Marcela Palmieri: “Es maravilloso cantar en grupo”
Marcela Palmieri disfruta en su tarea como directora del coro en el Colegio Holandés y del taller de canto de la Escuela de Educación Artística 2. También es docente en el Conservatorio de Música. En mayo asistió al Festival Coral La Cuerda en Bucaramanga, Colombia. Describió su experiencia y consideró fundamental recuperar el canto grupal en las escuelas
Por Alejandro Vis
La música está presente en la vida de Marcela Palmieri desde su infancia. “Mis papás, la verdad, nos mandaron a todos a estudiar música”, recuerda. Ella comenzó a formarse en piano en el Conservatorio Fracassi, a los 8 años de edad.
Es hija de Myriam Alzugaray, cordobesa, y Daniel Palmieri, ya fallecidos, quienes cantaban en el coro de la Iglesia Unión Evangélica, cuyo templo está ubicado en avenida Moreno 451. Sus dos hermanos ejercieron la docencia: Teresa fue profesora de Música en Quilmes y Daniel se desempeñó como profesor en la Escuela Técnica (también canta y toca la guitarra).
Marcela se recibió en el Conservatorio Fracassi y en forma paralela, aprendió guitarra en la Casa de Cultura, con el profesor Hidalgo Rodríguez: “Era cordobés, llegó a Tres Arroyos y comenzó a trabajar en Cultura. Como directora de esta área municipal se encontraba Teresa Cuzzolaro. El descubrió que a mí me gusta mucho cantar”.
Hidalgo Rodríguez recibió la propuesta de grabar su primer cassette en Mar del Plata e invitó a Marcela a participar en esta producción. Cantaron folclore, lo que describe como “una experiencia hermosa. Yo era muy joven, intervenía cada vez que él tenía una presentación, porque lo habíamos hecho en común. Estuvimos en Cosquín, no en el encuentro principal, sino en un festival que había para niños”.
Posteriormente, Marcela estudió en el Conservatorio Provincial de Música y se dedicó al canto. Desde hace décadas dirige coros de chicos y adolescentes.
Sus primeros pasos, en este sentido, fueron como directora de coros de chicos en la Iglesia Unión Evangélica. Menciona que “un año tuve cinco coros, tres de niños: Buenos Amiguitos del Club Español; la formación de la Unión Evangélica; y el Colegio Holandés. Y dirigía dos coros de adultos”.
Sonriendo, rememora que “mis inicios en el Colegio fueron cuando tenía el guardapolvo blanco. Dejé y posteriormente retomé al producirse la designación de Valentina Pereyra como directora en 2001, ella me llamó para el coro de la institución”.
Actualmente dirige el coro formado en el taller de canto de la Escuela de Educación Artística 2; el coro del Colegio Holandés, con Ceferino Carrera como asistente musical; y brinda tres cátedras en el Conservatorio Provincial de Música.
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En Colombia
El 23, 24 y 25 de mayo, Marcela participó en el Festival Coral La Cuerda, que se llevó a cabo en Bucaramanga, Colombia. La directora de Fundación La Cuerda es Lilia Stella Ariza y el director artístico Juan Manuel Hernández Morales, quien visitó el Colegio Holandés en 2013 para trabajar con los alumnos. Dice con énfasis, sobre esta visita de Hernández Morales, que “crecimos todos, se aprende, una persona de otro país aporta una cultura distinta y otra mirada. Estimula y hace bien”.
También intervino -entre otros- Alfonso Elorriaga, de España, un referente en dirección, docencia y educación coral.
Marcela asiste a muchos encuentros y capacitaciones, tiene la inquietud de sumar conocimientos con sus pares, incorporar cambios que se van generando en esta disciplina. “En Bucaramanga yo había estado en 2018, acompañando al coro de Romina Reimers”, puntualiza en relación al viaje que concretó una delegación numerosa de nuestra ciudad.
En forma previa, en 2017, intervino con Adicora (Asociación de Directores Corales Argentinos), en una capacitación que tuvo lugar en Barcelona, España, donde a su vez cantaron representando a nuestro país. “Ahí nos invitaron a cantar en México, país donde estuvimos en 2018. Ese coro viajó mucho, este año nos volvimos a juntar en febrero en Mendoza”, destaca.
La invitación para el Festival Coral La Cuerda la recibió el año pasado, para concurrir “con cualquiera de los dos grupos que yo tengo en la Escuela de Educación Artística 2 y en el Colegio Holandés”.
En esta ocasión participó sola, debido a que “es una actividad que requería de salir del país varios días, los costos de traslado son elevados, se debe hacer mucha documentación para que puedan viajar los chicos”. Hubo dos extranjeras en esta propuesta, como asistentes, Natalia Gutiérrez de Perú y Marcela de Argentina. Sí en las actuaciones de quince coros infantiles y juveniles, estuvieron representados otros países como ocurrió con una agrupación de Táchira, Venezuela.
La Cuerda tiene una trayectoria de aproximadamente 20 años y fue la décima edición de este encuentro. Marcela conversó con Lilia Stella Ariza y Juan Manuel Hernández Morales, así se fortalecen lazos que son muy enriquecedores.
Al analizar las características del festival, cuenta que se concretaron presentaciones de excelencia, si bien “no había tanta gente para lo que yo esperaba, profesores, maestros, directores. Tal vez falta todavía tomar mayor conciencia sobre el valor del canto colectivo”.
