“Mirabas hacia la esquina y parecía una cascada, un rápido”
El ingeniero en Sistemas, Tomás Diez, reside en Bahía Blanca desde el año 2017. El departamento que alquila tuvo agua “hasta la altura de mi rodilla” y podrá volver a utilizarlo. Contó cómo vivió esta experiencia y describió efectos del temporal
Tomás Diez es tresarroyense y se radicó en Bahía Blanca en 2017 para estudiar Ingeniería en Sistemas en la Universidad Nacional del Sur. “Terminé mis estudios hace poco y ahora estoy haciendo trabajos free lance”, señaló en un diálogo con La Voz del Pueblo.
El domingo 9 de marzo, luego de la inundación, regresó a nuestra ciudad por unos días. Alquila en Bahía Blanca un departamento de dos ambientes en planta baja, que forma parte de un complejo en el barrio universitario, en Mitre al 1200. En la entrevista realizada en este diario, dijo que “es una zona que está ubicada a pocas cuadras de Aguado, una de las calles paralelas y cercanas al canal Maldonado”.
Desarrolla su vida laboral en la mencionada ciudad. El viernes 7, en la inundación de diversos sectores de la planta urbana, también en General Cerri e Ingeniero White, el agua en su departamento llegó hasta la altura de su rodilla.
“Se sabía el día anterior que había alerta naranja. La gente está acostumbrada, en conocimiento de que puede ser una tormenta de magnitud, porque también se anunció una alerta naranja cuando ocurrió el temporal de diciembre de 2023”, recordó.
Comenzó la jornada del viernes 7 temprano, entre las 7 y las 7.30. “Mi zona no fue la primera en inundarse. Pero un grupo de ex compañeros y amigos con los que arranqué la universidad, que seguimos en contacto, pasaron algunos videos. No vi mucho de Cerri esa mañana, pero sí las imágenes de lo que sucedía en el Hospital Penna. Una demostración de que la situación venía fea”, relató.
Al levantar la persiana, vio que llovía “pero normal”. Al respecto, reflexionó que “nunca había visto una inundación. Uno piensa va a afectar a determinado sector donde siempre se inunda, hasta que te pasa a vos”.
No obstante, en “el espacio común, que está a la altura de la calle, el agua ya tenía un centímetro de altura. Y en la alcantarilla había un papel que estaba flotando, muestra de que no drenaba”.
En este contexto, llegó a la conclusión de que “el agua no iba a retroceder fácilmente. En el barrio donde yo estoy se empezó a complicar todo alrededor de las 9 de la mañana, abrí la puerta que está a 90 grados en un costado y empecé a ver como un oleaje en el espacio común. Dije ‘ya está, son los últimos minutos con mi casa libre de agua’”.
Por tal motivo, decidió “subir la computadora, una herramienta de trabajo que necesito. También puse en la altura rápido la ropa y otros elementos, son dos ambientes, no tengo tantos muebles, pude priorizar. Cuando volví al living, vi que se empezaba a generar un charco debajo de la puerta, más tarde me enteré historias de vecinos que no estaban despiertos a esa hora o que no supieron cómo proceder, se les mojaron todos los bienes, el estrés también te puede afectar al momento de actuar”.
El agua subió rápidamente, “en quince minutos la tenía a la altura de la rodilla. Se mantuvo estable hasta las dos o tres de la tarde, luego muy de a poco bajó. Más allá de que llovió un montón, tomé conocimiento luego que falló además un sistema de desagote”.
Gran parte de la mañana permaneció en la habitación, que da a la calle, luego de poner diversos bienes fuera del alcance del agua. “Mi familia me envió un mensaje antes que se inunde, se estaban ya publicando videos de otras zonas. Les dije acá no se inundó, pero horas después la realidad cambió”, expresó Tomás.
En las calles perpendiculares al canal Maldonado “el agua corría más rápido que en Mitre. Mirabas hacia la esquina y parecía una cascada, un rápido. Algunas personas caminaban con un palo, no sabían que había abajo, para evitar caídas o accidentes”.
Las consecuencias
En su caso, los efectos de la tormenta y los desbordes de cursos de agua fueron leves, sobre todo si se compara con lo sucedido en otros sectores de Bahía Blanca o localidades cercanas. Sostuvo que “no solo es el temporal, sino lo que viene después. Escasez de recursos como el agua, la luz y señal de celular también reducida, porque de repente toda la ciudad estaba intentando usar la red móvil”.
El servicio eléctrico en el departamento fue restablecido el domingo 9 a las 2 de la mañana. “Estuve en la vivienda de un amigo. Volví el domingo a la mañana al departamento para sacar todos los muebles afuera, hice una limpieza a fondo. No esperaba tener electricidad tan rápido”, valoró.
Cuando se produjo el corte de esta prestación, por el temporal, “tenía batería en la computadora, entonces la pude usar de almacenamiento secundario para los teléfonos. Necesitas enviar un mensaje cada cinco horas, para decir cómo iba todo. En un momento ya no pude hacerlo, estuve 16 horas sin señal”.
El agua bajó y quedó ante la vista “el barro que se formó dentro de cada casa. Hay que baldear, sacarlo. En esas circunstancias, te vinculás mucho más con los vecinos, estaban todos colaborando”. Entre otras tareas compartidas, ayudó a “un estudiante a sacar el colchón, que estaba mojado” y probablemente haya tenido que ser descartado; “ojalá fue agua nomás, lo dejás secar y listo. Pero es una mezcla de todo”.
En el grupo de colegas o ex compañeros con los que tiene contacto habitual, nadie sufrió pérdidas totales. “Somos dos en planta baja en zonas que podían ser inundadas. En mi departamento, el agua llegó hasta el tomacorrientes, un amigo de la universidad vive en Estomba al 800, cerca del centro e increíblemente, por suerte, no tuvo daños”. Piensa en regresar a Bahía Blanca “lo antes posible. Quiero desinfectar la casa y ponerla en funcionamiento de vuelta. Le saqué todo el barro, pero no está totalmente desinfectada y es lo primero que debo hacer”, concluyó.