Duport y su vida de pinceladas
Gonzalo Duport, un artista visual oriundo de Tres Arroyos, en sus breves estancias en el distrito abrió su estudio para que los interesados conozcan su proceso creativo. La Voz del Pueblo visitó su taller, donde él se encargó de guiarnos por su historia y sus pinturas
Por Juan Falcone
Gonzalo Duport es un artista visual tresarroyense, que tras vivir muchas experiencias trabajando con su arte en el exterior, durante estos períodos donde se quedó en la ciudad comenzó a implementar ideas como la del estudio abierto, que tras realizarlo por segunda vez, tuvo grandes resultados y compartió una experiencia única con el público.
Duport se mostró sorprendido, ante una cantidad de público que superó sus expectativas. “Vino muchísima gente, mucho más de lo que esperaba. Habíamos hecho un movimiento para que venga gente, pero era muchísima. Desde muy temprano hasta altas horas de la noche. Estuvo buenísimo y me dejó muy contento que se haya dado así”.
Esta idea nace en principio por algo que observó mayormente en Dinamarca, aunque el verdadero giro fue cuando abrió las puertas de su espacio creativo de manera accidental: “La intención es mostrar el proceso creativo, pero parte de una experiencia que tuve. Armamos una exposición en una casa, quedó la puerta abierta y todos entraron a ver cómo era mi taller. Había gente que revisaba hasta los descartes, para ver que había desechado, qué pinceles usaba, qué materiales. Y me llamó mucho la atención. Después de haber vivido algunas experiencias afuera, ver que funcionaba tan bien y que estaba bueno, lo pude llevar a cabo acá cuando tuve un espacio que daba las condiciones para compartirlo”.
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Tres Arroyos
Además de compartir su proceso creativo, una puerta que el arte le abrió fue el poder llegar a pintar en escuelas. Donde la conexión con los alumnos es algo único, por las ideas y la influencia que el artista puede llegar a tener: “Siempre me motiva mucho cuando me invitan de alguna escuela. Compartir alguna experiencia, intercambiar con los jóvenes las vivencias, cuando uno puede contar lo que uno ha vivido, y transmitirle que podés vivir de lo que te gusta, no es fácil, pero se puede, que sabiendo un idioma lográs abrir un montón de puertas. Y también que pregunten cosas me parece que funciona muy bien”.
Destacó un intercambio que tuvo con una docente jubilada de la EES N.º 6, en la cual pintó un extenso mural en la entrada. “Fue increíble. Hablamos con una profe ya jubilada en el estudio abierto, y estaba sorprendida de cómo los alumnos habían cuidado el mural después de más de dos años. Hicimos también unas charlas con ellos, los invitamos a participar creando. Para que el alumnado tenga una identidad con el proyecto, y que ellos se sientan parte. Que no sea una persona que viene, pinta, y ya está. Ese es el plus que le podemos dar los artistas a ellos. Contarles primero quién es uno, quién es la persona que va a estar a la salida de la escuela pintando”.
Nuestro partido vibra fuerte, y destila arte por cada uno de sus poros, pero siempre un detalle parece faltar, porque no se explota tanto la rama artística de la ciudad. Para Duport esto tiene un motivo claro: “Hay muchísimo talento, pero falta mucho apoyo. No hablo puntualmente de lo local, también a nivel provincial y nacional. Es un momento complejo para la cultura en general, porque no hay programas, becas o cuestiones que ayuden al desarrollo de la cultura ni al aprendizaje. Hacen falta acciones, la gente tiene que acompañar, para que los que están haciendo cosas sigan sintiendo la motivación de presentar proyectos. Hay que comprar obras, pagar la entrada a los conciertos, ir a los teatros, comprar libros. Hay que apoyar desde el lugar del ciudadano las cosas que pasan acá”.
Humano o máquina
El arte es de los principales elementos que se ve directamente influido por la abrupta irrupción de la inteligencia artificial. Algunos la ven como el enemigo, otros como algo ajeno, mientras que Gonzalo cree que “está buenísimo que pase, es una herramienta más, la cual no tenemos la información suficiente para entenderla. Hoy, ninguno de nosotros todavía tenemos la capacidad, porque lleva un tiempo de desarrollo y va a llevar un tiempo, que es muy rápido, pero es una herramienta más. Desde la palabra, la mirada, el compartir, no se puede generar con inteligencia artificial, pero usarla nos puede dar un montón de soluciones muy prácticas”.
Reciprocidad
Para finalizar, Gonzalo compartió una anécdota que vivió en Dinamarca, uno de sus trabajos más significativos en su carrera. “Fue un proyecto de los más importantes. Se dio la oportunidad de pintar un mural en una empresa de ingeniería que es de las más grandes de Dinamarca”.
En DIS/CREADIS le solicitaron que haga “un mural de 8x3m, en una sala creativa que tienen. Era un desafío, primero por como se planteó, tuve que hacer un boceto, y nunca pude terminar un boceto real. Cuando llegó el momento de la reunión final, lo terminé la noche anterior y presenté una idea general. Pero como creía en el proyecto, lo comuniqué, escribí algo y lo reforcé en el momento de dialogar. Quería que las personas que trabajaban en la empresa pudieran ser parte del mural. Yo lo dibujaba, pero que ellos pintaran y sean parte del proyecto”.
Una idea innovadora, pero que tomó por sopresa a quienes determinaban la aprobación de su proyecto: “A la persona que me llamó le gusto, pero el CEO de la empresa y a la encargada de comunicación, dijeron automáticamente que no. Creían que ni mi arte, ni la propuesta iba con la empresa. Después de charlar, el dueño de toda la empresa decidió seguir con el proyecto”.
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Duport puso manos a la obra, pintaba por la mañana, por las tardes intercambiaba con los trabajadores. Vivía en la empresa, con este proyecto, entre ceja y ceja “Finalmente el proyecto se dio bajo un intercambio increíble entre todos los ingenieros. Almorzábamos juntos, charlábamos, viví en la obra durante todo el mes. Era como la casa de Gran Hermano, pero pintando un mural durante un mes, en una fábrica en el medio de la nada”.
Finalmente, su trabajo reflejó las ideas que los empleados, los dueños y los interesados en el sector tenían: “Fue una experiencia increíble, el resultado fue un mural que todavía está hoy en día y es parte de la identidad de la empresa. Y lo más interesante fue la experiencia que me dejó también el dueño de la empresa, que quedó muy conforme”.
El dueño de la empresa le compartió una situación personal única, motivo por el cual se atrevió a aceptar ese proyecto que al principio no convencía: “Él me expresó por qué había elegido el proyecto. No era solo por el arte, sino porque la persona que me llevó a ese lugar, había sido quien le había dado la oportunidad a él de tener un espacio durante sus primeros años como ingeniero. Entonces como a él le dieron una mano, él me daba una mano a mí, y que yo en el futuro pudiera darle una mano a alguna persona. Esa reciprocidad, ayudar al otro, fue el aprendizaje más grande que tuve de esa experiencia”.