Crearán un museo sobre Istilart
Es una iniciativa de Mariano Pérez, quien es un admirador e investigador de la obra que realizó el notable industrial en Tres Arroyos
Por Alejandro Vis
En la oficina de su estudio, el abogado Mariano Pérez ubicó en un lugar destacado una foto de Juan Bautista Istilart. En realidad, la imagen representa un vínculo que es mucho más amplio. Siente una profunda admiración por quien fue un hacedor fundamental de Tres Arroyos y por tal motivo, está preparando un museo.
Su primer acercamiento a la obra de Istilart se produjo a través de Huracán, club que preside. “Mi papá (Mario Pérez), estuvo en la comisión desde el año 40 y durante cinco décadas. Y yo hace 20 años. Toda la vida, pero nunca había profundizado nada. Siempre se dijo que Istilart le donó a Huracán los terrenos, hasta ahí llegaba mi conocimiento”, explica.
Se dieron una serie de circunstancias para que su interés creciera. Reflexiona que “algunos hablan de casualidades y hay quienes dicen que las casualidades tienen algo que ver con otras cosas”.
Uno de sus primeros trabajos como abogado consistió en realizar el trámite para la jubilación de una señora. Recuerda que “un día vino y me dijo que no tenía dinero para pagarme. Contó que poseía una estufa muy linda, que había sido de su padre y la ofreció porque ‘sé que a vos te gustan las antigüedades’. Me pagó con esa estufa, en ese momento no le di el valor que tiene”.
De a poco, a partir de información a la accedió, se sintió motivado para seguir investigando. Pudo apreciar así la magnitud de los aportes de Istilart, su visión y enorme capacidad.
Es que “tal vez sin saberlo, todo Tres Arroyos tiene algo que ver con Istilart, todos los tresarroyenses. La calle con su nombre, la Escuela 5, la Biblioteca Sarmiento, el Hospital, tantas otras instituciones”. Considera que “si alguna vez hubiese que cambiarle el nombre a la ciudad, se tendría que llamar Istilart”.
Los demás
Se trataba de un vecino que impulsó ideas destinadas a “lograr lo mejor para la ciudad, pero no lo podía hacer solo. Y pensaba en todos los demás”. Mariano Pérez se refiere -como una muestra, entre tantísimas otras- a la fundación hace cien años de la Cámara Económica: “La creó con dos metalúrgicos muy importantes. No lo hizo de manera individual o con gente de otro rubro, sino con industriales que eran su competencia. Goyenaga, principalmente, que también hacía estufas”.
En los inicios de la cooperativa eléctrica, a la mayoría de los vecinos “les resultaba difícil asociarse, llevar la luz, por un tema de costos. A Istilart se le ocurrió que los que concurrieran a asociarse, llevaran su plancha de carbón y CELTA les daría una plancha nueva eléctrica, más un mes gratis del servicio”. Agrega, en su relato, una pregunta: “¿Quién fabricaba en Tres Arroyos las planchas a carbón? Istilart. Supo trascender su interés, buscando el beneficio de toda la comunidad”.
La adquisición de tres manzanas para la fábrica, en cercanías de la vía, obedecía a razones muy bien pensadas. “Nada sucedía porque sí. El ferrocarril pasaba por ahí, tenía la posibilidad por un desvío que habían hecho de poder cargar los productos con mucha más facilidad”, argumenta.
Otro caso interesante es la obra del Hospital Pirovano. Mariano Pérez relata que “sabemos que los humanos tenemos más o menos cierto ego, o deseos de figurar. El generó un esquema en el que incluyó las salas de operaciones, si aportabas tanta cantidad de plata iban a llevar tu nombre. La sala de instrumentistas, que era un poco más chica, tendría tu nombre con menos cantidad de plata; lo mismo con otros sectores. En una semana reunió todo el dinero que necesitaba”.
En campañas para juntar fondos, en distintas instituciones, “Istilart agarraba una hoja y se ponía primero con un monto generalmente importante. Después cuando iban a ver a otros vecinos, con determinado poder adquisitivo, no querían estar muy lejos de ese monto y acompañaban”.
Se caracterizaba además por ser un lector empedernido y advirtió que “la concurrencia era reducida en la Biblioteca Sarmiento. Vio que el horario de trabajo de la gente coincidía con el horario que estaba abierta la biblioteca. Propuso abrir entre las 19 y la medianoche, no se habían puesto mucho de acuerdo, entonces se hizo cargo él del funcionamiento en este horario. Así logró que muchos más vecinos puedan concurrir”.
La cocina
Comenzó la producción en la fábrica, a partir de 1898, no con la emblemática cocina económica, sino con “el embocador. Era una especia de sinfín. Después fue avanzando con otros productos relacionados al campo”.
