Sol agradece los “gestos hermosos” y espera por el trasplante de médula ósea
Recibió el diagnóstico de leucemia el 24 de noviembre pasado en el Hospital Penna de Bahía Blanca. Ya finalizó la quimioterapia, le realizan controles todas las semanas y se encuentra bien. Todavía no se definió la fecha del trasplante, que tendrá lugar en El Cruce
Por Alejandro Vis
La vida cambió para Sol Bornatici en noviembre de 2023. Un creciente malestar en la boca fue el síntoma claro de que su salud, por alguna razón, se encontraba afectada. Luego de poco más de tres semanas, se produjo su traslado al Hospital Penna de Bahía Blanca, donde diagnosticaron que tiene leucemia mieloide aguda y comenzó el tratamiento de quimioterapia, que -por etapas- se extendió hasta el 21 de marzo.
Todas las semanas viaja a la mencionada ciudad para que le realicen controles y espera por el trasplante de médula ósea, que -en una fecha a determinar- se va a concretar en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela.
Sol realiza diseño gráfico en La Voz del Pueblo, es integrante del equipo, si bien por su salud hay una pausa obligada en esta tarea. Tiene 24 años, se encuentra en su casa y destaca que “estoy bien, por suerte no tuve recaídas de las quimio. Obviamente hay cosas que no estoy en condiciones de hacer, que me cansan”. A modo de ejemplo, menciona sonriendo que “antes andaba para todos lados en bicicleta, ahora no la puedo agarrar. Es todo mucho más cuidado pero por suerte estoy bien -reitera-, estable”.
Dolor e internación
Recuerda con claridad que “el 1º de noviembre me molestaban un poco las encías, no tanto como para preocuparme, pero decidí ir al dentista. Me dio una medicación que no tuvo efecto, pasaban los días y cada vez me dolía más”.
Sus actividades cotidianas, por entonces, se vieron alteradas ya que “ni siquiera podía dormir del dolor de las encías. Fui a cuatro dentistas diferentes, el último me dijo ‘no sé qué tenés’. Era algo que excedía a su especialidad. Yo no podía prácticamente hablar, no podía comer”.
Sol cuenta que “iba a la guardia día por medio para que me inyecten y poder dormir al menos. Fui a la guardia del Hospital, de la Clínica, llegó un punto en que la amoxicilina de un gramo no me hacía nada. Los últimos días me pasaban penicilina y era como si fuera agua. Me adormecía el dolor, pero no me desinflamaba nada”,
Una tarde, cuando se dirigía a La Voz del Pueblo a trabajar, se desmayó. Una vez recuperada, llamó su mamá Luciana Coronel. “Fuimos a la guardia, me realizaron análisis de sangre y me tomaron la presión. Pasó un fin de semana largo, el miércoles siguiente tuvimos el resultado de los estudios. Cuando iba al Hospital otra vez me sentí mal, me tomaron la presión pero los parámetros eran normales. Ese mismo día en mi casa, a la tarde, no me podía levantar del dolor de cabeza, nunca me había sentido así”, relata.
Se alimentaba con yogur y un suplemento nutricional. Subraya que “los dolores que tenía eran de otro planeta”.
Cuando observaron el resultado de los estudios, quedó internada para una evaluación en el Hospital Pirovano: “La jornada siguiente le dijeron a mi mamá que se prepare, que podía ser leucemia o algún otro inconveniente grave. Lo máximo normal de glóbulos blancos son 10.000 y yo tenía 106.000”.
Se dispuso el traslado al Hospital Penna, donde ingresó el 24 de noviembre a las 9 de la mañana. “Media hora más tarde ya sabía que tenía leucemia y de qué tipo”, señala.
No había más tiempo, se debía iniciar el tratamiento de inmediato. El 25 de noviembre comenzó la quimioterapia, “yo acostada y me pasaban la droga. Estaba muy débil, las enfermeras tuvieron miedo en algún momento de que no resista”.
La primera etapa abarcó un mes y sufrió “todas las contraindicaciones que tienen las quimio. Infección urinaria, neumonía, ataques de pánico. No es nada fácil la quimo de por sí, se trata de un procedimiento muy agresivo, te genera vómitos. En el transcurso, tuve una inflamación intestinal y corría riesgo el apéndice, debí permanecer cuatro días en ayunas, no podía ni tomar agua”.
El período siguiente consistió en tres sesiones. Cada una con tres días de internación y 21 de descanso, lo que permitió que Sol regresara a su casa. “Esta vez no padecí efectos adversos. Los hematólogos se asombraron de lo fuerte que soy. No tuve ninguna infección, tampoco fiebre. Solo un poco de vómitos”, sostiene.
La quimioterapia llegó a su fin el 21 de marzo. Una vez que esté plenamente recuperada, se iniciará “una mantención con inyectables”.
No establecieron todavía la fecha del trasplante de médula ósea en el Hospital El Cruce. Siente cierta ansiedad y admite que “es un trámite largo. Te tenés que armar de paciencia”.
