“Siempre al pie del cañón”
Mañana se celebra el Día del Trabajador, motivo por el cual La Voz del Pueblo visitó la fábrica de Confitería La Perla y dialogó con dos empleados que tienen una amplia trayectoria. Describieron las tareas cotidianas y destacaron la posibilidad de desarrollar un oficio que les gusta
Por Alejandro Vis
En la fábrica de Confitería La Perla, sector conocido habitualmente como la cuadra, el personal está concentrado en las actividades de elaboración. Es media mañana, deben continuar proveyendo mercadería para la venta al público, el bar y el reparto.
Al producirse la visita de La Voz del Pueblo, dos integrantes del equipo hacen una pausa para concretar la entrevista. Se trata de Enrique Britos y Miguel Fredes, quienes -aunque conocen muy bien el oficio- saben que todos los días se puede seguir aprendiendo.
Mañana es el Día del Trabajador, motivo por el cual resulta especialmente valioso acceder a sus testimonios. Una manera de reconocer, por extensión, a cada uno de los trabajadores.
Bien temprano
Enrique Britos se desempeña en La Perla desde el 5 de octubre de 1985. Dice que “lo mío fue medio atípico. Trabajaba en el campo y me vine a vivir a Tres Arroyos. Hablé con Arévalo, me tomaron a prueba y quedé, empecé como lava-latas (fuentes grandes que se utilizan para cocinar). Nada que ver un rubro con el otro”.
Por su parte, Miguel Fredes recuerda que ingresó en 1972 cuando “Confitería La Perla se encontraba en calle Colón, entre Hipólito Yrigoyen y 9 de Julio. Mi primera etapa fue hasta 1980, antes de ese año se produjo el traslado a las actuales instalaciones de avenida Moreno”.
Su regreso tuvo lugar en 1997. “Fui empleado en panaderías en Tres Arroyos, Mar del Plata, Monte Hermoso, hice temporada. Me comenzaron a llamar de La Perla para colaborar en Semana Santa, en un momento me ofrecieron volver de manera definitiva y es así que fui reincorporado”. En diciembre pasado cumplió 65 años, por lo cual inició los trámites para acceder a la jubilación.
El día de trabajo comienza bien temprano. Enrique cuenta que “salgo de casa a las cuatro y media. Cinco menos cuarto o menos diez estoy en La Perla, hasta la una o una y media. Hacemos horario corrido”. Miguel se suma “a las cinco”. Todo requiere de una organización porque “ya a las seis de la mañana se inicia el reparto para la gente que tiene negocio. Debe haber mercadería lista a esa hora”.
Las facturas, tortas, postres, palos de Job y el resto de la producción “se hace en el día”. En este sentido, sostienen además que “trabajamos con buena materia prima, es fundamental al momento de elaborar. La garantía para que el cliente reciba la calidad a la que está acostumbrado”.
Como sucede en propuestas y servicios relacionados con la gastronomía, la demanda se incrementa los fines de semana y los feriados. “Es cuando más se trabaja. Estamos al pie del cañón, nosotros y todos los compañeros”, expresan sonriendo.
Enrique observa que la responsabilidad, cumplir el horario y tener perseverancia ayuda a obtener buenos resultados. Sobre este aspecto, subraya que “esto es un equipo. Entramos todos juntos y salimos todos juntos, cada una colabora en lo suyo y nos apoyamos”.
De la misma manera, Miguel expresa que “somos todos muy buenos compañeros. Cuando te gusta el oficio, cada día podes aprender o inventar algo”. Tienen un sistema de francos semanales y mañana van a descansar, por esta jornada especial: “seguramente va a ser mi último Día del Trabajador en actividad”, agrega.
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Los maestros
Adquirieron los conocimientos, que luego aplicaron en la práctica, de Oscar Santos y Alberto Torres. “Ambos ya fallecieron. Nos enseñaron en su etapa lo que sabían. Han sido los maestros”, destacan. Miguel además aprendió de su tío panadero Daniel Domingo Fredes, quien tiene 79 años y trabajó hasta hace poco tiempo.
En este período, son Enrique -a quien le restan cinco años para la jubilación- y Miguel los encargados de dejar el legado a las nuevas generaciones. “Los chicos están en la práctica perfeccionándose. Nos toca ahora a nosotros transmitir la experiencia”, señalan.
No es sencillo encontrar quienes lleven adelante un oficio de una manera continua. “No sé bien cuál es el motivo, pasa un poco en todos los rubros”, reflexiona Enrique. Para Miguel, la clave es que “te tiene que gustar. Es lo más importante”.
Han recorrido un camino laboral que valoran. “Es lo que uno eligió -dice Enrique-. Gracias a Dios no tengo de que quejarme, al contrario”.
Como una familia
Confitería La Perla tiene más de cien años de vida comercial, nació en 1920. La historia del comercio fue mencionada por Enrique y Miguel, quienes trazaron un paralelo con el reciente aniversario de Tres Arroyos: “La Perla estuvo presente en gran parte de la historia de la ciudad”.
Ambos fueron empleados cuando la firma pertenecía a Francisco Damián Arévalo Soliveres; luego en 1989 se hizo cargo su hijo Damián; y en 2017, pasó a manos de Juan José Etcheto, Roberto Balda y sus esposas, Ruth Kisbye y Sandra Lo Presti.
“Es muy buena gente. Estamos muy contentos, como nos hemos sentido también con la familia Arévalo”, afirman.
Definen al ámbito laboral como “una familia”, a su vez con roles y la necesidad de cumplir con las obligaciones en cada sector, porque “esto se inicia de madrugada y termina por la noche, cuando cierra el bar y el local”.
En la parte final del diálogo, reiteran que el proceso de elaboración y producción es consecuencia del aporte de un equipo y agradecen porque todas las mañanas, puedan dar comienzo a un trabajo con el que están identificados.