no, si yo paso por afuera de un negocio y encuentro un par de zapatillas, no me las llevo. No cualquiera lo hace. Tenés que tener un coraje. Porque podés estar llevándotelas y puedo salir yo. Uno no está acostumbrado a que acá en Claromecó pasen estas cosas”, explicó Macarena.
El hecho sufrido por Thomas termina siendo su primera y lamentable experiencia con la inseguridad, “acá no pasa mucho. Tampoco le presté tanta atención porque estaba con el teléfono”, recordó él.
Ahora, solo queda la posibilidad de localizar al autor del hurto observando las cámaras de seguridad, labor que se encuentra en manos de la policía, “hay algunas cámaras que ya vio la policía”, dijo Macarena, antes de referirse a las emociones que pasan por su corazón tras el hecho, “impotencia y bronca. Porque no es que Tomi va a dejar de jugar al básquet. Pero he escuchado tantas veces que sus amigos lo llamaron para ir a la playa y él les diga que no, ‘yo puedo a partir de las 4’, decía él. Lo que me da bronca es que su esfuerzo se haya esfumado de esta manera. Tres horas le duraron”, dijo y agregó, “tenía una alegría que, apenas se las probó y no las usó para poder usarlas en la cancha. Igualmente, yo estoy orgullosa de lo que trabajó y lo que me ha ayudado”.
Injusticia
Después de indicar que “él está triste y enojado por la situación. Sobre todo porque no estamos acostumbrados a que pase esto”, su madre recordó que, él mismo, vivió una experiencia similar días atrás, pero del otro lado y con un resultado diferente.
Días pasados Thomas pasó por un comercio de acá y, en una mesita, había una mochila colgada en un cartel. Así, entró al negocio para avisar que la mochila estaba ahí (corriendo peligro) “y me dijeron ‘gracias’. Después llegó el dueño de la mochila, le agradeció (el gesto) al dueño del negocio, pero este le dijo, ‘agradecele al chico que está ahí afuera’. Vino y me agradeció a mí”, recordó resignado, sin ni siquiera pensar en la Justicia del destino, la que no tiene lógica, pero a veces le devuelve con otro gesto las cosas a sus damnificados, “yo tengo la ilusión de que, por ahí, alguien las haya tirado en algún lado y nos avisen que las encontraron”, dijo su mamá en el cierre sin perder la esperanza.