Viajaron a La Plata para los estudios de compatibilidad de sus hermanos. Ramiro, Danilo, Luz y Maia Ianiro. “Primero nos habían dicho que ninguno podía ser mi donante, que entraba en el banco internacional de médula ósea. Pero después concluyeron que necesito un trasplante haploidéntico, quiere decir que no es necesario que los donantes sean totalmente compatibles. Va a ser uno de mis dos hermanos, porque mis hermanas fueron madres y al tener familia un gen se modifica”, explica.
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Una colecta
Los médicos de El Cruce la quieren conocer. “Ellos te dicen ‘mañana venite a Florencio Varela, como si fuera ir a Claromecó’”, dice Sol.
Por este motivo, se inició una colecta, “no queremos que nos agarre desprevenidos, es un viaje largo y costoso”.
Además debe trasladarse junto a un familiar una o dos veces por semana para los controles. “El costo es casi insostenible. A veces son 40.000 pesos, en caso de conseguir alguien que nos lleve; si tenemos que ir con el comisionista nos cobra 50.000 o 60.000 pesos”, puntualiza.
En este contexto, comenta que “el Hospital Pirovano nos ayuda algunas semanas con 30.000 pesos. Se va viendo sobre la marcha”.
Valora que “los resultados del miércoles de los análisis salieron re bien, ahora tengo que viajar el lunes (por mañana) y seguramente me harán la punción para ver si la médula está sana o generó de vuelta la enfermedad”.
Con entusiasmo y buen ánimo, expresa que “vamos re bien. La vida en este sentido me premió, todas las punciones me vienen dando bien”. La motiva poder “tener alguna ocupación simple en mi casa. Yo andaba todo el día a mil y de pronto, encontrarme sin poder hacer nada es difícil”. Vuelve a sonreír y agrega: “me hacen los mandados y todo”.
Está realizando trabajos de diseño gráfico de manera particular, en forma “tranquila, para no perder la rutina y también pensar en otra cosa que no sea el trasplante”.
Muy bien acompañada
Las actitudes de apoyo son claves. Generan alegría y muestran que en un camino difícil, Sol está muy bien acompañada. “Quiero agradecer porque en el momento que necesité cierta cantidad de donantes de sangre, se triplicó el número, fue mucha gente. Es maravillosa esa solidaridad”, manifiesta.
De igual manera, menciona “a quienes ayudaron en las colectas que hizo el diario, a través de la intervención de Alejandro Elcoaz, Fuchi (Adolfo) Bayugar, Flor (Florencia Fernández). Estoy muy agradecida a La Voz del Pueblo porque en ningún momento me hicieron sentir sola, somos un equipo excelente”.
Hace referencia “a quienes nos ayudaron con una rifa que organizamos. El que haya comprado uno o dos números colaboró un montón con el viaje que hicimos a La Plata para poder analizar a mis hermanos. La gente de Tres Arroyos es muy solidaria”.
Asimismo, Sol agradece “al equipo médico de Hematología y Clínica del Hospital Penna, sobre todo quiero destacar la contención y amor de las enfermeras las 24 horas del día”.
Durante el mes que permanecieron en Bahía Blanca, les dio alojamiento la Fundación Ayudalé. “Brinda respaldo al leucémico. Nos prestaron un departamento, completamente gratis, a seis cuadras del hospital. Esto hizo todo mucho más fácil, porque los alquileres allá salen mucha plata. Es una mano inmensa”, afirma.
La Patrulla, sector donde se encuentran internados los enfermos oncohematológicos en el Hospital Penna, “está equipada gracias a la fundación. Te hacen pasar una linda internación, ellos se encargan de que haya un ventilador, un aire acondicionado, un tele con todos los chiches para que puedas disfrutarlo y no se te haga tan eterno. Son re piolas”, concluye.
Cuatro horas y una vida
Al hablar de la donación de médula ósea, Sol reflexiona que “uno no se da cuenta que es tan importante hasta que no tiene alguien en esa situación, un familiar, un amigo, un conocido”.
Considera que “el banco de médula ósea podría estar explotado de voluntarios inscriptos. El procedimiento consiste en donar sangre durante un tiempo determinado, como máximo puede durar cuatro horas, por un brazo te devuelven hasta la misma sangre que te sacan. Es un tratamiento súper sencillo, muchos no se anotan por miedo o quizás porque les falta información”.
Al respecto, dice que sus hermanos “confundieron la donación de médula con la punción lumbar que le suelen hacer a los niños. Es solamente dar sangre, una práctica simple que le puede salvar la vida a alguien”.
Sol pide “que la gente se anime. Todavía hay muchos prejuicios y desinformación, que sean solidarios. Cuando vas a dar sangre te podés anotar como donante de médula y es todo lo que tenés que hacer, después si algún día alguien es compatible con vos te llaman, te hacen los análisis y estudios”.
Finalmente, vuelve a indicar que “a lo sumo son cuatro horas y podes ayudar a salvar una vida”.
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