Crónica de un día angustiante
Texto: Enrique Mendiberri
Fotos: Agostina Alonso
(Enviados especiales)
Bahía Blanca vive sus horas más difíciles. A pesar de que en algunos sectores de la planta urbana lentamente se van recuperando los servicios de luz e internet, todavía había mucha gente esperando ser rescatada por los soldados del V Cuerpo del Ejército y la Brigada 10 de La Pampa, que en camiones tácticos ingresaban a las zonas más críticas de la ciudad y sus alrededores para socorrer vecinos.
Llegar al corazón de Bahía Blanca se fue haciendo más accesible con el correr de las horas. Pero, poco antes del mediodía, en Coronel Dorrego recomendaban ir por el camino signado por las rutas 72 y 51. El que posibilita el acceso a la ciudad por la zona noreste.
Lo primero que se encontraba al llegar por esa zona era la YPF de Jorge Newbery y avenida de Circunvalación, donde colas de 300 metros para cargar combustible daban la sensación de estar en una ciudad en guerra.
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Cientos de personas en autos, motos y a pie con enormes bidones, esperaban su turno en silencio para llevarse algo de combustible. Los pocos que hablaban lo hacían en voz baja y el dolor general se respiraba en cada metro alrededor de la proveeduría de combustible.
En el cielo, las nubes habían dejado espacio al sol y la certeza de que no iba a seguir lloviendo aliviaba. Sin embargo, a medida que nos acercábamos al centro, las imágenes dantescas de sectores de la ciudad en los que sus habitantes nunca imaginaron que iban a vivir esto generaban una profunda angustia.
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Transitar sin conmoverse entre miles de familias que limpiaban sus efectos personales como podían, sobre calles tapadas de barro y a la sombra de autos nuevos destruídos y apilados como juguetes en la pieza de un niño desordenado, era imposible.
La idea de estar en el día después de la tragedia más grande de la historia de una ciudad tan ligada a Tres Arroyos, llegaba al corazón y golpeaba.
Testimonio tresarroyense
Federico Vitelli vive en Bahía Blanca desde los 18 años. Es profesor de Historia en una escuela y la Universidad, además de colaborar en merenderos. El viernes por la noche estaba en la casa de una amiga en Villa Mitre, cuando la lluvia comenzó a intensificarse y decidió quedarse en el lugar a esperar que calme.
“En algunos lugares el agua circulaba como un río y en otras confluía. A mí me tocó estar en una de las difíciles y, a eso de las siete de la mañana teníamos el agua hasta la cintura y, para el mediodía no podíamos salir. El agua estaba hasta la altura del pecho y se hacía imposible salir. Su fuerza se llevaba troncos e incluso mi auto quedó ahí abajo”, recordó en la vereda de su casa, en la calle Espeche, a metros de Zelarrayán y muy cerca del canal Maldonado.
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El tresarroyense Federico Vitelli temió por su vida en la mañana del viernes
Federico recién fue rescatado a las 15 del viernes por una cuadrilla de autoridades que se dedicaba a evacuar gente, “ellos te dejaban en la casa de algún conocido que no esté inundado o, sino, directamente te pasaban a los puntos de evacuación”. Fuentes policiales le dijeron a LA VOZ DEL PUEBLO que el punto central de ese servicio estaba en la Municipalidad y, de ahí, las autoridades de Defensa Civil, se encargaban de encontrar un lugar en los nueve puntos destinados a eso.
“Fueron momentos de mucha angustia, de lo más peligroso que recuerde. Miedo a no vivir, digamos, porque salir a la calle era un riesgo muy marcado. Había obras de agua que estaban abiertas y vos no veías nada para abajo. También era desesperante porque se escuchaban gritos desde otras casas, de familiares que trataban de venir a ayudar, abuelos que no podían sacar. La ciudad está muy conmovida porque hace menos de dos años padecimos el temporal de viento y lluvia, y hace un mes también nos pegó una granizada muy grande. En mi caso, acababa de sacar el auto del chapista para que me arregle los bollones y ahora tengo que volver al seguro para ver si me reconoce algo de esto nuevo”, se lamentó.
El contacto con sus familiares en nuestra ciudad se transformó en una prioridad, “al mediodía (por ayer) logré comunicarme y mandarles un mensaje. Estaban muy preocupados. Trataba de administrar la batería, mandaba un mensaje y apagaba, pero pudieron saber que estaba bien”.
Según este tresarroyense, otros vecinos de nuestra ciudad conocidos suyos, también se encontraban bien, justamente por haber tenido la suerte de no estar en zonas tan afectadas, “a ellos les tocó estar en lugares que no se inundaron tanto, pero a ellos les tocó estar en sus casas, donde entró agua, y sufrieron pérdidas materiales. Porque no es sólo agua lo que entra, es agua con barro, la falta de comunicación también genera mucha angustia también. En mi caso he recibido muchos mensajes de tresarroyenses preocupados a los que no les contesté porque no tenía señal”, concluyó.
Desolación y saqueos
Ya sobre la tarde de ayer, en el centro de Bahía Blanca se podía caminar casi con normalidad.
En las veredas embarradas, los obstáculos eran muebles de casas de familia o exhibidores de negocios vacíos y rotos.
La resignación era el común denominador al buscar un testimonio, “por favor no”, nos dijeron en más de una oportunidad, pero no dudaron confirmar el temor que generaron los saqueos.
En El Palacio del Colchón, una empresa familiar ubicada en Chiclana y Pueyrredón, con más de 50 años en el rubro, la presión del agua reventó una vidriera y la mercadería comenzó a salir flotando por la primera arteria. Según comentaron allegados a la firma, varias personas aprovecharon a llevarse un colchón sin prestar ayuda. La desilusión más grande aseguran haberla vivido al identificar vecinos haciéndolo.
A pocos metros de ahí, también circulaban versiones de saqueos en una sucursal de Supermercados Cooperativa Obrera ubicada en Alsina, entre Corrientes y Espora, como así también temores a sufrirlo, combinados con la desesperanza de haberlo perdido todo.
En medio de ese pasillo desgraciado que conformaban las calles de la ciudad, la reflexión de una comerciante que lo perdió todo encendía la esperanza, “estamos viviendo una tragedia que todavía no sabemos cuántos la sufrieron. Poder estar acá tratando de salir adelante, debería ser motivo de agradecimiento”.
El Centro de Monitoreo montado por las autoridades municipales en la fachada antigua de la Estación Terminal albergaba a personal de la Policía Federal, Policía de la Provincia de Buenos Aires, el Ejército Argentino, Gendarmería y Defensa Civil. Todos realizan acciones coordinadas a las órdenes del intendente Federico Susbielles, quien después de recibir a los ministros Bullrich y Petri, además del Gobernador Axel Kicillof y el diputado José Luis Espert, periódicamente envía partes actualizados de información a través de las redes sociales del Municipio, como así también dispuso la creación de distintos puntos de recarga de celulares, donde durante 20 minutos se dispone de un enchufe para facilitar la comunicación entre vecinos.