Istilart ya tiene su escultura
Fue realizada por Alan Arias. Será presentada el martes, Día de la Industria, y exhibida durante algunos días en la Plaza San Martín. Luego está prevista la instalación en el Parque Industrial. El autor valoró la posibilidad de hacer un trabajo sobre “el cerebro de Tres Arroyos”
Por Alejandro Vis
Como buen “ricotero”, Alan Arias se siente identificado con la frase “el que abandona no tiene premio”. Forma parte de la canción “Sorpresa en Shangai”, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Con esta premisa, insistió con la propuesta para realizar una escultura de Juan Bautista Istilart y finalmente, tuvo sus frutos.
“Es un proyecto que presenté hace siete años, en la gestión municipal anterior, no se dio por diferentes cuestiones. En esta gestión insistí para ver si se podía activar y así sucedió”, señala en una conversación con este diario.
La obra está terminada, el artista compartió su creación -durante la entrevista- en el taller que posee detrás de su vivienda, en el barrio Villa Italia. Va a ser inaugurada el martes 2 de septiembre a las 9 horas en la Plaza San Martín, en forma coincidente con el Día de la Industria; luego de permanecer en exhibición durante algunos días, está prevista su instalación en el Parque Industrial.
Recuerda que “pensé en homenajear a Istilart hace un tiempo. Trato siempre de ir proponiendo, preparar un proyecto e intentar ejecutarlo”.
En su descripción del proceso hasta la concreción, Alan menciona que “fui por el lado privado también durante estos siete años y no se dio. Ahora en 2025, con la gestión de Pablo (Garate) lo pude llevar adelante y además sumé sponsors privados que me bancan a mí como artista: Korronte y La Segunda, de Horacio (Espeluse)”.
Por tal motivo, expresa su gratitud. Destaca que “es fabuloso que confíen en mí. Korronte es la segunda obra que viene acompañándome, la primera fue la escultura de Malvinas (para honrar a quienes lucharon por nuestra patria), inaugurada el pasado 2 de abril en Cascallares. Es una empresa nueva que se dedica al fierro, le gusta lo que hago. Y en esta oportunidad, La Segunda también brinda apoyo”. Menciona además a “Treláctea, que me acompaña en distintas inauguraciones con sus picadas; y a Trezzo, de los hermanos Luciano y Fernando Sala”.
El viernes por la noche, visitaron el taller para observar la escultura el intendente Pablo Garate; el jefe de Gabinete, Julio Federico; el subsecretario de Gobierno y Transporte, Santiago Garate; y el director de Cultura, Educación y Derechos Humanos, Martín Rodríguez Blanco.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2025/08/Alan-2.jpg)
0-0-0
El 11 de julio de 1942 se anunció y celebró que la empresa Istilart tenía un millar de trabajadores. Por entonces, era conducida por Juan Bautista Soumoulou, quien sucedió a Istilart tras su fallecimiento, el 26 de junio de 1934.
Tal fue la dimensión que alcanzó la fábrica creada en 1898. En la escultura de Alan, se observa el detalle de la bicicleta, medio de transporte que utilizaban los obreros y que generaban un colorido especial en las calles al llegar o en su regreso a casa.
“La bicicleta es uno de los figurines, voy a agregar algunas más. La composición de la fábrica un poco está inspirada en una imagen que se puede encontrar en Internet, con muchos operarios afuera”, explica.
Incluyó elementos que tenía guardados. Menciona, como ejemplo, “la tapa de la cocina Istilart, la encontré hace muchos años entre la chatarra en Cascallares”. También fue juntando distintas piezas y “otras surgieron al azar, como las herramientas. No es que fueron usadas por alguien en particular, pero son similares a las que requerían en una producción como la de Istilart. Un símbolo del trabajo”. Entre el material de campo, hay torniquetas y varillas.
