Los narcos decidieron otra vez en Rosario
Por Enrique Mendiberri
Una serie de amenazas a la Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, como al gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, se tradujeron además en la quema de 13 vehículos de civiles durante la madrugada de ayer en inmediaciones a la cárcel de Piñero, el centro de detención de máxima seguridad para narcos “de alto perfil” de esa provincia.
El hecho fue una muestra más de las armas que tiene los delincuentes para hacerse escuchar, aunque teniendo en cuenta el momento en que ocurrieron los hechos, poco cuesta imaginarse que otra vez, en Rosario, decidieron los narcos.
Justo la mañana en que una comitiva con varios periodistas de los principales medios nacionales se preparaba a visitar la cárcel de Piñero, la unidad penitenciaria ubicada a unos 30 kilómetros de Rosario, las inmediaciones al centro de detención aparecieron con más de una docena de autos incendiados y con amenazas en los puentes de acceso a la ciudad santafesina, dejando un claro mensaje de la mafia presa que, seguramente, no quería exponerse como lo hizo oportunamente a través del equipo de comunicación del gobernador Pullaro, esta vez de forma mucho más masiva, ante la sociedad.
Así, cabe preguntarse si ¿estamos ante una derrota del sistema que, por motivos de seguridad, suspendió la visita periodística y privó a la sociedad de información relevante vinculada a un problema que preocupa a todo el país? No solo por el ejemplo de Rosario, sino también por sus réplicas en distintos puntos de Argentina sin tanta difusión mediática.
Entonces, tras los atentados de ayer por la mañana, los medios que planeaban reflejar el poder del Estado sobre el narco, terminaron reflejando exactamente lo opuesto: las consecuencias del poder del narco sobre el Estado y el derecho a la información de la sociedad.
¿Una casualidad?
En la jornada de ayer, en horas de la mañana, estaba previsto el arribo a Piñero de distintas comitivas de los principales medios de comunicación del país, entre los que estaba TN, INFOBAE, La Naciòn+ y Clarín. El objetivo era abrirle por primera vez las puertas a la prensa nacional y mostrarle al país lo que hace el Estado santafesino para controlar el accionar delictivo de los narcotraficantes que son capturados. Sin teléfonos, ni contacto alguno con el exterior (justamente uno de los reclamos que se conocieron ayer después de los actos vandálicos), los narcos detenidos también son sometidos a rigurosos controles “a lo Bukele”, haciendo referencia a la política aplicada por el presidente de El Salvador contra las bandas Maras que aterrorizaban a aquella población hasta no hace mucho tiempo.
Sin embargo, en la misma mañana que iban a ingresar las cámaras al penal, ocurrieron los incidentes. Cómo si supieran que, si entraban los medios, otra exhibición los iba a mostrar encarcelados, sometidos y pisoteados, ¿es descabellado pensar que el dato se filtró y terminó en la organización de una escena de distracción?
El deseo de que no sea así es general. Poder negarlo rotundamente es lo difìcil, aunque parezca que ayer, en Rosario, otra vez decidieron los narcos.