El contexto en el que nos toca vivir a unos varios como egresados nos hace replantear muchas cosas, decisiones del día a día pero también de lo que vayamos a hacer en un futuro cada día más cercano. Estos pensamientos, y las futuras decisiones que estos conlleven, nos necesitan serios, empáticos, solidarios y sobre todo responsables.
Ahora bien, apelamos a controlar y suspender los festejos desmesurados de los jóvenes durante la semana del estudiante, con fuerte presencia policial, de inspectores, y bajo la clara amenaza de severas multas para quienes intenten juntarse a festejar la llegada de la primavera, y el Día del Estudiante.
Como jóvenes, claro que lo entendemos, lo respetamos e intentamos que nuestros pares tomen conciencia.
Pero por favor, no caigamos en el discurso berreta y falto de argumentos de “la juventud está perdida; los jóvenes son el problema” porque si el maldito virus circula y nos afecta, es por la irresponsabilidad de todos y cada uno de quienes integramos la comunidad. Y sí, claro que se podría generar un colapso del sistema de salud si vemos un gran foco infeccioso por las juntadas de los jóvenes, pero también los vamos a ver por el asado de Juan con 15 amigos más, o por el té de las 5 que toma Norma con 6 amigas.
Vemos la irresponsabilidad esperando afuera del banco, cuando vamos a comprar al mercadito del barrio, o cuando hacemos cualquier actividad y no nos cuidamos como se nos recomienda.
Está más que claro que el corriente año nos sacó todo como egresados, y cuando digo todo, es eso. Pasamos solamente dos días en el aula.
Por suerte, destino o casualidad, pudimos realizar el famoso UPD (como siempre, nos llevamos miles de críticas los jóvenes), y ahí termina nuestra experiencia como promo.
¿Festejar la primavera? No, claro que no. Quiero que los que me rodean estén bien, y no tener que pasar por una situación límite de salud. Pero apelemos a ser igualitarios en todo, en derechos pero sobretodo en obligaciones, que van absolutamente de la mano; no podemos cargar a la juventud con la responsabilidad de algo que aun no es.
Esta situación no amerita seguir ensanchando una grieta moral, ni de franjas etarias. Es momento de construir juntos, de escuchar, de prestar atención a las críticas constructivas, de abrirse al dialogo; todos queremos salir adelante y que nuestras vidas vuelvan a la normalidad.
Seamos solidarios, empáticos y responsables, no solo con nuestros hechos, sino también con lo que decimos. Son tiempos duros, en que todo puede llegar a afectarnos.
Somos el motor de un cambio que indudablemente se debe producir, y ahí estaremos como jóvenes, al pie del cañón para salir adelante todos juntos.
No hay dudas que, cuando la situación sanitaria y epidemiológica lo permita, tendremos que reunirnos y festejar, todo lo que ahora no podemos. Pero hoy no es el momento.
Les pedimos, les imploramos que se cuiden, que practiquen las medidas de higiene, por vos, por los tuyos, por quien vos QUIERAS. No te rindas, lo mejor está por venir.
Lucas G. Britez, 17 años
Presidente Centro de Estudiantes del Instituto Secundario Claromecó.
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El compromiso con el prójimo
En este 2020 una palabra que está en mi cabeza es empatía.
Yo a esto lo relaciono con el tema de la pandemia, porque creo que poca gente se paró a pensar en los demás. Sé que a todos nos afecta esto, pero hay personas a las que les afecta mucho más, como a los enfermos, a los que tienen que estar aislados, a los niños que comenzaron contentos su primer día de clases, a los egresados 2020 que no pueden viajar ni disfrutar su último año, a los que perdieron el trabajo, entre otros.
También lo relaciono con el vÍdeo “Ser irresponsable, te hace responsable”. Mucha gente, la mayoría jóvenes, que se reúnen con sus amigos sin respetar las medidas sanitarias, pensando que por su edad el virus no les va a afectar. Pero ellos serán los responsables de trasmitir el virus a adultos mayores y a personas con enfermedades crónicas, que corren mayores riesgos.
Todos los habitantes del mundo estamos enfrentando esta pandemia causada por el coronavirus. Sobre ella nos quejamos porque no podemos salir, no podemos disfrutar unos mates con nuestros amigos o familiares, pero por nuestras irresponsabilidades los médicos tienen que trabajar de lunes a lunes para atendernos, con más de cien días de cuarentena haciendo rutinas estresantes que los agotan. Entonces creo que hay que ponerse en el lugar de los demás…
Más en este tiempo que se acerca la primavera, los jóvenes irán a Claromecó, como es costumbre, pero en mi opinión eso está mal, no tienen que dejar que vayan a festejar dicha fiesta. Cada padre tiene el deber de que su hijo o hija entienda que en estos tiempos no se puede, que hay que esperar, y que por ahora hay que resguardarse en el hogar.
