Alan Arias presenta una escultura en homenaje al resero en La Estación
Es un trabajo que le pidieron realizar Leonardo Hugo e Ivonne Aizpurua, de manera particular. Ayer fue instalada en el Centro Cultural y será inaugurada formalmente el sábado a las 20 horas
Por Alejandro Vis
El artista Alan Arias expresa su alegría por la posibilidad de compartir con el público una escultura en homenaje al resero, cuya realización fue solicitada por una familia de Tres Arroyos. La obra fue instalada ayer en el Centro Cultural La Estación y será inaugurada formalmente el sábado a las 20, como parte de la 55ª Fiesta Provincial del Trigo.
En un diálogo con este diario, Alan cuenta que “le plantee la idea a los chicos del Centro Cultural, estoy muy agradecido porque me dieron un espacio donde está la bandera”.
Es un trabajo que le pidieron Leonardo Hugo e Ivonne Aizpurua, quienes son hermanos. “Cuando yo estaba ejerciendo la función de director de Cultura, un domingo había salido una nota muy linda en La Voz del Pueblo y Hugo, como lo compra y lo lee habitualmente, se apareció en el Centro Cultural La Estación acompañado de su hija, durante un festival de hip hop -recuerda-. Dijo que había leído el artículo, que le encantó todo lo que decía, cómo trabajaba, y me fue a buscar para hacer una escultura”.
En este sentido, Alan valora que “eso fue hermoso porque uno a veces toma las redes sociales, sube fotos, y la verdad que en casi todas las obras que he tenido que hacer por encargue siempre han venido porque leyeron el diario. Le agradezco un montón a La Voz del Pueblo, hay un sector de la población que aún se sienta a leer el diario, no es todo redes sociales, me ha abierto muchas puertas”.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2024/03/03-1024x746.jpg)
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2024/03/05-1024x743.jpg)
Menciona además que “Hugo escribe cartas de lectores cada tanto en el diario. Le dije que lo esperaba en el taller, fuimos hace tres meses al campo a ver el espacio donde va a ubicarse la escultura”.
Al describir el motivo de la obra, comenta que “es un homenaje a su bisabuelo que si bien fue peón de campo, también hacia cada tanto este oficio de resero”. Es por extensión un reconocimiento al trabajo, a la dedicación.
Alan manifiesta que “también me toca muy de cerca porque mi abuelo materno, Alberto Suárez, fue resero. De alguna manera estoy reivindicando un oficio familiar, lo siento en una fibra personal”. En este sentido, agrega que “mi abuelo era de andar arriando vacas de un campo a otro, aprendí el amor por los caballos porque más de una vez me ha llevado a un campo cuando yo era chiquito”.
En el análisis de este nuevo paso en la tarea artística, dice que “estoy muy agradecido al campo que es en este momento el motorcito, porque generalmente los pedidos para una escultura vienen de ese sector. Más allá de que es un privado el que adquiere mi obra, no quería dejar pasar la oportunidad de mostrársela al público de Tres Arroyos y la zona, en una cita tan importante como la Fiesta del Trigo”.
Define la posibilidad de exponer su trabajo como “un mimo. Es lindo escuchar lo que dicen, que la gente se acerque y vea como está conformada la obra”.
Al respecto, señala que “trabajo con piezas de máquinas agrícolas, tiene una gran cantidad. Las medidas son en escala real, completamente en hierro, le fui incorporando detalles cromados, genera un contraste muy lindo con el óxido. He anexado piezas nuevas, me siento muy conforme con el resultado”.
En fotografías, tiene un registro de cada escultura de caballos y subraya que “la idea es ir superándome día a día. A veces no me terminan de convencer. Esta vez, quizá modificaría algunas cositas, pero en general estoy conforme”, reitera.
/https://lavozdelpueblocdn.eleco.com.ar/media/2024/03/Alan-2-1-556x1024.jpg)
El bisabuelo
José Ignacio Aizpurua y Artola era de origen vasco, llegó en 1852 con su esposa Nicolasa Zeberio y Azpiazu. Son padres de Miguel Ignacio Aizpurua y Zeberio; abuelos de Leonardo Juan Aizpurua y Amorena y bisabuelos de Ivonne Mercedes y Leonardo Hugo Aizpurua y Kuhn.
Nació en Zizurkil, Gipuzcoa el 27 de marzo de 1824. Murió en Tres Arroyos el 27 de agosto de 1912, a los 88 años.
Ivonne Aizpurua dice que “nuestro padre recordaba preguntarle porque se había venido al país: ‘Allá no había comida para todos’, era su respuesta”.
En armonía
Desde que la familia Aizpurua le encargó la obra, destinó varias semanas a juntar el material. “No tengo camioneta, iba en auto a Cascallares a buscar el fierro. Viajecito de hormiga, traje todo en el baúl, después una vez que selecciono el material es más fácil, pude avanzar muy bien con la obra. Me lleva más tiempo recorrer la fila de chatarra, analizarla, tengo en Cascallares un predio lindo donde me siento a observar las piezas, voy dibujando”.
