Agustín Troncoso

La Ciudad

Agustín Troncoso dialogó con La Voz del Pueblo

“En viajar, encontré una forma y un estilo de vida”

30|04|23 14:21 hs.

Por Luciano Moran

El cocinero tresarroyense Agustín Troncoso vive en Alemania (Berlín) hace casi 6 años y cumple funciones en el restaurante italiano “Gremia”, en pleno centro de la capital alemana. Contó cómo surgió la idea de ir a probar suerte a Europa, se refirió también a su pasión por la música electrónica y su presente e instó a que se “animen” aquellos que quieran viajar a futuro. “Salir de la zona de confort no está mal, te hace sentir más vivo. Hay que ir para adelante en búsqueda de los sueños que cada uno tenga”, valoró 

Agustín Troncoso nació en Tres Arroyos el 4 de febrero de 1989. Con 34 años de edad, su familia está compuesta por su hermano mellizo Nicolás, su hermana María de la Paz y sus padres Ana María Sánchez y Pedro Troncoso. También tiene una sobrina llamada Evangelina. 

El protagonista de esta historia está radicado desde agosto de 2017 en Alemania (Berlín). Allí, Agustín Troncoso comenzó este año a desempeñar tareas como cocinero en el restaurante italiano “Gremia” en pleno centro de la capital alemana, tras cumplir esa misma función en otros países anteriormente. Fue ganando experiencia en cocinas de otras partes del mundo, es una de las tantas cosas que le apasiona –al igual que viajar y hacer música electrónica- y hoy está feliz con esta “aventura” y vida que lleva adelante en Europa. 

 Para conocer un poco más acerca de su historia, La Voz del Pueblo estableció un contacto con él de manera telefónica –vía llamada de WhatsApp- quien en primer lugar hizo referencia a cómo surgió la posibilidad de probar suerte fuera de nuestro país. 

“En 2016 me fui a Brasil de vacaciones con unos amigos en mi auto. Era la primera vez que salía tan lejos de viaje, me sentí muy bien y a gusto. En ese viaje conocimos -con Francisco Bossio- a dos chicas de Suecia con quienes nació una amistad primero y luego terminamos teniendo una relación que hoy ya no existe más. Cuando regresamos a Argentina, ellas se aparecieron al mes siguiente en Tres Arroyos de sorpresa para estar con nosotros unos días. Ahí, nos dijeron que era nuestro turno de devolverles la visita a su lugar de origen. Todo empezó así y cada vez nos fuimos convenciendo más en ir para allá”, confió a este diario al inicio de esta nota. 



Arribó junto a su amigo a Europa en junio de 2016. Primero estuvieron en Barcelona (España) dos semanas y luego se trasladaron a Suecia para devolverles a sus compañeras -de ese entonces- la visita que habían acordado. “Ellas justo volvían de su viaje por América Latina, entonces coordinamos para llegar en la misma época a Suecia y quedarnos dos meses viajando los cuatro por ahí”, agregó.

 Y así fue nomás. Vendió todo lo que tenía para alimentar así ese sueño “aventurero” de viajar por el mundo con la idea fija de trabajar como cocinero. En este sentido, explicó que “pensé y dije, voy tres meses a Europa a tratar de quedarme con un objetivo porque la cocina fue siempre algo que me apasionó desde muy chico. Recuerdo cuando mi mamá me enseñaba a preparar cada plato para mi familia. Luego de grande cociné para mis amigos, por eso es que intenté estar ligado a la gastronomía”. 

 Su paso por Dinamarca 
Luego de su estadía en Suecia, decidió trasladarse a Dinamarca porque consiguió una visa de intercambio por un año, la cual le permitía trabajar libremente en tierras danesas. “Me fui solo, ahí empezó una gran aventura para mí. Llegar a Dinamarca sin saber el idioma y con un inglés poco fluido fue un gran desafío en lo personal. En Dinamarca estuve un año, allí empecé con mi primer trabajo en cocina en el mes de agosto de 2016”, recordó. 

 La necesidad de generar dinero y recursos tras varios meses de viaje fue ganando terreno, a lo cual pudo encontrarle la vuelta rápidamente sin alterarse. “Encontré un trabajo de manera casual en un puesto en la calle para vender creppes, una especie de panqueques argentinos pero más grandes con una masa un poco más gruesa que se comen con Nutella, mermelada, banana o cualquier tipo de fruta. Trabajé una semana hasta que encontré una opción mejor en un restaurante del Black Diamond, tuve mucha suerte al entrar ahí. Es un restaurante de alta cocina, ingresé como ayudante y tuve una experiencia fabulosa porque aprendí muchísimo, fue como haber ido a una escuela de cocina de excelencia. Realmente increíble”, añadió con énfasis.


Con el equipo de trabajo que integró en el Black Diamond –biblioteca de la real danesa- en Dinamarca (segundo desde la izquierda)




 Eso le dejó un buen Curriculum Vitae para luego terminar su visa, de manera tal que eligió irse para Alemania en agosto de 2017, más precisamente a Berlín. Y otra vez lo laboral apareció enseguida. Sobre ello, Agustín Troncoso comentó que “al quinto día de estar acá en la zona céntrica me encontré con un restaurante que en la puerta tenía un cartel que buscaban un cocinero. Entré a preguntar obviamente, a los dos días me convocaron para hacer una prueba y empecé. Era el restaurante español ´Vivolo Ole´, me interesó la propuesta porque aprendí sobre gastronomía española. Trabajé dos años en ese lugar como segundo de cocina, fue una gran experiencia porque conocí buena gente”. 

