Renuncias: a Sánchez se le fueron tres funcionarios en su primer año
Tras los seis alejamientos sufridos por la joven gestión de Pablo Garate, cabe recordar qué pasó en el mismo período del último intendente. Un repaso de hechos que denota diferencias en el estilo y la forma de gobernar
Por Enrique Mendiberri
¿Puede ser que la sexta renuncia que el intendente Pablo Garate recibió en los primeros nueve meses de gestión al frente del Municipio sea un factor de transición propio de la renovación del poder?
En el caso del contador Guillermo Rossotti, quien se desempeñaba como secretario de Desarrollo Económico, según sus propias palabras, las razones estuvieron vinculadas a cuestiones personales relacionadas con su actividad privada. Su baja constituyó el alejamiento más significativo de todos los que se habían dado hasta el miércoles pasado, ya que el resto de los renunciantes fueron funcionarios de segunda línea o colaboradores ad honorem (pero no menos importantes), como el caso del coordinador del CRESTA, Patricio Ferrario.
Sin declaraciones del intendente tras los distintos alejamientos, el impacto de esas renuncias en la mesa chica del poder local es una incógnita para los vecinos que, al día siguiente del último renunciamiento, apenas conocieron de manera oficial y sólo a través de LU24, el resultado de una encuesta a 340 tresarroyenses que le daban una imagen positiva de 73%.
Al margen de esas observaciones, es innegable la existencia de trabas e imprevistos en el inicio de una gestión, donde no sólo cambió el color político de la Municipalidad, sino toda su estructura funcional.
El impacto Vecinal
A la hora de comparar los inicios de las últimas gestiones comunales de Tres Arroyos en materia de renuncias, surge que, en los primeros nueve meses de su primera gestión, Carlos Sánchez sufrió el alejamiento de tres funcionarios.
El primero fue el José Iorio, el joven Director de Turismo que había sido nombrado un mes antes, adujo “motivos personales” y le dejó sobre el escritorio la renuncia al intendente.
Sánchez, que le ponía la cara a todos los cambios, negó los trascendidos de cortocircuitos con las comisiones de las localidades balnearias y siguió adelante.
La primera baja no tuvo el ruido de la segunda, que en las crónicas periodísticas de aquellos tiempos llegó a ser calificada como una “tormenta” que puso sobre el tapete el desempeño de medio gabinete.
Se trata de la baja del secretario privado de Sánchez, Ricardo Moya, quien presentó su renuncia indeclinable al cargo en junio de 2004 (a seis meses de asumir y también “por razones estrictamente personales”). En aquel momento, el intendente dijo que “no se adaptó al cargo” al que había llegado ante las dificultades que tenía el jefe comunal para encontrar la persona indicada para ese lugar, declaraciones que oportunamente desataron la polémica, ya que el funcionario saliente salió a desmentir la versión publicada en el diario en medios radiales, donde dejó entrever una exigencia muy intensa del entonces jefe comunal, circunstancia que habría precipitado su dimisión. Tras eso, siguieron jornadas de declaraciones cruzadas, que terminaron denotando que la relación no era tan “excelente” como ambos aseguraban apenas trascendida la noticia (Moya llegó a acusar públicamente de “mentiroso” al intendente).
Esta renuncia generó un temblor importante por aquellos días, donde al igual que hoy, los gritos de discusiones calientes en el Palacio hicieron presumir al menos otros tres alejamientos, como los del también por entonces secretario de Hacienda, Sergio Garcimuño, de Gobierno, Werner Nickel, y de Producción, Gustavo Rodera.
Finalmente, en el primer año terminó cristalizándose únicamente la de Gustavo Rodera, aunque Garcimuño, el mismo que hoy ocupa similar función, se iría poco más de un año más tarde, en septiembre de 2005.
La renuncia de Gustavo Rodera, fue comunicada a Carlos Sánchez el 30 de septiembre de 2004, cuando argumentó que dejaría el cargo para dedicarse a la actividad privada. Según admitió Sánchez en aquel momento, Rodera había reconocido públicamente sus problemas para desenvolverse dentro del Estado municipal, “viene de la esfera privada con otra forma de conducirse para trabajar y de ahí sus problemas para adaptarse”. Otra vez Sánchez apeló a la excusa de la adaptación, pero en esta oportunidad, no fue desmentido por el funcionario que luego pasaría a ser gerente de la CELTA.
En la actualidad, con un intendente más joven y con otra visión de la política, la estrategia comunicacional está relacionada con la no divulgación de opiniones o puntos de vista acerca de estos inocultables conflictos políticos internos, que no solo se limitan al ejecutivo, sino que, como se ha visto en semanas anteriores, también llegan al extremo en el legislativo.
Por eso, en el cierre, vuelve la pregunta: ¿Serán las renuncias una característica del desafío de gobernar, un exceso de personalismo o, como solía decir Sánchez, “falta de adaptación” de los hombres a los cargos?
Tal vez el tiempo y el calor de los días que vienen, aceleren la convergencia necesaria de la gestión Garate, sin perjuicio de la posibilidad siempre latente, de enfrentar la obligación de seguir reacomodando fichas en el tablero del poder.