Durante este proceso de fabricación, “se dio cuenta que tenía muchos retazos de acero o hierro. Por entonces, se había puesto bastante de moda en Europa y Estados Unidos la cocina a leña. Empezó a utilizar estos retazos para producirla en 1915. Lo fue definiendo sobre la marcha”.
Durante la Primera Guerra Mundial se registró una escasez de materia prima, no se podía importar acero y hierro. “Istilart le encontró la vuelta de una manera muy sencilla. Armó una cuadrilla de ocho camiones, dividió el partido de Tres Arroyos en ocho partes y salieron a comprar los restos de máquinas agrícolas que había abandonadas. Con eso juntó material, lo fundió y siguió trabajando”, destaca Mariano Pérez.
En Huracán
En 1924, le pidieron prestado el predio para el club Huracán y una década después, el 26 de junio de 1934, Istilart falleció. “Durante esos diez años los dirigentes le solicitaron una definición, a ver si se los iba a regalar, si se los vendía, si se los alquilaba. El siempre les daba la misma respuesta; ‘sigan así que van bien’”.
En el testamento no indica que le dejaba a la institución las dos manzanas, sino que quedaban en manos de su persona de confianza Juan Bautista Soumoulou (albacea en su testamento)”.
En estas circunstancias, “se supo la verdad. Istilart decía que si se lo regalaba, los dirigentes de Huracán podían decir ‘ya está, ya es nuestro, ahora no hace falta esforzarnos tanto’. Los tuvo cortitos hasta que él falleció y quedó la propiedad para Huracán”.
Construyó su casa “en medio prácticamente de la fábrica. Por la parte del frente miraba hacia el club, podía observar lo que estaban haciendo, y por los ventanales traseros ver el funcionamiento de la fábrica”.
Formó a empresarios, que luego generaron otras firmas como sucedió con “Aiello y Cerri; Quantín; o los impulsores de Eima”.
El reconocimiento
Ha sido relevante “la determinación que mantuvo para intentar siempre lograr el desarrollo de la ciudad”.
Mariano Pérez plantea que “en tiempos en que estamos con el individualismo muy exacerbado, queremos solucionar nuestros problemas y nada más, él buscaba todo lo contrario, que la sociedad en general tenga una solución”.
Con un punto central, afirma que “Tres Arroyos debe conocer la historia, las ideas que Istilart tuvo y en lo posible llevar a la práctica un montón de cosas. Y debe ser reconocido de una manera que no lo es. Hay un proyecto de poner su nombre al Parque Industrial, más allá de eso creo que todos tendríamos que tener un mayor conocimiento de lo que hizo”.
Los productos
El proyecto de formar un museo “se fue dando también medio por casualidad. Luego ya lo fui programando y ahí empecé a buscar. La verdad es que en todo el país hay algo de Istilart”.
Cuenta que “la fábrica Istilart hizo alrededor de cien productos a lo largo del tiempo, algunos con mayor éxito y otros con menor éxito, algunos son más fáciles de conseguir y otros más difíciles. Yo tengo aproximadamente cincuenta artículos”.
Mariano Pérez evalúa “la posibilidad de comprar un galpón y poder hacer ahí el museo. Pero necesito el asesoramiento de gente que sepa”.
En forma paralela, está definiendo empezar a escribir un libro: “Tengo la base, he ido consiguiendo más cosas, todos los días aparecen elementos para agregar”.
En el cierre de la entrevista, anticipa que la idea es “crear una fundación, que pueda logre una continuidad en el tiempo y para que tenga reconocimiento a nivel estatal. Es mejor realizarlo desde una entidad antes de que lo haga un particular”.
La entrevista de Mundo Argentino
Mariano Pérez encontró un reportaje realizado por el semanario Mundo Argentino a Juan Bautista Istilart, que fue publicado en enero de 1931. Lleva como título “La base de Juan B. Istilart, industrial poderoso, fue una trilladora comprada al fiado”.
Sobre el mencionado artículo, indica que “Istilart explica que se tuvo que hacer dibujante, nunca había estudiado ni nada por el estilo, diseñaba todo lo que fabricaba. Es la única nota de esas características que he visto”.
Le llama la atención que el industrial “habla como si fuera hoy. Cuando lo consultan sobre el Estado, pide que no intervenga, ‘que nos dejan trabajar’. Introduce el tema del costo de las fletes. Son planteos que siguen teniendo vigencia y actualidad”.
Un viaje a Hasparren
Juan Bautista Istilart nació el 29 de junio de 1867, en el pueblo Hasparren, en la región vasco francesa de los bajos Pirineos, muy cerca de la frontera con España. En 1873 la familia se radica en Macaye, un poblado muy cercano.
Como parte del interés por su historia, Mariano Pérez se contactó con las autoridades de Hasparren. Señala que “voy a ir este año. Quedamos en que íbamos a tener una reunión y dar una charla. En septiembre viajaré a Francia, al lugar de nacimiento de Istilart”