Segunda Guerra
Por Juan Francisco Risso
Apostaría que el submarino hallado en Quequén es un “tipo 7”, una estrella de la Segunda Guerra, que fue nada menos que la conflagración más importante de toda la humanidad. Tanto daño hicieron esas naves, tan difícil era detectarlos y combatirlos que, tras caer Berlín, el mismísimo Churchill se quitó el habano de la boca y confesó que su mayor miedo habían sido los submarinos. Decirlo antes tampoco habría sido noticia, bien lo sabían los marinos de los cargueros que llevaban suministros desde USA hasta Gran Bretaña y la URSS. Cantidades inimaginables de equipos y alimentos.
Hitler tuvo que aceptar la eficiencia de estos submarinos. Llegaron a construir mil (tomen estas cifras con pinzas). Por ejemplo, en un año hundieron 500 buques, cuyas cargas eran vitales para Gran Bretaña y URSS. Pero Hitler tenía su ego, y quería algo que… se viera: embarcaciones portentosas como el Bismarck y el Triptitz que ordenó construir, solo comparables, pienso, al Yamato de Japon. Excedían en mucho las medidas autorizadas tras perder Alemania la Primera Guerra. Por ahora sólo diré que nunca llegaron a salir a mar abierto, a destrozar convoyes de cargueros, pero mientras trataban, el Bismarck hundio a la nave insignia británica –el Hood- con la primera andanada. El Hood desapareció, desapareció de la superficie en cinco o seis minutos, nadie podía creerlo ¡a los reyes del mar! Sobrevivieron tres marinos.
La silueta de estos submarinos es vistosa. Ello es así porque tenemos el ojo ya acostumbrado a buques y naves de superficie, estilizados. Y estos submarinos están diseñados precisamente para navegar en superficie. Tienen –tenían- dos motores diesel MAN, marca que hemos conocido en camiones, que en superficie se ponen en marcha, alcanzan buena velocidad y además cargan las grandes baterías. La proa no tiene una hidrodinámica submarina: está diseñada para cortar la ola como cualquier barco, recordarán la torreta, cañón y ametralladora, y hasta barandilla para caminar por la cubierta. Cosas que influyen negativamente bajo el agua. Para sumergirse se apagan los diesel y se activan los motores eléctricos, que mueven al submarino a sólo 7 nudos por hora. Y deben subir cada 24 horas para encender los motores diesel y recargar baterias.
Digo aliados: esto empieza con Estados Unidos neutral, con estadounidenses contrarios de plano a inmiscuirse en guerras europeas, cuando no pro-nazis (léase Henry Ford). Pero llega Pearl Harbor, Japón ataca a USA en su territorio -Hawaii- sin declaración de guerra y esta última por fin se suma a los Aliados, momento en que Churchill respira y comienza a recibir inmensas cantidades de alimentos y materias primas industriales en Gran Bretaña. Ellos no tenían más de ninguna de las dos cosas. Mercante tras mercante, la mitad recibía su torpedo y consecuentemente la mitad de los insumos iban al fondo del mar.
Gran Bretaña envió la mejor arma de guerra maritima, un portaaviones, de los cuatro que poseía. Lo torpedearon, se hundió, y ahí mismo los británicos pararon la mano. Otros -muchos- mercantes iban a Rusia llevando equipamiento militar. Pero mucho. Se decía que Rusia peleaba con soldados rusos y armamento estadounidense. Rusia había protegido su industria trasladándola detrás de los Urales mientras los nazis avanzaban hacia Moscú, y se considera que tenía el mejor –el más eficiente- tanque de la 2da guerra, pero la Operación Barbarroja, la invasión a Rusia, ya nada tenía que ver con la “blitzkrieg” -la guerra relampago-, ya era una guerra de desgaste. Y esas guerras suelen ganarse en las fábricas, de aviones, de tanques y de armamentos en general, siempre reponiendo lo que se pierde en sucesivas batallas. Así le ganó la RAF a la Luftwaffe. Y lo que iba a Rusia también se perdía, en inmensas proporciones, en el mar, antes de llegar.
Así estaban las cosas. Los Aliados estaban en mala posición, pero -en suma- era una batalla entre estrategias y perfeccionamientos técnicos. Llevaban la delantera los submarinos. Los cargueros optaron por formarse en convoyes de muchas naves. De ese modo, con cuatro escoltas se procuraba proteger todas las naves. ¿Cómo? El sonar estaba en sus inicios, localizaba el submarino pero no calculaba su profundidad. De modo que las cargas de profundidad se arrojaban sin precisar demasiado bien a que profundidad debían estallar. En ciertos casos se arrojaban muchas cargas en la zona. Si el submarino era afectado se veía obligado a emerger, y en superficie era muy indefenso. Si era alcanzado de lleno subía una mancha de aceite o gas oil, y eso era todo. Desde Berlín se manejaba todo por la red Enigma, indescifrable. Y ordenaron formar jaurías (sic) para asediar a los convoyes entre muchos submarinos, que llegaron a emerger y combatir en superficie. Así de mal estaban las cosas. Se armaron mercantes con una catapulta y un solo avión, que despegaba, procuraba causar el mayor daño posible y no se recuperaba. Al finalizar el rápido raid el piloto se eyectaba y lo rescataban. Se improvisaron mini-portaaviones, con resultados inciertos, ninguno duró mucho.
Había un aparato al cual los nazis le daban poca bola. Gran Bretaña sí. El radar. Sabían cuándo y por dónde venían los aviones alemanes. Los de la RAF despegaban con tiempo, tomaban altura y se ubicaban de espaldas al sol. A ese aparato lo redujeron a fin de instalarlo en un buque. Ya hemos dicho que los submarinos estaban forzados a emerger cada poco tiempo, y el radar los advertía, la torreta y armas, metálicas, revelaban la posición. Luego los técnicos
llegaron a concebir un radar que podía ser usado en un avión. Los submarinos emergían de noche, y una de esas noches, en la oscuridad un avión detectó a un submarino y lo hundió. Una noche memorable, que marcó un hito. Los nazis respondían, por ejemplo, fabricando más sumergibles, acosando más a los convoyes de cargueros. Fue largo, sí.
Quizá el de Quequén no sea un “tipo 7”, porque tras perder el Bismarck Hitler entró en razón y dedicó recursos a los submarinos, generándose nuevos modelos más voluminosos y con gran capacidad, que llegaron a las puertas de Nueva York causando daños, cosa que no se sabe. Sin duda el Fuhrer tenía condiciones, pero militarmente había llegado a cabo en la 1ª. Guerra. Si el Jefe de Redacción lo ordena, la seguimos un poco más.
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