Adolescencia: “Este llamado es extensivo a quienes ocupan lugares importantes”
Sobre la serie de Netflix: “Adolescencia”
Por María Liva (*)
Impulsada y conmovida por la serie de Netflix, Adolescencia, que ha generado un impacto a nivel mundial, me propongo como madre, adulta y profesional de la salud interpelarme a partir de las diferentes aristas posibles de analizar que propone la serie: ¿Cuál es la mirada y el lugar que debemos comenzar a ocupar los adultos frente a un universo digital en el cual están sumergidos los adolescentes y del que desconocemos?
Para quien no la haya visto aun la serie, presenta una trama centrada en un adolescente de tan solo 13 años sospechado de asesinar a una compañera de escuela. Sin embargo, el impacto generado no se centra en tal hecho en sí, si no que se enfoca en la soledad por la cual transitan muchos adolescentes, en un mundo del cual en general, los adultos desconocemos, poniendo en evidencia la profunda brecha generacional que se impone. Dando lugar al análisis que podemos hacer de esta situación, desde un aspecto tanto individual como social.
Entre los temas que aborda la serie aparecen la masculinidad tóxica, la ciberviolencia y/ o ciberbullyng y hasta introduce lo que se denomina el mundo de los” incels”. Este último término, acuñado hace un par de décadas refiere a lo que podría denominarse “célibes involuntarios”, aquellos varones que expresan querer tener una vida sexual o una relación de pareja / sexoafectiva pero que se sienten rechazados por las mujeres. Esta comunidad se caracteriza por expresiones misóginas, violentas y hasta incluso en contra de la denominada igualdad de género.
La serie introduce a su vez cierto lenguaje a través de emojis, símbolos y palabras clave que hacen referencia a la interacción y el modo de comunicarse entre los adolescentes, que trasluce una modalidad de agresión, acoso y hostigamiento, y hasta una forma de rechazo o aceptación.
Es importante que podamos visibilizar la marcada diferencia en el modo en que utilizamos e interactuamos los adultos con las redes sociales, y de la forma en que lo hacen los adolescentes. Hasta incluso el uso diferencial que le otorgamos al lenguaje de los emojis para expresarnos.
Lo que al parecer nos invita la serie es a concientizarnos de que estos discursos como tantos otros, construyen subjetividades, discursos cargados de violencia que de no limitar o sancionar, por nuestra falta de conocimiento, habilitaríamos a los mismos. Tenemos frente a nosotros variados frentes que al escapar de nuestra supervisión generan consecuencias emocionales en nuestros jóvenes.
Desde lo individual, la serie nos confronta con el dolor, la soledad, el sentimiento de rechazo y el sufrimiento que es posible que padezcan los chicos, en este universo digital, del que los adultos ignoramos.
En este punto la serie nos despierta, nos alerta, para poner la mirada en ellos y podamos acompañarlos en su crecimiento. Es nuestra misión poder brindarles las herramientas necesarias para que puedan transitar esta etapa con un vínculo seguro y confiado, de modo que puedan contar lo que les pasa y pedir ayuda.
Ser puentes y lograr acercarnos, conectar. Considero que este llamado es extensivo a quienes ocupan lugares importantes y formadores en los espacios que conviven los adolescentes, instituciones educativas, clubes y espacios recreativos.
La pregunta que podemos hacernos todos y cada uno es ¿qué podemos hacer diferente en el vínculo con nuestros chicos para que nos pasen cosas distintas, para acortar esa brecha generacional existente.? Si el tema te convoca y/o te resuena, cada quien podrá interpelarse, revisar qué vinculo tiene con su hijo, qué observa del adolescente, cuáles son sus conductas, qué le interesa, y cómo se siente.
Ante esta realidad insipiente aparece la necesidad de acercarnos a los jóvenes con la intención de “poner la oreja”, con una escucha activa, sin juzgar, donde podamos generar espacios de encuentro, diálogo, entender su mundo digital, su lenguaje, sus códigos. Asimismo, lograr establecer límites claros con el uso de la tecnología y tener disponibilidad para negociar.
Poder dar lugar a sumar momentos de calidad y fundamentalmente estar atentos a señales de alerta, ya sea, aislamiento, cambios de humor o de conducta, baja autoestima, o todo aquello que nos pueda dar indicios de que algo de su mundo interno y/o social pueda estar trayendo malestar, dolor, tristeza.
En definitiva, poder llegar a brindarles aquellas herramientas o instrumentos necesarios para que su ingreso a la adultez sea de la mejor manera posible.
Hablemos, miremos a los ojos, seamos amorosos. Propongámonos abrir el diálogo entre padres e hijos, con este y todos aquellos temas difíciles que se nos presentan hoy. Diría entonces que, si viste la serie: “Todos podemos hacerlo mejor”
(*) Lic. Maria Liva Psicóloga M.N:41.558 – M.P:40.365