La tresarroyense que volvió a empezar (Informe. Nota 3 de 4)
Sofía Zaninelli tenía su emprendimiento de estética y, cuando estaba a punto de expandirse, el agua la dejó sin trabajo. Cómo percibe Bahía Blanca y la esperanza de renacer
La estudiante tresarroyense Sofía Zaninelli vive en Bahía Blanca desde 2021, cuando al igual que muchos jóvenes como todos los años, se mudó a estudiar una carrera universitaria.
Fue “diseño de interiores” y después de haber realizado una carrera en el esteticismo.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2025/04/sofia.jpg)
En ese sentido, con el dinero que había logrado reunir tras una experiencia laboral en el exterior, logró invertir en su emprendimiento de estética.
Primero empezó en su departamento, hasta que, en enero de 2024, tuvo la oportunidad de abrir un local en la calle Caronti, a metros de la avenida Alem.
Precisamente en ese momento en que los sueños de expansión llegaban a sus planes, la madrugada del viernes 7 de marzo le hizo pisar el freno de manera abrupta.
Más de un metro de agua había entrado a su local y le arruinó toda la aparatología de la que depende su servicio, “si bien la cantidad de agua que entró al local no fue mucha, ni tanta como se vio en otros casos, al entrar y tomar contacto con las herramientas de trabajo que tengo, hizo que se afectara todo. Porque las zapatillas para poder enchufar las máquinas las tengo en todos los zócalos de los pisos. Entonces, al mojarse todas las zapatillas, las máquinas se quemaron. Todos los muebles eran de melanina y se deshicieron, las paredes empezaron a tener humedad y la bacteria que había empezó a flotar por el canto de los cerámicos también hizo lo suyo”, describió con pena, pero con la energía que le caracterizan a sus casi 23 años.
Después de sentir por momentos que las cosas iban a cambiar para siempre tras la inundación, Sofía encontró entre los suyos la oportunidad de resurgir, “me afectó emocionalmente, porque si bien aceptaba que tenía que volver a abrir, es cómo que tenía que arrancar de cero. Es la frustración del momento, que todo el esfuerzo que hiciste para poner el local se te vaya en un segundo”, se lamentó.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2025/04/escalera-768x1024.jpeg)
Tristeza y optimismo
Como dos términos que parecen antónimos, la tristeza que por estos días se respira en las calles de Bahía Blanca, suele conjugarse con actitudes que alimentan el optimismo entre sus vecinos.
“Yo siento que Bahía Blanca se está levantando, aunque no va a ser lo mismo que antes. Se ve como una ciudad un poco más triste. Pero yo creo que, entre todos, como nos apoyamos y cómo nos unimos como ciudad, es increíble. Y un poco te fortalece como para decir: ‘nos levantamos’”, reconoce con un entusiasmo que se apaga al recordar la sensación que se vive en la calle, “en la gente se ve la tristeza. Sigue siendo el único tema de conversación. En la misma calle ves que hay muebles tirados”, comentó acerca de esas cosas que le recuerdan lo que pasó”.
En la actualidad, Sofía ya trabaja en su nuevo proyecto: las flamantes instalaciones de The Glam Room.
“Gracias a Dios, con toda la ayuda que tuve lo estoy encarando muchísimo mejor a lo que tenía y estoy en la misma manzana que el local anterior”, dijo antes de recordar la fidelidad de los clientes que la motivaron a seguir, “tengo una fidelidad hermosa con mis clientes, con cada paciente que atendemos. Gracias a Dios, todas me estaban esperando para que reabra. Muchos me siguen esperando. Gracias a Dios tengo unas pacientes muy queridas”, observó.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2025/04/WhatsApp-Image-2025-04-04-at-10.24.55-768x1024.jpeg)
Ayudar
Una actitud que se repite en las distintas historias de Bahía Blanca a un mes de la catastrófica inundación tiene que ver con la efectivización de ayuda al prójimo y de maneras diversas.
“Cada uno se innovó y se preguntó cómo hacemos. Siento que, desde el día uno, todos tomaron la decisión de ayudar en lo que hacemos y cómo podemos”, refirió, antes de compartir su propia experiencia solidaria a través del fruto de su trabajo.
“Yo estuve trabajando la semana pasada en el local que tenía antes y el 50 por ciento de lo recaudado lo donaba, ya sea comprando alimentos o productos de limpieza para llevarlos a tal lugar, o directamente transfiriendo esa plata a un grupo de chicas que trabajan con merenderos”, puntualizó la hija de Valeria Leon y Gustavo Zaninelli, sus padres residentes en nuestra ciudad y presos de un temor inolvidable en aquella madrugada del 8 de marzo, cuando a Tres Arroyos llegaban flashes informativos de una situación impensada y sin antecedentes que dejó su huella en el corazón de todos los argentinos.