Para terminar, hay que tratar de comprender los sentimientos de los demás, intentando experimentar lo que sienten. Y aportando, cada uno desde nuestros lugares, nuestro compromiso con el prójimo.
Benjamín Fígaro, 14 años
Colegio Nuestra Señora de Luján, 2º A.
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El virus que paralizó al mundo
Un dieciséis de marzo del año 2020 todo cambio. Ni el más soñador, visionario o pesimista hubiera imaginado algo así. Arribó un virus llamado “Covid-19” que paralizó al mundo, encargado de colapsar hospitales, desestabilizar las economías e incluso apoderarse de la vida de muchas personas.
Es así que hoy todos nos preguntamos ¿Cuándo llegará la vacuna? ¿Se terminará algún día? ¿Cuándo nos podremos reunir con nuestros amigos? En nosotros solo quedan las miradas, algo que hasta hace poco no valoramos, únicamente escuchamos el sonido de voces distorsionadas por el tapaboca que llevamos puesto.
En lo personal analizo que en esta cuarentena tuve que adaptarme a muchos cambios, empezando por no ir al colegio. Eso implicó que tuviera que hacer charlas virtuales e incluso tareas por medio de una pantalla; fue difícil adaptarnos antes esta situación pero viendo el lado positivo de esta pandemia pude compartir más tiempo en familia.
Ser irresponsables nos hace Responsables
La divulgación del video “Ser irresponsables, nos hacer responsables” me hizo reflexionar y pienso que ante esta situación todos tenemos que asumir el compromiso de quedarnos en nuestras casas, para que de este modo los centros de salud no sean colapsados, y que nuestros héroes, personas cuya actividad no era valorada, como médicos, enfermeras, camioneros, recolectores de residuos y personal municipal dedicado a la limpieza, entre tantos rubros más, puedan desempeñarse con menores riesgo de contagios.
No nos damos cuenta, o quizá sí, pero estamos escribiendo la historia de un año atípico. Un año en donde los aviones se quedaron en la tierra, los humanos se quedaron en sus casas dándole la libertad al mundo animal (siendo ellos los protagonistas de las calles). Un año donde abrazarnos con un amigo o familiar se volvió un acto de locura, un año donde se acercó algo oscuro que nos tapó a todos.
A la vuelta de todo este viaje tan incierto ¿Qué nos esperará?...
Stephanie Gancedo, 14 años
Colegio Nuestra Señora de Luján, 2° A.
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El virus
Lo miraba desde lejos, sin importancia, sin preocupación.
Al otro día amaneció y sintió su cercanía, con ella un poco de miedo aunque siguió.
La mañana siguiente se despertó, pero esta vez solo, no había nadie a su alrededor, nadie que lo pudiera contener.
El sol volvió a salir pero cada vez se sentía más solo, extrañaba a sus pares, su vida de antes.
Entendió cómo se le escapó en tan solo segundos, sin darse cuenta.
Así comprendió cómo tendría que disfrutarla cuando su soledad ya no existiera.
Por María Paz Eceiza, Colegio Holandés
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Ella
Ella,
ella y su dulce voz bella,
que con ella despierta todas las estrellas
cuando por las noches, de reojo mira por ella.
La ventana, la que le da un sorbo de la realidad,
en esa habitación tan vacía
ella no aguanta más,
sintiendo el verdadero peso de la edad.
El que hace días no sentía,
antes de que la invada una enfermedad
que cada día la aniquila,
haciéndole saber
que en alguno de estos días,
va a llegar el día final.
Por Julieta van Strien, Colegio Holandés
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El virus
Pensé que era una pesadilla, no sabía si lo que estaba pasando era mi imaginación o simplemente eso estaba ocurriendo, no quería ni pensar que miles de personas estaban muriendo por un VIRUS maligno que entraba en tu sistema respiratorio y te afectaba gravemente.
No quería ver que muchísimos médicos estaban arriesgando su salud para salvar la de otros, no quería ver que muchos policías también arriesgaban su salud para evitar que personas inconscientes salgan de sus casas.
Fue ahí que me desperté, y me di cuenta que todo lo que había pensado que era una pesadilla realmente estaba pasando y reflexioné de lo separados que estamos como humanidad, de lo poco que nos respetamos, de cómo no tomamos conciencia hasta que algo sucede.
Y así siguió, todos los días cuando me despertaba el virus seguía entre nosotros y no quería irse.