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Valentina Ruppell y su pareja Ignacio Couto fueron protagonistas de otra aventura que duró dos semanas. La joven describió cómo surgió la idea de hacer este largo viaje, las amistades que nacieron en el camino, “la vuelta a casa” y adelantó detalles de otro sueño a futuro. “La sensación de superarte es inigualable, es algo que me llena el corazón”, valoró con alegría por el logro cumplido
Valentina Ruppell tiene 23 años y actualmente trabaja en la firma Eternet, en el área comercial. Está estudiando la Tecnicatura en Redes Informáticas y Telecomunicaciones en la Universidad Siglo XXI, carrera que la tresarroyense empezó a cursar hace poco tiempo.
Fue protagonista de una nueva aventura arriba de su moto Yamaha XTZ 250, en otro viaje que se suma a su historial. A fines de febrero -para carnaval- viajó junto a su compañero Ignacio Couto (de 25 años y a bordo de una Honda tornado 250) desde Tres Arroyos hasta Ushuaia. Una experiencia inolvidable para ellos de la cual guardarán un gran recuerdo, ya que recorrieron una enorme cantidad de kilómetros en tan solo dos semanas.

Valentina Ruppell dialogó con La Voz del Pueblo
Se crió en el taller mecánico de su padre, quien generalmente le armaba algún “cuatri” y a sus 9 años, ya tenía un ciclomotor. “Desde chica aprendí a manejar tanto auto como moto. Imposible olvidar cuando conseguí mi primer trabajo a los 18, los primeros 3 sueldos los ahorré por completo para comprarme mi moto. No sabía para qué, pero yo la quería tener. No tenía idea que iba a terminar viajando. Ignacio justo también adquirió la suya y empezamos a andar. Me fui al sur habiendo hecho únicamente un viaje previo a Claromecó, no te miento”, confió a La Voz del Pueblo Valentina Ruppell al inicio de la nota.
Posteriormente, hizo referencia a que una vez por año intenta hacer un trayecto “que valga la pena” con el deseo de ir superándose, siempre con “compromiso y responsabilidad”. En este sentido, recordó que en su inicial travesía hizo toda la Ruta Nacional 40 de los 7 lagos con la unidad que tenía allá por el verano de 2020. “Después fui a Mendoza, ahí éramos los dos en una sola moto porque la mía no estaba en condiciones. Nos fue muy bien porque pudimos recorrer toda la provincia en 2022”, agregó.
Este año, decidieron ir hasta El Chaltén, una villa del Parque Nacional Los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz. “Llegamos y el clima daba feo por unos cuantos días para hacer tracking y otras actividades, ya que con nuestras motos hacemos turismo alternativo, es decir, nos metemos en caminos que no te metes con auto. Los dos dijimos: no vamos a encerrarnos acá para no ver nada, estar con lluvia y gastar plata de gusto”, se sinceró.

Disfrutando de la Cascada del Toro, en El Chaltén
“Al fin del mundo” En ruta, comenzaron a observar que en los carteles indicadores la palabra “Ushuaia” empezaba a estar más cerca. Sobre ello, Ruppell indicó que “nos íbamos acercando cada vez más a Tierra del Fuego y en los carteles ya divisábamos Ushuaia a 1000 kilómetros, luego 700 y así sucesivamente. Y no lo dudamos. Tardamos casi 5 días en llegar con nuestras motos, tras pasar varios controles aduaneros. Nunca me imaginé en la vida que iba a hacer algo de esta magnitud. Salimos desde Tres Arroyos por la Ruta Nacional 3 con la idea de llegar a Luis Piedrabuena y cruzar para El Chaltén. Ya llegar a ese punto fue un resultado tremendo, pero fuimos por más”.
Luego se refirió a que un viaje de estas características lo suele hacer gente más grande, alguien que por ahí tuvo la suerte de recorrer toda la Argentina. “Es como el último desafío que te queda, la frutilla del postre. El objetivo de toda persona que anda en moto y es argentino es ir hasta Ushuaia y a La Quiaca (Jujuy). Lo pudimos hacer de jóvenes, sin planearlo. Fue altamente satisfactorio para los dos porque tenemos experiencia en estas aventuras”, sostuvo.

