Jardines Frutillitas: “Sabíamos que las familias nos estaban esperando”
Karina Molina es directora de los jardines Frutillitas desde el año 2005. Destacó el acompañamiento de la comunidad ante la crisis que los afecta, la predisposición de todo el personal y las gestiones de la Asociación Amigos del Menor y la Familia. El lunes 3 de febrero volvieron los chicos y hay mucha vida en las dos sedes
Por Alejandro Vis
Disfruta del trabajo que lleva adelante, es parte de su identidad, lo hace con ganas y se nota. Como en el primer día, pero con la experiencia que genera el camino recorrido. Karina Molina ingresó en 2003 en el Jardín Frutillitas II, del Barrio Fonavi Terminal, luego trabajó en Frutillitas I, ubicado en avenida Libertad 995. En 2005 le propusieron ser directora, cargo en el que va a cumplir dos décadas de labor este año.
En este sentido, recuerda que “inicié la actividad como maestra en la sala integrada de 3, 4 y 5 años. Estuve como suplente en el Fruti del Barrio Fonavi y luego en el Fruti del avión, en la sala de dos años. Iba cubriendo los lugarcitos que quedaban vacíos”. Hasta que llegó la propuesta de dirigir los jardines comunitarios; “tomé el desafío primero por tres meses, para ver si me sentía capacitada para hacerlo, y acá estoy en la función hace casi 20 años”, expresa.
El mejor ruido
Tras el descanso por vacaciones, el personal retomó sus tareas el jueves 30 de enero. “Se acondicionaron las instalaciones, se realizó la limpieza y quedaron las salas en orden. Todo preparado para recibir a los nenes”.
El lunes 3 de febrero, los dos jardines volvieron a contar con el movimiento y la energía de los chicos, de entre 45 días y cinco años. Un reencuentro “con muchas ganas y expectativas. Sabíamos que las familias nos estaban esperando”.
Al respecto, Karina indica que “de hecho, desde el momento en que se abrió la puerta el jardín se llenó otra vez de ruido. Eso también nos hace sentir que somos un servicio necesario y que realmente vale la pena el esfuerzo que pone el personal, la institución, para tratar de salir de esta crisis que no es la primera”.
Al describir etapas difíciles, cuenta que “durante todos estos años me ha tocado pasar por varias, por suerte las hemos ido sorteando, pero son situaciones muy complejas”.
En los dos jardines hay salas de bebés, de un año, de dos años y la sala integrada de tres, cuatro y cinco años. La directora explica que “cada sala tiene una docente, hay auxiliares que colaboran en la tarea, personal de cocina, de limpieza y el equipo técnico. Somos más de 40 personas entre los dos jardines”.
Ambas sedes abren sus puertas bien temprano a la mañana. “El Frutillitas I hasta las 17 horas y el Frutillitas II hasta las 15”, señala Karina. “El tiempo que permanecen los nenes depende de la necesidad -argumenta-. Se hace una entrevista inicial con la trabajadora social, la familia viene, expone sus requerimientos y a partir de ahí se determina la cantidad de tiempo”.
Esta modalidad implica que “no están todo el día, salvo casos puntuales que tengan que ver con una derivación o una situación socio-ambiental extrema. Tratamos de que compartan tiempo con su familia”.
Es un programa que depende del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, no del área de educación. A partir de los 3 años, los niños concurren al jardín de infantes y Frutillitas es un complemento. “Para nosotros también es muy importante que ellos asistan al jardín de infantes, con los cuales articulamos”, observa.
Están vinculados además con muchas instituciones “como el Centro de Estimulación Temprana, el Servicio Local, el Juzgado de Familia, escuelas a las que concurren hermanos de los chicos. Somos una institución muy abierta y flexible, tenemos el ideario de que suma el hacer con otros”.
Esta intervención, en ocasiones compartida, obedece a que “una familia con un niño están atravesados muchas veces por situaciones complejas y cuando así sucede, intervenimos distintos actores. El trabajo en red es lo que suma para que una familia pueda sentirse acompañada”.
