Tiago volvió a casa: “Cuando supe que era tanta plata, tuve miedo, pero trataba de no pensar”
Tras la cirugía de columna a la que debió ser sometido a raíz de las lesiones sufridas en un accidente tránsito hace dos semanas, el joven dorreguense agradeció a quienes hicieron posible la costosa intervención quirúrgica que le permitió volver a caminar
Por Enrique Mendiberri
Pasaron menos de dos semanas entre la mañana del domingo 17 de agosto, cuando Tiago Joaquín Ullmann Soria chocó en su moto contra una camioneta en la intersección de San Martín y Azcuénaga, sus horas de incertidumbre acerca de si volvería a caminar, y su regreso convaleciente a casa.
A raíz del impacto, sufrió el aplastamiento de la tercera vértebra y los médicos en Bahía Blanca le dijeron que debía ser intervenido quirúrgicamente. Un proceso que tenía un valor económico de cinco millones de pesos, una cifra muy alta para la familia de trabajadores dorreguenses que estaba dando sus primeros pasos como vecinos de Tres Arroyos.
Ayer por la mañana recibieron a LA VOZ DEL PUEBLO en su departamento para compartir la buena noticia con todos los que ayudaron y agradecerles.
Sentado con cuidado a la mesa del comedor y mientras Franco Colapinto competía en Canadá a través de la pantalla de su televisor, Tiago habló con el diario y recordó esos días tan duros en la cama del hospital sin saber qué sería de su futuro. “Siempre supe la verdad de lo que me pasaba. Tuve un poco de miedo, por la cantidad de plata que era. Trataba de no pensar mucho en eso”.
Ahora, cuando mira hacia atrás, ve a la gente que lo ayudó, “pensé que no me iban a ayudar porque no me conocían. Me decían que me ayudaron de Chile y Colombia, algo que yo no me imaginaba. Ahora les diría muchas gracias por ayudarme”.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2025/09/sonriente.jpg)
Dolor de padres
Sebastián tiene 44 años y es el padre deTiago. Es un soldador que, en 2020, debió cerrar su emprendimiento en Coronel Dorrego a raíz de la pandemia y vender todo lo que tenía para sobrevivir, “es muy difícil emprender algo. Tuve que vender todo y, hablando con mi señora, se me ocurrió venir a vivir a Tres Arroyos. Al segunda día que vine a buscar, ya tenía trabajo”.
Consiguió un lugar en la firma Eveleens y, después de un tiempo, “me fuí para la Atómica, donde encontré gente extraordinaria. Ahora estamos en ese proceso, de afianzarnos un poco más”, recordó agradecido, “vendí hasta un destornillador, me quedé sin nada”, mencionó acerca de esos tiempos difíciles que quieren dejar atrás de manera definitiva.
El unido grupo familiar se completa con Vanesa, la mamá que es portera de colegios y se acaba de inscribir para entrar en uno de Tres Arroyos, y Tais, la hermana mayor (21), quien estudia abogacía a distancia en la UNS.
Como el hallazgo de trabajo y la fijación de una meta en nuestra ciudad terminó siendo el incentivo de vida, el accidente de Tiago fue su primera experiencia negativa en Tres Arroyos, donde tanto costó afincarse, “hace nueve meses que yo estuve solo en Tres Arroyos y, en cuanto podía me iba a verlos a Coronel Dorrego”.
“Pero en el último año que estuve en Tres Arroyos logré cosas en materia laboral y económica que no logré en Dorrego en 20 años”, comenta a modo de ejemplo.
Así, cuando ocurrió el accidente de su hijo, llegaron los días más difíciles para la familia, “fueron días de no comer, no dormir, llorar, temblar. Cuando (a Tiago) le hacen el estudio en Tres Arroyos muestran que la vértebra estaba quebrada y desplazada. Cuando se lo hacen en Bahía Blanca, con mayor tecnología, muestran que estaba aplastada. Después, desde ahí, se llevaron a Tiago de vuelta a Tres Arroyos en ambulancia y con mi señora fuimos a una cochera llorando a buscar el auto. Si hubiéramos tenido el dinero, lo operaban ahí nomás”.
El camino de vuelta se transformó en un calvario y en un sendero hacia lo desconocido, “no me olvido más, en la plaza Rivadavia (de Bahía Blanca) los dos llorando. Pero en un momento la miré a mi señora y le dije ‘vos quédate tranquila que la plata la vamos a conseguir. Voy a mover cielo y tierra para hacerlo. Cuando ella salió de verlo en su habitación del hospital, le dije ‘acabo de hacer esto’. Era la campaña para juntar fondos. Puse el alias y, enseguida, empezó a entrar plata de todos lados”
En ese día de maratón recaudatoria, donde no faltaron los estafadores, “hubo gente que modificó el alias para quedarse con donaciones”, ni los de corazón generoso que perduran hasta hoy, “hasta hace tres días nos hicieron un depósito de 15.000 pesos”, dice Sebastián preocupado para que finalmente todos se enteren que la necesidad terminó y “hoy sólo queda agradecer a todos lo que lo hicieron posible, como la enorme labor del Hospital Pirovano”.
La moto
Tiago terminó el secundario en el colegio Manuel Belgrano de Coronel Dorrego, pero el resto de los años los había hecho en la Escuela Técnica.
En el verano pasado, hizo la temporada en Monte Hermoso como mozo y se compró la moto, “sabía andar en moto, pero nunca había tenido una. Acá en Tres Arroyos también conseguí trabajo a poco de llegar y la usaba para ir al trabajo. El día que pasó eso (por el accidente) era domingo, pero yo iba a comprar ropa a un lugar que sabía que estaba abierto”, recordó al referirse a los momentos previos a la colisión.
Ahora, mientras afronta un año de convalecencia, a Tiago le sigue costando dejarla (a la moto), “ellos (por sus padres) me dicen que no vuelva a usarla, pero a mí más adelante me gustaría volver a manejar. Culpa mía no fue esto que pasó, yo no iba a haciendo willy o cosas así”, dice tratando de justificar su inocencia con el hecho que lo llevó a esa situación, acerca de la cual, ahora reflexiona sobre qué haría si ve a alguien pasando por lo mismo, “lo ayudaría”, asegura antes de reconocer que, cuando pueda moverse con normalidad, no descarta volver a jugar al fútbol como lo hacía en San Martín de Coronel Dorrego, “me dicen que en un año voy a poder volver a jugar al fútbol. Me gustaría hacerlo en Olimpo, pero veremos”, cierra antes de volver al reposo prescripto por los médicos. La aventura había terminado.