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Voces Amigas
Marcela observa que “se ha ido perdiendo el canto grupal” en el ámbito escolar. Conserva un muy lindo recuerdo de cuando se realizaba el festival Voces Amigas: “Se extendía tres o cuatro días, estaba destinado a agrupaciones de los colegios que se armaban especialmente. Era de canto, más allá de que se tocara algún instrumento”.
Emerge en la memoria la imagen de Sara Linares, quien tuvo un rol decisivo como inspectora jefe de educación y particularmente en esta iniciativa. “Cuando ella se jubiló, se fue dejando de hacer Voces Amigas. Era una linda oportunidad de juntarnos y reencontrarnos”, expresa.
Al cantar en un coro se trabaja en la coordinación en equipo, la empatía y las emociones, así como se desarrolla el oído musical, la capacidad de afinación. “Es como que estamos dando un mensaje cantado -reflexiona-. Podes estar de acuerdo o no con la letra y decidís si cantas o no. Pero a la hora de cantar y dar la entrada, coincidimos, se logra una armonía”.
Cuando los adultos cantan juntos o se forma un coro de directores, todos “tenemos que bajar el ‘yo’ y pensar en el conjunto. No puede sobresalir una voz más que la otra. Por eso es tan maravilloso y hermoso cantar en grupo. Es importante que volvamos otra vez al canto, aunque sea en las aulas”.
Con los alumnos
En sus clases de música en el Colegio Holandés, hay encuentros que son de canto y luego en el coro “nos especializamos un poco más. Lo importante es cantar en grupo”, reitera.
Se recibe en el coro a chicos desde segundo de Primaria, en edades más tempranas que años anteriores, por pedido de los propios alumnos. Relata, con alegría, que “hemos tenido integrantes que empezaron en cuarto de Primaria y se fueron en sexto año de Secundaria. Es el día de hoy que se comunican, el Colegio va a cumplir 80 años en abril próximo y algo vamos a hacer con ex coreutas”. Agrega que “una de las chicas que egresó, siguió la carrera de fonoaudiología y decidió estudiar canto en Buenos Aires”.
En este contexto, sostiene igualmente que “los miércoles, al iniciarse el día, cantamos quince minutos en el Colegio. Y si no lo hacemos, te lo reclaman los chicos. Se canta muchísimo y desde Inicial, hasta ahora gracias a Dios no se ha perdido el canto en el Colegio”.
Desde 2014, por un cambio en el sistema de enseñanza, el coro es extracurricular; el día de ensayo, una vez por semana, los alumnos que lo conforman realizan un esfuerzo para concurrir luego de las horas de clases. “Es muy valioso lo que hacen”, afirma la directora con gratitud.
Es un coro que se presenta también fuera de la institución. “En 2016, actuó en el Día del Rey, en la Embajada que los Países Bajos posee en Buenos Aires. Allí interpretó el himno neerlandés y el argentino; este último, además, en Lengua de Señas. Hemos viajado a diversas ciudades y localidades. Cantamos en San Mayol, en el Museo Mulazzi., en la Iglesia Reformada, entre otros lugares”, menciona.
Los talleres para crear el grupo de canto en la Escuela de Educación Artística 2 tuvieron comienzo en 2019. Está formado por alumnos de Secundaria, “a partir de 13 años y hasta sexto año. Muchos varones, lo que me llama la atención. Son alrededor de 15 miembros, lo pasamos muy bien”.
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Para compartir
Piensa en Tres Arroyos, en “qué podemos hacer desde el Colegio o desde mi lugar, para los chicos”. Señala que “hay algunos proyectos dando vueltas, veremos si se concretan. Es interesante compartir y volcar lo que se aprende en las capacitaciones”.
En el Conservatorio de Música, en cátedras del profesorado, les inculca a los estudiantes que “canten, canten, canten”. Durante la entrevista, exclama que “es un placer también trabajar en el Conservatorio”.
En su tarea como docente y directora, busca temas de manera continua, escucha muchas canciones. Entonces, cuando llega a su casa, a veces quiere estar en silencio, encontrar una pausa.
Una pregunta toma fuerza, es central para ella, al evaluar el perfil de un coro y la incidencia del director: “A la hora de ensayar ¿qué quiero transmitir?”.
Vive con entusiasmo su actividad, porque “soy una apasionada de la música”. Una vocación que maduró desde pequeña, le da impulso e integra su identidad.
Junto a Ceferino Carrera
Marcela Palmieri es acompañada en el coro del Colegio Holandés por Ceferino Carrera, asistente musical.
“Le tengo que agradecer. Toca todos los instrumentos, sabe cantar, le gusta estar con los niños, lo disfruta”, afirma la directora.
Además le otorga relevancia a que “compartimos cuando tenemos que tomar una decisión. Lo que no ve uno, lo ve el otro, hacemos un buen equipo”.
Coros en movimiento
La dinámica de los ensayos en los coros y las maneras de interpretar las canciones se van modificando. Sobre este aspecto, Marcela Palmieri argumenta que “me formé y estuve en coros estáticos, hoy es diferente. Por medio del juego vas vocalizando y se utiliza más la parte gestual”.
A modo de ejemplo, indica que el jueves por la mañana, en el acto por el Día de la Bandera de nivel Primario, “pudimos observar un poquito en el Colegio Holandés a alumnos de cuarto año trabajando gestualmente con el cuerpo, hasta se dieron el lujo en un intermedio de bailar, hacer un zapateo, una vuelta entera y seguir cantando”. Los chicos interpretaron “Bandera de mi país” y Marcela siente satisfacción porque “en una hora aprendieron la canción. No son integrantes del coro, sino el curso de cuarto. Lo disfruté, mostraron ganas y muy buena predisposición”.