La bienvenida al padre Mauro
Mañana va a asumir como administrador parroquial, en la jornada de la fiesta patronal. Se suma al padre Domingo Torquatti, quien brinda su servicio en la Parroquia Nuestra Señora de Luján desde hace más de 39 años
El padre Mauro Grosso va a comenzar formalmente mañana su ministerio pastoral en la Parroquia Nuestra Señora de Luján, en una ceremonia que se realizará en el templo ubicado en avenida Libertad y Colón. Será una jornada muy especial, debido a que el 8 de mayo es el Día de la Virgen de Luján, patrona del pueblo argentino. Por esta festividad, desde el lunes se desarrollan diversas actividades.
El 1º de febrero de 1986 se inició la labor de Domingo Torquatti en nuestra ciudad, hace más de 39 años. “En ese momento fui designado ante una afección de salud del padre (Isidoro) Broilo”, recordó. Provenía de Pigüé, donde se había desempeñado aproximadamente dos años.
La incorporación de Mauro es como administrador parroquial. “El padre Mingo tuvo la bondad y generosidad de decir puede venir otro a colaborar y ayudar. Me propusieron a mí, estoy muy contento, encantado por la historia del lugar, la parroquia, la comunidad”, expresó.
En este sentido, hizo referencia a la trayectoria de Torquatti: “Lo que aportó visible es el templo, un símbolo para nuestra ciudad de Tres Arroyos; pero después está todo lo demás, basado en su persona”.
Mauro dejó en claro que “no vengo a reemplazarlo, porque es irremplazable, pero sí a seguir este camino de lo que Dios y el Espíritu Santo me digan. Estar a disposición obviamente con la Iglesia, y con los demás sacerdotes de la ciudad que nos vamos a seguir acompañando”.
Nació en Pedro Luro, en el sur de Bahía Blanca. En cercanías de allí, en el cementerio de Fortín Mercedes, estuvieron depositados los restos de Ceferino Namucurá hasta el año 2009 (luego fueron llevados a San Ignacio, Neuquén). “Como cualquier estudiante de pueblo, me fui a otra ciudad para cursar una carrera, en mi caso a Bahía Blanca. Nació la vocación por el sacerdocio y tuve que ir a Mercedes, terminé la formación en 2019 y me designaron en 2020 para la comunidad de la Parroquia del Carmen en Tres Arroyos”, señaló.
Al poco tiempo comenzó la pandemia de Covid-19, lo que requirió trabajar con creatividad para mantener la comunicación con los fieles, “junto al padre Roberto y al padre Matías, quien ahora está en San Cayetano”.
En forma reciente, participó en sus primeros encuentros en la Parroquia Nuestra Señora de Luján, en “el tiempo cuaresmal, rezando con la gente el Via Crucis y después en la misa. En Semana Santa realizamos confesiones comunitarias, vinieron muchos sacerdotes”. Formó parte de la misa especial en Acción de Gracias por la vida y servicio del Papa Francisco, con motivo de su fallecimiento.
Descubrimiento
También Torquatti es del sur de la provincia, nació en Bahía Blanca. Mientras Mauro tiene 39 años, él va a cumplir 79 el 22 de mayo, “Día de Santa Rita, patrona de los imposible, por eso nací en esa fecha”, puntualizó sonriendo.
En su análisis, manifestó que “somos engendrados, es un aspecto de la fe, por el Señor en el tiempo en distintos territorios, alimentados por su palabra y la acción de su Espíritu. Convoca a diversos personajes que vamos manteniendo y alimentando la fe en las comunidades”. Por tal razón, dijo que “somos servidores e instrumentos del Señor. Hay un servicio fraternal de parte del Señor a las comunidades”.
Contó, en la descripción de sus primeros pasos religiosos -también es contador público-, que “mi formación en los inicios no es presbiteral, sino la vida franciscana. Mi espiritualidad consistió en estar en contacto con la gente, el pensamiento fue cuando esté listo sumamos un cura y tenemos la parroquia en marcha. Este es el momento”.
Con gratitud, afirmó que “me siento muy liberado porque todo el servicio pastoral que debe llevarse adelante, por esta razón se ha erigido el templo, lo debe hacer alguien que esté bien calificado y se pueda dedicar. Sé que ahora esa tarea estará cumplida y a su vez, el padre Mauro va haciendo las primeras herramientas. Nos vamos acompañando para el crecimiento”.
Compartió un dato histórico acerca del templo, no por todos conocido y muy interesante. “¿Esta obra cuando se inició? ¿Cuándo vino el padre Mingo? No. En 1958 el padre Broilo compró este terreno para hacer la obra y el Señor le dijo ‘ahora vos a mí no vas a hacerme la casa, andá a hacerle casas a la gente’. Luego vine yo a reemplazarlo, asumí como administrador parroquial, y se fue concretando la construcción”.
En este marco, agregó que “parece que el Señor quería un templo para darnos un mensaje, los pastos de la eternidad a la comunidad, nosotros somos servidores de ese proyecto de Dios y nuestra alegría es que la gente pueda alimentarse”. Calificó como “circunstanciales” a quienes llevan adelante la misión: “podemos ser el padre Mauro, yo o quien sea. Lo importante es descubrir la presencia de Dios, que nos convoca a vivir en el amor”.
“Se hace notar”
Mauro coincidió en que “somos instrumentos. Le adjudico mucho a esta gracia y alegría que hoy tengo en el presente a la Virgen y sobre todo a la Virgen de Luján”.
Rememoró que “incluso cuando no era muy consciente, en mi familia estuvo presente, es una devoción muy popular. Mis dos abuelas, una tenía su altarcito con sus velas, sus flores, otra poseía un cuadrito en su casa”.
En su período como seminarista, concurría junto a sus pares a ayudar a la Basílica de Luján los fines de semana. “La Virgen de Luján se hizo notar en mi vida y creo que lo hace a nivel pueblo”, sostuvo.
Con convicción y esperanza, el padre Mauro indicó finalmente que “ojalá que yo, con la ayuda de Dios, pueda ser ese instrumento y hacer ni que sea un 10 por ciento de lo que hizo Mingo, el padre Broilo, ya con eso en lo personal me conformo”.
Por su parte, el padre Torquatti reflexionó en el cierre de la entrevista que a veces “duele vivir y duele amar, es la condición de nuestra vida. Por eso Dios sabiendo que podemos quedar desconcertados en esta experiencia, nos envió a Cristo para animarnos a lo largo del tiempo”.