Del mismo modo, este enfoque junto a otras instituciones ayuda a “no sobre-intervenir”, evita superposiciones. Para lograrlo, es fundamental alcanzar una buena comunicación.
Frutillitas participa “en el Observatorio Nutricional, la Mesa de los 1000 días. Esto hace que tengamos contacto con muchas entidades que trabajan con primera infancia dentro de la ciudad”.
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Desarrollo integral
Los jardines finalizaron 2024 con las salas completas y más de 50 niños en lista de espera. “Solo egresan los que tienen cinco años”, manifiesta. En esta primera etapa de 2025 se están realizando “los pases de sala, los bebés que ya caminan pasan a la sala de uno y así sucesivamente, los nenes son ubicados en los espacios de acuerdo a su edad”.
La mayor demanda “es para bebés y deambuladores, porque no se dispone de servicios gratuitos en la ciudad”. Hay un límite de niños por cada sala y Karina menciona que fue fijado “por una cuestión de atención. Requiere de mucha responsabilidad tener 10, 12, 15 bebés en una sala, atenderlos, estimularlos”.
Es habitual que algunas familias permanezcan en espera, que deban aguardar un tiempo. “Estamos tratando de hacer ingresos que quedaron en la lista de 2024 y recibiendo nuevos inscriptos”, comenta. Y agrega que “cuando se hace un lugarcito, alguien se muda, pide un cambio para el otro Fruti, vamos llamando. No es que no van a entrar, pero a veces no es inmediato”.
La capacidad de Frutillitas I es de 105 nenes y el Frutillitas II recibe un máximo de 80. No obstante, manifiesta que “siempre tenemos vacantes disponibles para derivaciones, una situación del Servicio Local, del Juzgado de Familia o del Centro de Estimulación Temprana. El lugar se genera, aunque no haya, cuando son casos de tales características; las maestras y todo el personal tiene una apertura excepcional para el trabajo comunitario”.
El servicio que se brinda es muy completo. “Los nenes reciben el desayuno, el almuerzo, un refuerzo a las dos de la tarde, la merienda y además lo que se hace adentro de cada salita, la estimulación. Controlamos mucho todo lo que tiene que ver con salud, las etapas evolutivas. Esto permite intervenir a tiempo y acompañar a las familias”, subraya la directora.
La prevención en los primeros años de vida es fundamental para favorecer “el desarrollo integral de ese niño que a partir de los 3, 4 y 5 años va a formar parte del sistema de educación formal”.
Gratificante
No quedan dudas que “pensar en algún momento en el cierre” refleja el nivel de dificultad que padece la Asociación Amigos del Menor y la Familia, entidad que administra los Frutillitas. Karina sostiene que “nosotros tratamos de verle el lado positivo, es impresionante como la comunidad responde, las familias tratan de hacer hasta lo que no pueden para que esto siga funcionando”.
De igual manera, hace referencia a que “se ha gestionado a nivel municipal, provincial, también se vienen teniendo respuestas. Se seguirá en este camino para lograr el sostenimiento de los jardines”.
Es un respaldo que contagia, fortalece. Relata que “a fines del año pasado terminamos con muchos eventos. Estamos predispuestos a todo lo que nos proponen, vamos nosotros, le ponemos el cuerpo. Ver el acompañamiento que tenemos nos da un impulso, cuando a veces bajamos los brazos. Gratifica mucho, nos permite ver que vale la pena lo que estamos haciendo”.
A las familias de los Frutillitas todos los meses se les pide insumos: “En la puerta pegamos en un cartel qué es lo que vamos a necesitar ese mes y responden de una manera impresionante. Repercute en nuestra economía, porque son productos que no compramos”.
Tiene continuidad la campaña de aportes voluntarios a través de la boleta de CELTA. Karina valora que “todas nuestras familias se han adherido. Los papás se movieron para conseguir más adherentes. Nos dan una mano siempre”.
Trabajadores
Cuando los jardines se crearon en la década del ’90 “respondían a un sector socioeconómico particular, de mucha carencia. En realidad surgieron para evitar que los niños fueran sacados de sus familias e institucionalizados en los Pequeños Hogares”.
