25|06|23 11:37 hs.
El 21 de junio se celebró en Argentina el Día del Apicultor, profesional cuyo trabajo consiste en el cuidado de las abejas melíferas para obtener la miel, sumado a la crianza de reinas para su venta a potenciales productores. Allí radica la importancia de promover una actividad que no solo produce el producto principal, sino también cera, polen, propóleos y jalea real.
Mariano García (39) es apicultor desde hace 27 años, de manera tal que conoce bien de qué se trata este tema. Su familia está compuesta por su mujer Yesica Paoloni y su hija Paloma (8). Nativo de Indio Rico -partido de Coronel Pringles-, está radicado en ese pueblo hace 39 años, lugar en el cual es feliz haciendo lo que más le gusta.
Para conocer un poco más acerca de su labor, La Voz del Pueblo estableció un contacto telefónico con el protagonista de esta historia, quien en primer lugar hizo referencia a sus orígenes en esta actividad. “Arranqué a los 12 años a través de una propuesta que me hizo mi madre, ya que me había regalado tres colmenas cuando era un chico. En ese momento no entendía absolutamente nada de qué se trataba, no te miento. Como era un regalo, lo acepté”, recordó al inicio de la nota Mariano García.
Su padre siempre estuvo relacionado con el campo, por eso decidió instalar ahí esas tres colmenas. Y agregó que “a los 12 años me fui a hacer el secundario a la Escuela Agropecuaria de Tres Arroyos (EATA), lugar en el cual tuve la materia apicultura. Me iba bastante bien (risas) y de a poco me fui empapando. Pude ir conociendo con el paso del tiempo la tarea como apicultor porque me abrió el corazón por completo: amo lo que hago, me encanta y lo disfruto al máximo. De hecho, actualmente sigo activo en esto por el cariño que siento por las abejas”.
Entre el 2007 y el 2008, hizo un curso apícola. Previamente, trabajó con el asesoramiento que adquirió en la EATA y el golpe a golpe en el campo le posibilitó ir sumando experiencia. “Escucho a la gente, pregunto y observo en detalle los trabajos de otros apicultores más grandes. Esa capacitación fue la primera que hice antes de cumplir 25 años, en Indio Rico. Recuerdo que vino un técnico apícola de Coronel Pringles, dio conocimientos básicos que yo ya tenía incorporados por mi experiencia en el rubro. Obtuve mi título, un diploma como técnico que certifica lo aprendido en teoría y práctica apícola. Me enrolé con las colmenas en 1996 y sigo para adelante, a pesar de la compleja realidad que atraviesa el país”, se sinceró.
“Arranqué a los 12 años a través de una propuesta que me hizo mi madre, ya que me había regalado tres colmenas cuando era un chico. Seguí esta tarea por una elección mía, amo lo que hago”
Se considera una persona inquieta, a la cual le gusta investigar y aprender a través de videos en internet por YouTube, rutina a la que le supo sacar su jugo durante la pandemia y que sigue vigente. “Allí aprendí considerablemente porque pude analizar cómo y de qué manera se desempeñan otros apicultores. Pude rescatar buenas ideas y lo que me servía de cada uno de ellos, lo fui adaptando en mi actividad diaria. Me dio resultado”, añadió García con tono de satisfacción.
En relación a su día de trabajo, mencionó que es largo aunque en esta etapa del año está un poco más tranquilo porque la cosecha ya pasó. Al respecto, indicó que “la cosecha de miel arranca en enero hasta marzo, dependiendo del factor climático principalmente, ya que te marca cuando podes dejar de alimentar. En primavera, tenemos todo lo que es alimentación, lo que da inicio alrededor del mes de agosto hasta diciembre. Hablo en mi caso que soy fijista, hay otros que mueven las colmenas a la fruta y al monte, donde ahí es un poco más complejo. De marzo hasta abril o mayo, sería la invernada. Ahí se emplea la sanidad y lo que se llama ´bloquear una colmena´: alimentarla hasta el punto de que la reina corte su postura para que le quede el alimento energético y que pueda pasar la invernada”.
El Día del Apicultor representa algo muy especial e importante para él porque es a lo que se ha dedicado toda su vida, cosa que seguirá haciendo. “Todos los días tenes que levantarte con el ánimo allá arriba, teniendo en cuenta los vaivenes diarios que atraviesa nuestra economía. Sinceramente, hoy sigo adelante por el afecto que le tengo a lo que hago. Soy muy observador en cuanto a cómo otros trabajan la abeja y la vida en colonia, me atrapa un montón. Soy un apasionado de la apicultura”, sostuvo con énfasis.