Durante el armado de la escultura se genera “una interacción con las estructuras, un ida y vuelta, es propio del artista y de la creación. Cuando logras la sintonía y armonía con lo que estás haciendo, el resultado es muy positivo”.
Es un caballo que va a reflejar una postura dinámica. “Los fierros que incluí respetan el movimiento y simulan la musculación del equino, por lo tanto lo hacen mucho más realista, cada pieza que coloqué es parte de un músculo -argumenta el autor-. Según como sea la forma de la pieza, va colocada en la parte que se necesita para expresar ese movimiento”.
Al respecto, puntualiza que “he pensado mucho cada parte que está soldada, para que demuestre que el caballo está vivo en esencia”.
Sonríe al hablar del gaucho y exclama: “¡Está con un poncho espectacular! Si bien se encuentra sentado, acompaña el movimiento del caballo con sus gestos”.
En sus palabras, da precisiones y se percibe el entusiasmo propio de quien lleva adelante su actividad como una elección de vida. “Los detalles te llevan mucho tiempo. Dibujo, observación -detalla-. En realidad me inspiré en la moneda que salió en nuestro país en la década del 60 en homenaje al resero, una moneda de diez pesos. Me la regaló un amigo”.
Caballo pasuco
Con la mirada en las raíces, sostiene que “el resero es uno de los oficios importantes que tuvo nuestra patria”.
La escultura es de un caballo pasuco, cuyas características son particulares. Alan lee una definición: “Es dueño de un andar único, marca sus pasos con sus extremidades diestras y siniestras en perfecta sincronía. El desplazamiento de sus extremidades no se sucede en diagonal como ocurre con cualquier otro equino, sino en línea, y así va él todo señorial con un andar refinado, cuasi glamoroso”.
Observa que “avanza en línea la pata delantera y trasera, no es como el caballo más habitualmente visto que va en diagonal. En su época, eran buscados por los reseros”.
Costumbrista
Uno de los proyectos de Alan es realizar con Editorial Caravana un libro sobre sus esculturas, “con un formato para jardín, primaria y secundaria. Tratar de hacer una edición linda, que los chicos puedan trabajarlo en las escuelas. Me han visitado en el taller y hacen consultas, eso me gusta mucho”.
Reflexiona que “sin darme cuenta, miro para atrás, veo que tengo obras que hablan mucho de nuestras costumbres. El indio tehuelche que hice una vez para una estancia, al igual que el agricultor pionero. Son parte de nuestra identidad”.
En el cierre de la entrevista, expresa su agradecimiento a Leonardo Hugo Aizpurua, su señora Graciela Noel e Ivonne M. Aizpurua y familia” por “el respeto y la manera en que se han manejado conmigo”.
El resero
Por Leonardo Hugo Aizpurua
Acompañé a mi padre a la sección quintas fuera de la ciudad de Tres Arroyos, tenía que ocupar a unos reseros para llevar una tropa de terneros a un remate en la Sociedad Rural de Tres Arroyos.
Nos bajamos del Dodge 1938, nos saludaron toreando unos perros, golpeamos las manos, salió una mujer a recibirnos y nos invitó a pasar a la cocina de la casa. Era el típico rancho argentino de paredes de adobe y piso de tierra, la entrada al rancho no tenía puerta y colgaba una cortina.
Nos invitaron a tomar unos mates, se notaba que la mujer era muy trabajadora y prolija tenía todo ordenado dentro de la humildad del lugar. En una de las paredes de la cocina pintadas de color rosa tenía colgados dos cuadros grandes uno del presidente de la república el general Juan Domingo Perón y otro de su esposa Eva Perón y en una repisa una réplica de la Virgen de Luján. Mi padre se puso de acuerdo con el resero cuanto le iba a cobrar, generalmente iban dos o tres reseros que ayudaban al jefe.
Esta profesión entró en crisis cuando llegó el camión para transportar hacienda.
El resero era un hombre de origen humilde, cuyo único capital eran sus caballos y la herencia cultural de saberlos amansar y tenían sus clientes que le pedían un caballo de andar. Estos reseros orgullosos de su profesión cuando pasaban seis meses o un año le decían a su cliente ”está de riendas” está para andarlo. La preocupación del resero todo el año era el pasto para sus caballos porque para tenerlos bien comen más que una vaca.
Este resero murió de viejo, de muerte natural y la viuda que era descendiente de los pueblos originarios siguió viviendo en el rancho de adobe y sus hijos cuando progresaron económicamente trabajando honestamente llamaron a su madre para que se fuera a vivir con ellos en una casa con todas las comodidades. La madre les dijo que no, que a ella le gustaba mirar las gallinas en el patio, ir a la huerta que ahora hace uno de sus hijos, y mirar en el potrero un caballo viejo que está jubilado como ella y una de las hijas le dijo a sus hermanos “respetemos la decisión de mamá, que siga viviendo en el rancho de adobe”.