El rostro de Istilart, con sus lentes, se encuentra en el sector izquierdo de la escultura. Alan indica que “es bastante difícil poder expresar en hierro alguien tan emblemático. Lo hice a partir de una foto muy vista en Internet, no sé si lo logré del todo, no es simple llegar al realismo”. En este sentido, agrega sonriendo que “los diferentes componentes que tiene la obra, como la fábrica y los operarios, acompañan para que puedas tener una lectura completa y sientas que se trata de Istilart”.
La cabeza posee “una especie de máquina, de engranajes y resortes. Está vinculado al pensamiento de Istilart, quien tiene ADN francés. Si bien vino de muy chico a la Argentina, llega con ese ADN del país donde nació, los franceses siempre han sido revolucionarios”.
En su análisis, el artista reflexiona que “cuando vino a la llanura pampeana, su pensamiento se ha ampliado. Imagino que cuando estaba radicado en esta ciudad, se expandió su creatividad y llegó adonde llegó. Me baso en la historia de este hombre, en todo lo que se ha publicado, y en el trabajo de Juan Moizzi que hizo el libro ‘Tras los pasos de Istilart’. Uno se inspira en la historia misma”.
En el centro se observa una bandera argentina, con un mástil, porque “la fábrica se forjó en este territorio, desarrolló todo su potencial”. Tiene previsto sumar algún detalle, en otra parte de esta creación, con los colores de Francia. Hacia la derecha, en lo alto, el sol emerge con rayos largos porque “es la mañana. Los rayos dan en su cabeza, si bien cerca hay varias nubes”.
La fábrica está armada con “una chapa nueva entera. Lo que hice fue marcarla con la amoladora y doblarla. No tuve que soldar”. Al mirar con detenimiento y detalle, se aprecia en el interior a obreros en plena tarea, que aportan movimiento. En las ventanas, restaba colocar vidrios pegados, que iba a incorporar en el transcurso del fin de semana.
La escultura posee un marco de gran dimensión, lo que Alan define en realidad como “una especie de garita. Porque tiene profundidad, va forrado de chapa acanalada pintada de negro”.
Entusiasta, cuenta acerca del hallazgo fortuito de un elemento y todo lo que implica: “Fui a Zurita porque necesitaba chapas. Cuando iba caminando encuentro el tejido del radiador que tienen las heladeras atrás, me lo choqué. Dije ‘son los postigones de la fábrica’. Es como que el fierro me encuentra a mí, porque estaba primero’. No corté nada, es del tamaño que necesitaba. Vine y lo coloqué, eso me vuelve loco que suceda con la escultura. Hay una conexión y armonía”
Son experiencias que disfruta y le permiten apreciar el valor de “tantos años de meterle, de soñar”.
La mirada es conceptual, porque “a soldar se aprende, el tema es tener algo que decir”. Deja en claro que “no me considero un soldador, lo que sé hacer es unir piezas. Los anteojos los puse con autoperforante. Y a veces un remache pop me resuelve un montón de cosas, trato de ir aggiornandome a los distintos materiales de ensamble”.
0-0-0
Durante dos meses trabajó en el taller para realizar este retrato de Istilart y su fábrica. Subraya que “la verdadera obra es el trabajo previo a llegar a este producto. A la noche me acuesto pensando, es un proceso constructivo de tiempo, lo voy resolviendo en mi cabeza. Después trato de canalizar ese sentimiento en el hierro. Es vivir en arte”.
Su mujer Vanesa, quien es psicóloga, escribe los proyectos. “Somos un equipo hace años. Me gusta que haya una fundamentación que sostenga las propuestas y una descripción”, exclama. Habla con orgullo y alegría de sus tres hijos, porque su labor “es cotidiana y familiar. Ellos están muy presentes, lo hago con una libertad increíble porque me acompañan. En un taller que amo, que hice yo”.