Presente del sector
Sobre la ardua realidad que afronta el sector, dijo que “si nos volcamos a los números reales, te digo que hoy en día iniciarse como apicultor es prácticamente imposible. Para que tengas una idea, en el 2008 en el partido de Coronel Pringles se hizo un censo apícola donde se juntaron 97 apicultores. Actualmente no superamos los 35, eso marca que han desaparecido muchos por la economía y el trabajo que demanda una colmena”.
Al ser consultado por el precio de la miel, confió que está en valores de 420/430 por kilo, dependiendo del color que tenga. “La miel se mide por milímetraje y los compradores ponen un precio de hasta 34 milímetros. Generalmente, anda en 420/440 el kilo, mayores de 34 milímetros y hasta 50 -la miel de esta zona- pagan 400 pesos, en tanto que mieles mayores de 50 milímetros –más oscura- la están pagando 300 pesos el kilo”, añadió.
Son importes considerados bajos y lo que si subió en gran medida es el costo de mantenimiento y de producción básicamente, ya que según él “en su mayoría, el 80 por ciento del gasto del apicultor es el alimento. Actualmente para que sea rentable a la colmena hay que cosecharla todo lo que más se pueda y reemplazar esa miel por algún producto energético, como puede ser el azúcar o el jarabe de maíz”.
En esta misma línea, dio cuenta del desfasaje existente porque hace 3 años atrás con un tambor de miel podía comprar entre 24 y 25 bolsas de azúcar, cosa que hoy solamente le alcanza para 4. “Un tambor promedio tiene 300 kilos de miel y otro costo grande es ese elemento, que nos lleva el 10 por ciento. Hoy un tambor cuesta 120.000 pesos lleno de miel y vacío lo tenemos que pagar 12.000, ese dinero no lo recuperamos, es plata perdida. Los costos se fueron muy arriba”, se lamentó.
A pesar de todo lo detallado anteriormente, Mariano García intenta seguir adelante con “su pasión” y “cable a tierra” apuntando a achicar gastos y a llevar la actividad al 100 por ciento de su rentabilidad. Sobre ello, explicó que “en pandemia pude asesorarme más de lo que es el valor proteico de la colmena. La proteína de la colmena sería lo que la abeja trae en el polen, acá se le presta mayor atención a la alimentación energética y no a la proteica. La energética es el azúcar y el jarabe de maíz, la alimentas y te olvidas de la proteína”.
Con el tiempo fue sumando nuevos conocimientos en pos de hacer más rentable esta tarea. “Tuve menos mortandad de abejas y rindes superiores a los de años anteriores. Fui aprendiendo sobre la marcha, trato de ser criterioso y sé hasta dónde gastar. Trabajo solo durante todo el año y en la cosecha tengo a mi sobrino –Amin Aued- que hace 6 años me viene dando una gran mano. Yo estoy volcado al 100 por ciento como apicultor”, subrayó con orgullo.
Su decisión
Durante todo el desarrollo de esta nota, hay una cosa que dejó en claro y de la cual no se arrepiente. En este sentido, expresó que “seguí esta tarea por una elección mía. Al cabo de estos 27 años tuve un montón de caídas, incluso he llegado a perder hasta el 50 por ciento de la cantidad de colmenas que tenía, pero siempre supe reponerme. Pasé por situaciones de sequía, de fumigaciones con insecticidas que tiran en los campos, pero trato de levantarme porque amo la actividad, esa es la clave. Esto me da vida y cuento con el apoyo de mi familia, un pilar fundamental”.
Antes del cierre, fue preguntado también por las expectativas para lo que resta del año. “El objetivo principal es poder seguir trabajando y esperar que el clima sea un poco más beneficioso para nosotros. El año pasado nos pegó muy fuerte, acá en Indio Rico llueven anualmente entre 700 y 800 milímetros y el 2022 cerró con un milimetraje de 250. Pese a ello, logré sacar miel por todo lo que he aprendido, espero seguir por ese camino. La abeja depende mucho del clima, esa es otra realidad. Aprovecho esta oportunidad para saludar a todos mis colegas, a quienes me conocen y están siempre presentes”, concluyó agradecido por esta nota Mariano García. Un apicultor con todas las letras.