Hizo un párrafo aparte destinado al clima de Tierra del Fuego, el cual es muy cambiante. “Quienes te cruzan en el camino te recomiendan cuidarte porque tenés las 4 estaciones del año, en un día. En un rato sol, agua nieve, nieve, viento y lluvia, todo junto. Tenemos buen equipamiento para andar en moto: campera, botas, pantalón y el traje de lluvia. Poniéndote todo no la pasas mal, pero te tiene que gustar. Si no te gusta, no lo haces. Estando en Ushuaia no caíamos del terrible viaje que hicimos. Incluso al día de hoy no puedo creer haber llegado hasta allá, para el que anda en moto es lo máximo. Créeme”, subrayó Ruppell con una sonrisa plena de satisfacción. El amplio camino realizado los llevó a recorrer prácticamente medio país. Al respecto, dijo que “bajamos por el mar bordeando toda la costa y subimos por la Ruta Nacional 40, es decir, hicimos las dos rutas míticas de la Argentina. De promedio, fueron 800 kilómetros por día en moto. No es para cualquiera, es complicado pero es terriblemente gratificante decir que yo fui y vine a Ushuaia, no se compara con nada. En total entre todo lo que andamos, hicimos alrededor de 8000 kilómetros en 15 días”.
Otra cosa que consiguieron fue hacer el trayecto denominado “Los 73 Malditos”, el famoso tramo entre Gobernador Gregores y Tres Lagos. A lo que apuntó que “no cualquiera se anima por la mezcla de piedra, tierra y arena. Es el ripio más complejo y el peor que te puedas imaginar. No vas a más de 30 km/h, es súper difícil. En un primer momento tuvimos un poco de miedo, pero si lo haces con cuidado no pasa nada”.

Nuevas amistades
Por otra parte, valoró que la moto es un tipo de vehículo que “une” porque les permitió encontrar amistades extranjeras, a punto tal que en el camino se hicieron amigos de dos colombianos y un alemán. Mencionó que “la gente te va alentando a seguir y eso es maravilloso. Antes de hacer ´Los 73 Malditos´ paramos en una estación de servicio y en la ruta nos cruzamos un par de veces con dos colombianos.
Se sumaron junto a otro chico más y tiramos todos juntos, fue sensacional esa labor de equipo”.
Una y otra vez durante el transcurso de esta nota remarcó que para involucrarse en algo así hay que estar “convencido”. “No salgo con objetivos a cumplir, sino que el viajar en moto te hace terminar en cualquier lado. La hospitalidad que tiene la gente con el motociclista es algo para destacar, cosa que pasa en todas partes del país. Uno sabe que yendo en moto por ruta, nunca está solo”, expresó con énfasis.

En el hotel Lago Cardiel de Gobernador Gregores (Santa Cruz) junto a los colombianos Carlos, Jotace y al alemán Emanuel, con quienes compartieron una parte del viaje
Camino a Ushuaia, en un hostel, compartieron cena con santafecinos, cordobeses, franceses, ucranianos, y hasta alemanes, que estaban en la misma andanza que ellos. Sobre eso, Valentina Ruppel explicó que “te haces entender, no queda otra (risas). Les nombré a Tres Arroyos y se ubicaron geográficamente enseguida, suelen identificar a nuestra zona por el trigo, el campo y la actividad agropecuaria. En Tierra del Fuego nos encontramos con gente de la región también”.

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El regreso y lo que viene
Entrada ya la segunda semana de esos 15 días que se tomó de vacaciones, emprendió el viaje de vuelta. “Recuerdo que a un pueblo llegamos con nada de combustible, con el olor a nafta te diría y congelados. El viento helado te hace llorar, no sentís las manos ni los pies. A veces te expones a situaciones límites que te sobrepasan porque la pasas mal, pero el placer de superarlo nada lo iguala” reconoció Ruppell.
Al ser consultada si se preguntaron qué hacían en medio de esta travesía, no dudó y dijo que “todo el tiempo. Pero a su vez decís, ya estoy acá y tengo que meterle para adelante. Volvimos por otro camino porque bajamos hasta Ushuaia y subimos por la cordillera, llegamos a Lago Puelo (Chubut) donde está Puerto Patriada. Ahí se sumó un amigo que también salió desde Tres Arroyos con nosotros, pero él hizo otro viaje. Fue una experiencia re linda y gratificante”.

Y aseguró que “me gusta el sufrimiento porque disfrutas de otra manera. La sensación de superar barreras es inigualable, es algo que me llena el corazón. Todo lo que hago es en pos de esto. Soy feliz así, es mi cable a tierra. No me arrepiento absolutamente de nada, la realidad es que hasta cuando te confundís viajando, aprendes y conoces lugares que no tenías pensado ver. Hay que dejarse llevar, disfrutar la ruta y los caminos que toque transitar. Agradezco el apoyo incondicional de mi familia y mis amigos, quienes están orgullosos de este logro compartido”.
De cara al futuro, contó que ya está planificando otro viaje pero esta vez, hacia el norte. “Catamarca me interesa ir, no conozco. Luego, derecho a San Juan. Nos llama la atención la montaña”.
Sobre el cierre, Valentina Ruppell dejó un mensaje de aliento y esperanzador para aquellos que alguna vez se les pasó por la cabeza la idea de viajar de esta manera. “Entiendo y es normal que puedan tener miedo, yo les digo que hagan lo que les dicta el corazón y que se animen, miedos tenemos todos. No es fácil, pero se puede. Hay que pensar solamente en lo que necesitas, hacerlo con decisión y criterio. Podes terminar lejos o cerca, pero siempre va a ser un beneficio y un crecimiento”, concluyó la joven tresarroyense tras cumplir otro hecho grande en su vida.