Marisa Mendiberri: el corazón y parte de la vida en el Hospital
La presidenta de la cooperativa eléctrica se desempeñó en el centro de salud durante 36 años. La inauguración de la capilla, el último jueves, y la automatización del grupo electrógeno le generan mucha emoción
El Hospital Pirovano forma parte de la identidad de Marisa Mendiberri, presidenta de CELTA. Allí trabajó durante 36 años, vivió diversas circunstancias laborales, conoció muy bien la salud pública desde adentro. En 2016 se produjo su traslado al área de recaudación del municipio, luego denominada Políticas Tributarias, donde se jubiló hace aproximadamente cinco años.
El jueves vivió con mucho sentimiento la inauguración de la capilla ecuménica, así como le otorga una gran relevancia a la automatización del grupo electrógeno del Hospital. Esto implica que ante una interrupción del servicio eléctrico, el grupo entra en funcionamiento de inmediato, sin la necesidad de que sea activado -como ocurría anteriormente- por el personal.
Al describir sus experiencias en el Hospital, indicó que “ingresé en 1980 en facturación, tenía además la guardia de viajes. Después gané el concurso de maestranza, me encargué de esa tarea y me encontraba a cargo de telefonía fija y celular. Además hacía la compra de insumos, que no eran medicamentos”. Una actividad administrativa “bastante amplia”.
Asimismo, intervenía en “internación y geriátrico de Orense”, por lo cual “viajaba una vez por mes a la localidad para poder compartir con la gente, conversar con vecinos acerca del servicio. Fue un período muy interesante”.
Observó desde su primer día como empleada el desempeño de la Comisión Amigos del Hospital Pirovano. “Es para sacarse el sombrero -subrayó-. Cuando entré ya estaba Coco Galilea. Siempre la Comisión brindó una colaboración muy importante. Se transitaron diversas etapas de inestabilidad económica, dificultades para conseguir insumos o la necesidad de comprar elementos, sin que alcanzaran los recursos. En este contexto, este grupo de vecinos voluntarios nos ayudó muchísimo”.
En pocas palabras, los Amigos “hicieron posible que saliéramos adelante”, mediante intervenciones de mucho valor para contribuir con el municipio y hacer un bien a toda la comunidad. En este sentido, mencionó que “se hizo la sala de clínica médica, pediatría, maternidad, participé asiduamente. El Hospital tiene un lugar especial en mi corazón”.
Las distintas autoridades y la Comisión Amigos “sabían la necesidad de una capilla”, pero se fue postergando su construcción porque “se necesitaba adquirir equipamiento, no era posible utilizar dinero con ese destino”: Hasta que finalmente se pudo avanzar. Marisa recordó que “yo participaba cuando hacíamos misas, la mayoría de las veces en un pasillo del Hospital, porque no teníamos un espacio o era muy pequeño”.
En el marco de este acto, se encontró “con muchos compañeros de trabajo de aquella época que hoy ya están jubilados. Decíamos todos lo mismo, que era muy movilizador haber llegado a ver la inauguración de la capilla”.
Satisfacción
En esta etapa de su vida, ella tiene la posibilidad de sumar desde otro lugar, mediante la participación de CELTA. “Siento que el Hospital es de todos los tresarroyenses y CELTA es la cooperativa de todos los tresarroyenses. Es una gran alegría”, expresó.
No va a olvidar el día en que “volví al Hospital para asistir a la inauguración de la capilla, ocasión oportuna también para hablar de la automatización del generador de energía. Viví varias épocas, en un momento el jefe de mantenimiento era Roberto Pissani en el Hospital, hubo personal en distintos momentos que -antes de la automatización- debía activar el grupo electrógeno”.
Reflexionó que “hay mucha gente que no está y a uno le gustaría que estuviesen ¡Han trabajado tanto! Para los que formamos parte del equipo de trabajo décadas pasadas en el Hospital el impacto fue diferente, porque vivimos períodos de dificultades. Haberlo logrado, de la mano de CELTA, es una satisfacción”.
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