Claves para equilibrar las emociones negativas
Por Martina Lasaga (*)
Las emociones son el termostato a través del cual percibimos y analizamos nuestro sentir. Son automáticas e inconscientes, irrumpen en todo momento; tanto las que consideramos satisfactorias como las que nos generan malestar.
¿De qué depende la regulación de las emociones y de qué forma nuestra actitud las puede gestionar?
A través de extensos estudios, los expertos han coincidido en que lo verdaderamente importante para poder gestionar tu regulación emocional es aprender a moldear la forma de reaccionar ante lo que te sucede y no las circunstancias en sí mismas. Lo que esto implica, por lo tanto, es que tu interpretación y percepción de las emociones puede cambiar la forma en que realizas tus respuestas.
Cuando las personas son emocionalmente vulnerables suelen vivir atemorizadas y preocupadas, incluso por situaciones que no existen; algunos ejemplos concretos son la ansiedad por algo que aún no ocurrió, desconexión y desmotivación extrema que se transforma en depresión, el estrés con la imposibilidad de poner límites, el cuerpo físico extenuado por un cansancio extremo o agotamiento o la tristeza, cuando no se logra resignificar un hecho de cualquier tipo para transformarlo en aprendizaje.
Por supuesto que es fácil decirlo, aunque no tan fácil de ponerlo en práctica, debido a que cada persona contiene un bagaje emocional ante ciertas heridas o situaciones y a veces no es tan sencillo hacer ese cambio, aunque con paciencia y perseverancia se puede lograr.
Cada uno viene con una configuración personal del mapa emocional y cuando apretamos el “interruptor” esas emociones suelen activarse. Por ejemplo, en el ambiente deportivo es fácil visualizar las diferentes reacciones de equipos y jugadores ante un triunfo o una derrota. Lo importante es tomar conciencia para lograr un crecimiento y aprendizaje intentando mejorar o no repetir situaciones de las cuales no nos sentimos orgullosos.
Yendo a una explicación más fisiológica, en el cerebro existe un pequeño órgano llamado amígdala que es la encargada de ¨disparar¨ las emociones mediante respuestas automáticas, por ejemplo la de escapar cuando aparece una amenaza, por eso, a veces el gestionar las emociones puede ser tan difícil.
Algunas claves
-Reconocer y anticipar un desencadenante
-Elaborarlas y encontrar el significado de base
-Procesarlas, dar espacio a la reflexión profunda y honesta
-Encuadrarlas, categorizarlas te ayudará a aplicar estrategias de afrontamiento
Recordá que la intención no es tapar o esconder las emociones, ya que uno de los motivos psicosomáticos más frecuentes que derivan, incluso en enfermedades, es esconder las emociones.
Sí se trata de enfrentarlas y encauzarlas de forma integrada. Como te va a tocar atravesarlas de todas maneras, lo que vas a tener que elegir es cómo equilibrarlas y abordarlas para darles un nuevo significado.
¿Cómo lograrlo?
-Pensá en situaciones similares que hayan sido puntos de referencia en tu vida
-Intentá no focalizarte sólo en lo que te preocupa
-Realiza una lista de gratitud para visualizar todo lo que sí tenés de positivo en tu día a día
-Practica la respiración consciente
-Camina y conecta con la naturaleza para renovar tus energías
-Compartí momentos con niños o mascotas para apoyarte emocionalmente
-Conversa con alguien de confianza para sentirte escuchado y disminuir tu carga emocional
-Transforma frases negativas en positivas
-Hace alguna actividad que te guste y te haga sentir bien
Todo proceso de transformación implica enfrentarnos inevitablemente, con emociones y sensaciones que tendremos que atravesar y procesar para lograr el cambio que estamos buscando…
(*) La autora es licenciada en Economía (egresada de la UNS). Con especialización en Economía del Comportamiento (UCEMA) y Neurocoaching. Experta en Bienestar y Felicidad Organizacional (Universidad de Nebrija, España).