Claromecó y la noche: llegó el momento de una definición
OPINION
Por Enrique Mendiberri
Como tantas otras veces, Claromecó vuelve a estar en el centro de la escena previa a la temporada. En esta ocasión, a raíz de la inexistente oferta de esparcimiento nocturno para los jóvenes. Un tema que no debería ser tan polémico, si el lugar elegido no fuera un rincón de la Estación Forestal. El famoso Vivero Dunícola.
Cuando falta menos de dos meses para el inicio oficial de la temporada 2025, la principal playa del distrito de Tres Arroyos no tiene una propuesta nocturna para sus turistas más jóvenes. Atrás quedaron aquellas cuadras de boliches donde lugares como El Búho o Monkey, y más adelante en el tiempo La Barra, hacían de Claromecó una localidad con oferta completa: playa de día y diversión de noche para todas las edades.
Distintos factores hicieron que hoy, la nocturnidad no tenga sede. La pandemia desarrolló la idea de fiestas en los médanos, con esa combinación de adrenalina de desafiar a las autoridades (muy propia de los jóvenes), economía, libertad y aire libre.
Con el peligro latente como común denominador, la opción a la que apelaron muchos en los últimos dos veranos tiene un rechazo de plano por parte del nuevo Gobierno Municipal que, aseguran, no encontró más eco entre los empresarios del rubro que el del joven Bruno Chiquette. Tal vez el emprendedor más tenaz de esta nueva generación y, por ende, el único que recogió el guante para hacerse cargo de la propuesta.
Según pudo saber este diario, Chiquette tendría todo listo para desarrollar su emprendimiento de diversión diario. El lugar donde realizarlo, si bien lo propuso él en el Concejo, habría sido cedido por el propio intendente Pablo Garate, quien lo autorizó y éste lo incorporó a sus planes de esparcimiento.
Con los fantasmas todavía vigentes de los incendios de distintas magnitudes en 2001, 2003, 2006 y 2014, que llegaron a reducir en una gran proporción la superficie verde del Vivero, la polémica se acerca al galope antes del tratamiento de la autorización por parte del Concejo.
Para el debate, los emprendedores aseguran tener todo previsto. Bomberos, caminos alternativos, contrafuegos y demás. Sin embargo, para no pocos vecinos, todo parece insuficiente. La razón también es debatible, el peso de la historia y una ordenanza que reforzó la protección del espacio natural, difícil de sostener.
A destiempo
“Todo lo que pueda arreglar lo dejaré para mañana”. Puede escucharse en una letra de Adrián Dárgelos, cantante de Babasónicos, una de esas bandas de rock nacional que todavía siguen sonando en la nocturnidad que muchas familias que pretenden ir a Claromecó ponen como filtro para elegirlo como destino turístico.
Por eso, si la diversión es una pata clave en la oferta de la llamada “industria sin chimeneas” ¿Por qué se lo dejó para fin de año? ¿Por qué en lugar de poner énfasis en un afán recaudador como el anunciado por el director de Turismo, Pablo Ledesma, en junio, cuando dijo que no podía promover el 95% de los servicios gastronómicos ni de alojamiento porque no cumplían con “las exigencias” del Municipio, no primó la sensibilidad por el verdadero servicio ausente?
Será porque, como Dárgelos, “todo lo que pueda arreglar hoy lo dejaré para mañana”.
Pero el futuro llegó otra vez y, además de chocar con una contradicción al difundir las playas de Tres Arroyos en la Feria Internacional de Turismo, después de haber fundamentado la imposibilidad de hacerlo, sumó otro “palo en su propia rueda” (por apelar a las metáforas del oficialismo), y así se va acercando otro verano en Claromecó sin oferta nocturna.
Tal vez llegó el momento de definir qué tipo de turismo se busca para la costa tresarroyense. Uno de los bastiones naturales más bellos de la Provincia, pero al mismo tiempo cada vez más grande. Más poblado. Más económicamente activo.
Muchos de sus pobladores esperan la temporada para hacerse el año, pero en no pocos de ellos, la idea de hacerlo con una noción de “no crecimiento” aún permanece vigente. Una contradicción que, lamentablemente, el progreso hoy los obliga a elegir. No se puede recibir miles de turistas todos los veranos sin propuestas de diversión nocturna. Su ausencia ahuyenta los capitales que su población necesita.
Por eso, si el pueblo no se puede poner de acuerdo, es un deber de las autoridades definir el Claromecó que se quiere para Tres Arroyos. Entre tantas cosas nuevas que el intendente desea implementar para despegarse de la gestión vecinalista que destronó el diciembre, pero que a la luz de los nombres con los que va reemplazando a sus funcionarios salientes parece difícil de lograr, tiene en el esparcimiento turístico un desafío grande. Será eso o la aceptación de Claromecó como un destino slow o para gente mayor o sin hijos. Su actitud en esta historia, demuestra que el camino que pretende seguir es el primero, el que comprende a los jóvenes. Hacerlo de manera segura y responsable en 2025, puede ayudarlo a encontrar la respuesta adecuada en un futuro no muy lejano.