También se le presentó la ocasión de enrolarse en un restaurante de gastronomía peruana. “Básicamente vendíamos ceviche y otros platos típicos de Perú. Esa es una cocina a nivel mundial muy conocida, tengo los mejores recuerdos en cada lugar que me tocó estar”, reflexionó con una gran sonrisa. 

 Presente 
En 2023 se unió al equipo del restaurante italiano “Gremia”. Lleva casi 6 años en Berlín y en todo ese tiempo, le tocó mudarse 10 veces. “Cuesta mucho conseguir una vivienda porque son caras. Pese a ello, tuve la suerte de encontrar un departamento compartido porque vivo con dos chicos más que son de Italia. Cada uno tiene su habitación, es un lugar amplio, grande y cómodo. Compartimos espacios comunes y estoy a dos minutos de mi trabajo, eso es un lujo. Nos hicimos muy amigos, cuando vivís afuera es lindo hacerte de una familia, ya que a veces uno necesita una contención. Compartimos cenas o almuerzos y cada uno tiene sus horarios”, subrayó Troncoso con criterio. 

Su horario laboral como cocinero es de lunes a viernes de 9 a 16 horas. El predio está rodeado de oficinas, lo que hace que sirvan prácticamente el almuerzo al público que se toma un “recreo” al mediodía para comer algo rápido y rico. “Hacemos pastas con diferentes salsas, un plato del día más elaborado, lasaña, opciones frías con aperitivos, cafetería y más. Sábados y domingos tengo libre, acá me muevo en bicicleta porque hay bici senda por todos lados”, explicó.

 Por otra parte, hizo hincapié en que también ha preparado algunos platos argentinos como pueden ser unos canelones o empanadas, opciones que tienen muy buenos resultados entre sus comensales. A su vez, recordó sus viajes de chico con el grupo de básquet del club Huracán lo que le permitió crecer como persona, además de lo deportivo.

 Al respecto, dijo que “siempre me llamó la atención viajar, por eso es que nunca pude estar en un solo lugar toda mi vida, lo que me sigue pasando acá. Llevo 6 años en Alemania y la rutina diaria a veces cansa, así es que busco cambios. Jamás pensé en venirme a Europa, creo que se fue dando de a poco. Hice lo que me dictó el corazón, aunque reconozco que tenía miedo de salir de mi zona de confort. En su momento trabajé con mi padre y me pude comprar mi auto, me fui haciendo de a poco. Mis hermanos trabajan en la carnicería con mi viejo, los tengo muy presentes porque son mi vida. Pero siento aún que me falta mucho camino por conocer y recorrer. En viajar, encontré una forma y un estilo de vida”. 


“Lo más importante” para él, su familia





              ---------------------

La música y su familia

Al ser consultado si se arrepintió en algún momento de algo, no dudó y manifestó que “me hubiese gustado estudiar música cuando tuve la posibilidad de hacerlo. Quiero dedicarme a eso también, sé que es difícil pero entiendo que si uno persigue sus sueños lo puede cumplir”. Actualmente está realizando un curso de producción musical y detalló que “en Argentina tenía mi banda y cuando llegué a Berlín descubrí el mundo de la música electrónica. Me metí a producir ese estilo, se toca con sintetizadores e instrumentos analógicos que también funcionan como virtuales. Es un mundo infinito de sonidos que me volvió loco, no sabían que existían. Creo música electrónica desde cero como un productor musical”.

 El contacto es permanente con su familia por videollamada y a través de las redes sociales. A Argentina suele venir generalmente para sus vacaciones a pasar las fiestas de fin de año con sus seres queridos y amigos. Tiene muy presente a Tres Arroyos y está al tanto de lo que sucede diariamente en nuestro distrito. 


Su “home studio” donde compone música electrónica




En sus ratos libres hace bicicleta porque, según él, caminar le cuesta (risas). “Amo la bici porque es todo más rápido con ella. Hice también natación, en verano voy a los lagos de acá que están todos cerquita. Nadar ahí es magnífico y durante el año, juego al básquet en la calle. Hay muchas ´canchitas´ al aire libre para usar cuando uno quiere. Tengo un grupo de amigos y siempre que podemos le metemos a la naranja”, valoró.

 Un desafío para él será empezar a tocar música electrónica life -en vivo- y hacerse conocido también como productor musical, esa es una meta que tiene para este año. En este punto, indicó que “con un chico que toca la trompeta formamos parte de este proyecto. Tenemos varias canciones armadas y creo que es momento de demostrar al mundo lo que hacemos. Por supuesto que seguiré con la cocina trabajando”. 

Sobre el cierre, se tomó un momento para decir gracias por la nota realizada. “Fue una charla muy linda, agradecimiento especial a mi familia y amigos por el aguante y el apoyo que me brindan siempre. Saben que los extraño y los quiero mucho. Aprovecho para dejar un mensaje a quienes tengan en mente viajar y probar suerte afuera: anímense, hay que vencer el miedo. No es fácil, pero se puede. Salir de la zona de confort no está mal, te hace sentir más vivo. Hay que ir para adelante en búsqueda de los sueños que cada uno tenga”, concluyó Agustín Troncoso en otra historia de un tresarroyense por el mundo.