En su análisis, plantea que se registró un cambio evidente porque “hoy en día, con la evolución que ha tenido la sociedad, los jardines son para toda familia de clase media. Papá y mamá trabajan, antes las abuelas era bastante común que se hicieran cargo de cuidar a los nietos y ahora también trabajan, muchas son abuelas jóvenes”.
En consecuencia, “los jardines han pasado de ser los Fruti para los niños más necesitados, a dar lugar a todos los niños de Tres Arroyos cuyos papás no pueden afrontar una guardería privada”.
A las sedes asisten familias muy diversas. “Todas son tratadas del mismo modo, somos una institución abierta, flexible. Estamos para trabajar por los niños, son nuestro objetivo”, concluye.
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El techo de Frutillitas II, una obra necesaria
La Asociación Amigos del Menor y la Familia realizó gestiones para “tratar de conseguir chapas donadas” destinadas al arreglo del techo en el Jardín Frutillitas II, trabajo que todavía no se concretó.
Karina Molina explica que “sí tenemos la mano de obra que es de un papá, que lo hace gratis, lo cual es un montón”.
Sonriendo, observa que “estamos rezando para que no llueva muy fuerte. Se cambió una parte, pero todo lo que es infraestructura es muy grande en los dos jardines”.
Cuando las precipitaciones son intensas, ingresa agua en la sala de los bebés. “Tenemos que cambiarlos de lugar el día que llueve, por supuesto que no es lo ideal”, señala.
Las instalaciones se utilizan de lunes a viernes, de manera intensa: “La verdad que recursos extras para sostener los edificios nunca hay, entonces intentamos generarlos para que no se vengan abajo. A veces queda como en un segundo plano, pero no es menos importante”.
Se concretan gestiones “todo el tiempo” ante el municipio, la Provincia y particulares para el financiamiento de los jardines.
Un buen ejemplo
En 2024, problemas de infraestructura limitaron al jardín Frutillitas I, porque se debieron realizar mejoras de magnitud en las instalaciones de gas y eléctricas.
“Sucedió desde el 18 de marzo al 8 de julio -dice con precisión-. Meses muy duros, gracias a Dios y la predisposición de todo el personal no se cerró un solo día. Fue muy difícil cocinar con mechero, con anafes, para tanta cantidad de chicos, y tratar de calefaccionar con caloventores, lo que terminó repercutiendo en el sistema eléctrico”.
La directora reitera que “el servicio no se interrumpió. Es valioso poder tener empatía con las familias, sabíamos que si nosotros cerrábamos iban a tener complicaciones”.
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Una tarea que comenzó en 1991 con 15 chicos
El Jardín Frutillitas I fue inaugurado el 23 de junio de 1991. Karina Molina señala que “en 1987 se creó la Asociación Amigos del Menor y la Familia. Fue una iniciativa de Graciela Vizzolini, su esposo Alberto y 20 matrimonios amigos”.
Cuatro años después nació Frutillitas I con 15 chicos. “A partir de ahí se fue expandiendo y evidentemente la respuesta que se brinda es la que está necesitando la comunidad”, afirma.
En el acto inaugural, Graciela Vizzolini, quien era presidenta de la Asociación y fue referente de esta obra, consideró que la mejor forma de prevenir, en materia social, es ayudando a la familia cuando aún se encuentra unida pero padeciendo algunos problemas. Dijo que “lo ideal es que surgiera un jardín maternal en cada barrio de la ciudad”.
En tanto, el jardín Frutillitas II inició sus actividades el 15 de octubre de 1999, en la sede construida mediante un préstamo del Instituto Provincial de la Vivienda.
Karina, con una mirada en la labor realizada desde los inicios, manifiesta que “Frutillitas empezó con un grupo reducido de niños y hoy en día, con los dos espacios de atención, es una gran institución de la ciudad”.
Recuerda, en el cierre de su reflexión, palabras de Graciela Vizzolini: “Como ella decía, el personal tiene la camiseta puesta. Se ha visto en muchas oportunidades, es la forma de tratar de salir adelante cuando se presenta un inconveniente”.
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