Alan ya tiene expresiones artísticas en el espacio público: Arbolumix, en la Plaza de la Memoria; el Agricultor Pionero, en avenida Constituyentes y Camino de Cintura (Juan B. Justo); la obra de Malvinas en Cascallares; y ahora Istilart.
En este contexto, comenta que “estamos hablando con Editorial Caravana de la posibilidad de editar un librito para las infancias, de mi obra pública”.
Al hacer referencia a Arbolumix, rememora que “mide 7 metros, pesa dos toneladas y la hice en un mes. Lo resolví porque antes ¡la pensé tanto! Después me es fácil acomodar las piezas”.
0-0-0
Si bien suele ser bastante crítico con sus producciones, le gusta el resultado y está contento. “Es muy gratificante como artista, poder tener una obra de estas características en el Parque Industrial. Representar a alguien tan importante para la ciudad, el cerebro de Tres Arroyos”, dice con satisfacción.
Reitera, finalmente, que “mi mujer confió en mí desde el primer día. Agradezco a los sponsors que han apoyado y a la Municipalidad también que dio un espacio para representar parte de nuestra historia, porque este personaje es groso”.
El viernes escribió las palabras que quedarán en la escultura, debajo de la fábrica: “Homenaje al inventor y empresario industrial Juan Bautista Istilart”. Sus huellas son profundas en nuestra comunidad y permanecen absolutamente vigentes.
El arte y la fortaleza familiar
Alan tiene 43 años y realiza esculturas desde hace dos décadas. En la infancia, le atraía “la tridimensión. Con masas, le daba forma a un caballo, una vaca, distintos animales”.
Se empezó a percibir como artista cuando “cursaba en el Instituto de Profesorado de Arte Tandil y me invitaron a hacer una escultura, para una muestra colectiva de estudiantes en el Museo de Bellas Artes” de la mencionada ciudad.
Con muchas piezas de arado, que había juntado en Cascallares, armó en Tandil una obra que llamó “’Prototipo de arado’. Quedó buenísima. Esto sucedió en 2004”.
Luego de cursar la carrera, de regreso en su pueblo, “me di cuenta de todo el material que tenía mi padre”. Se llamaba Héctor Luis Arias, era molinero. “Irme me abrió la cabeza, pude ver con otros ojos”, valora.
En la entrevista, se refiere además con mucho afecto a su mamá Elsita y por supuesto, muestra felicidad por su esposa Vanesa, sus hijos Amelia de 7 años, Violeta de 6 y Nicasio de 4.
El Zorro
Un anhelo de Alan Arias es hacer una escultura de El Zorro en Cascallares, el caballo que hizo historia en las jineteadas y logró que se conociera el pueblo en todo el país.
El Zorro nació el 12 de marzo de 1972, en Monte Cura, un campo entre Irene y Aparicio. A los seis meses quedó huérfano y su dueño Omar Passarotti lo llevó a Cascallares. Falleció en diciembre del año 2000.
Docencia
Alan Arias da clases en nivel Primario y Secundario. “Tengo muchos alumnos, niños y adolescentes. Mi conocimiento lo llevo al aula”, sostiene.
Quiere trabajar en espacios amplios, sobre lo cual admite que “a veces el aula me queda chica. Busco que los chicos puedan crear con cartón, papeles. Pero después tenés que juntar, viene otra materia”.
Considera que “cuando son chicos es el momento” para desarrollar el dibujo. “En la adolescencia los padres suelen dejar de incentivarlos porque ya no les compran fibras, pinturas. Más ahora con la tecnología”, afirma. Había menos propuestas cuando él tenía edad escolar en Cascallares: “los días de lluvia me ponía a dibujar, no tenía muchas otras opciones. Si estaba lindo, las actividades eran jugar a la pelota o andar arriba de los árboles”.
Se formó en el Instituto de Profesorado de Arte Tandil (IPAT). “No me imaginaba como docente, pero en todos lados donde vas a estudiar arte te dan las herramientas para ser profesor”, concluye.