“Maquiavelinas”: buscando el número mágico (¿2025 : 2001?)
Por Marcelo Mouhapé Furné
En toda campaña política hay un tsunami de palabras en busca de un solo objetivo numérico: la cifra que permite acceder al cargo.
Para lograrlo hay varias cuestiones a considerar; entre ellas una fundamental: el humor de la gente hacia los políticos. Es evidente que el rótulo de Milei sobre que “la política es una casta vividora de la población”, prendió. Por lo que es importante que el mensaje de los candidatos sea totalmente creíble; que no deje dudas de que buscan llegar a un puesto para intentar mejorar la vida de la comunidad, no para vivir (bien) de la gente.
Sugerencia para los postulantes, sobre todo los nuevos. Cuando hablen en los medios no pierdan tiempo en autobiografías. Quienes no los conocen no los votarán por lo que hacen ni por enterarse de dónde vienen. Al electorado le importa saber qué harán en donde buscan llegar: el Concejo Deliberante o el Consejo Escolar.
En comparación con las ejecutivas siempre se minimizó a las elecciones legislativas. Un grave error, porque la representación más abarcativa de los votantes no está en la presidencia, en una gobernación o en una intendencia, sino en las legislaturas nacional y provinciales y en los Concejos Deliberantes. Por la cantidad de cargos a renovar eso se acota en los Consejos Escolares, donde incluso pueden llegar a ser hegemónicos cuando la misma oferta política gana bien dos comicios seguidos.
Hay algo determinante para el “número mágico”: el grado de interés del electorado habilitado para votar. Por lo que se ha visto en las elecciones efectuadas este año estamos ante una tendencia abstencionista grande. Con la política hoy la gente parece estar tan enojada como lo estaba en 2001. Ese año en Tres Arroyos se impuso el peronismo, que era opositor. La lista que encabezó el doctor Carlos Alvarado recibió 6.305 adhesiones y lograron cinco concejales. Segundo resultó el oficialista Movimiento Vecinal (5.164) que ingresó dos ediles. Casi en un empate técnico, -apenas 13 votos menos que el MV-, se ubicó la Unión Cívica Radical (5.151). Los radicales también ingresaron dos concejales. Lo particular de esta elección estuvo en el Consejo Escolar, donde los tres lugares a renovar se repartieron en forma infrecuente: uno para el PJ, otro para el MV y el restante para la UCR.
Proyectemos para el 7 de septiembre. Suponiendo que en Tres Arroyos hay 56 mil electores y considerando el desinterés por ir a las urnas acá debería votar entre un 65 % (techo) y un 55 % (piso) del padrón. Sobre eso incide la merma causada por los votos negativos.
Equiparando con lo ocurrido hace 24 años debe hacerse una salvedad. En las legislativas de 2001 no hubo abstencionismo. En nuestro distrito fue a votar el 73 % (en 2021 lo hizo el 70 %). Lo que ocurrió es que el voto negativo batió récord, casi el 28 %. En esta ocasión puede que suceda lo contrario; que haya menos votantes pero que la mayoría de ellos se exprese en la urna en forma positiva. En esa lógica, los votos negativos podrían estimarse en un 10 %, para ambos casos.
Entonces para un techo del 65 % de votantes se necesitaría 3.640 votos para lograr un concejal y 10.920 para obtener un consejero escolar. Mientras que para el piso del 55 % el número para conseguir un edil sería de unos 3.080 sufragios y 9.240 para alcanzar un lugar en el Consejo Escolar.
Es obvio que las elecciones de este 2025 tienen puntos de coincidencia con las del 14 de octubre de 2001. Sobre todo en la repulsa a la clase política. Aquellos fueron los comicios del “que se vayan todos” (los políticos) y el de “votemos a Clemente porque como no tiene manos no puede robar”. La realidad histórica muestra que tras ese mensaje electoral de “protesta no comprometida”, el estallido social de dos meses después y los cinco presidentes, de “esa política” no se fue nadie. Y los que murieron su descendencia cubrió su ausencia. Además, teniendo en cuenta las causas sobre corrupción política no surgieron Clementes pero si pulpos.
Ahora la sugerencia es para los votantes. Lo de 2001 no sirvió. Aprendamos del error. El 7 de septiembre y el 26 de octubre debemos ir a votar y hacerlo por alguien. Al igual que en 2001 hoy hay muchas ofertas electorales, pero tenemos que marcar la diferencia en relación al yerro de hace 24 años. Nuestro voto debe ser positivo y pensado.
Esa boleta en la que va nuestra decisión es la herramienta que incide en las instituciones que regulan nuestra sociedad.
Ratificando gestiones, marcando frenos o ampliando el abanico de representaciones institucionales son las opciones responsables en la posibilidad que nos brinda la Democracia a través del voto. Participemos.