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En jurisdicción de la patria chica, quedan aún varios de esos parajes; el origen de sus nombres se remonta al siglo pasado y a veces con un toque de leyenda. Resulta interesante conocer el motivo que inspirara a los antiguos pobladores a bautizar con tal o cual denominación a esos sitios de la campaña tresarroyense.
Uno de los más antiguos es el paraje La Tigra, ubicado a 25 kilómetros de nuestra ciudad, junto a la ruta provincial 85 que conduce a Coronel Pringles. Se lo llama así desde 1876 y José Mulazzi se preocupó de averiguar por qué se le dio tal nombre.
Así fue posible determinar que en aquel año llegaron al partido algunos nuevos y jóvenes pobladores. Figuraban entre los mismos Pedro Pordoy y Fernando Chopa. Este último encargado del establecimiento de campo de los señores Chapar y Bellocq.
Fernando Chopa, secundado por varios peones y algunos gauchos que siempre le prestaban ayuda en las faenas de ganadería, a cambio de dejarles bolear los avestruces que quedaban dentro del rodeo, resolvió en cierta oportunidad organizar una partida con el propósito de dar caza a una feroz tigresa que venía haciendo estragos entre el ganado.
En su recorrida los cazadores exploraron con cautela unos grandes juncales de una laguna que existía cerca del rancho de Chapar y Bellocq. A poco andar hallaron al terrible animal que era de gran tamaño y al cual dieron muerte en el acto. Desde entonces ese paraje, la laguna y el campo recibieron el nombre de La Tigra.
Este nombre está estrechamente vinculado a la iniciación de las actividades rurales en nuestra zona.
Antes de 1880, año en que Don Francisco Cantagalli fundara “la célebre esquina”, aquellos campos, eran dedicados exclusivamente a la producción ganadera.
Fue en aquel entonces cuando, en las inmediaciones de la laguna La Tigra que da nombre al paraje, los primeros colonos italianos y españoles llegados de Juárez comenzaron a practicar la agricultura.
En 1880, Don Francisco Cantagalli fundó el establecimiento La Tigra. En los primeros tiempos, el negocio de almacén y ramos generales sirvió de proveedor a los ganaderos y puesteros de la zona.
La casa fue durante años una gran barraca de frutos del país, en la que se descargaban miles de cueros y toneladas de lana. Años después La Tigra no solo comercializó productos ganaderos, millones de bolsas de cereales han entrado y salido de sus grandes galpones.
En 1890 llegó al establecimiento el señor Nicolás Frugone. Ocupó el puesto de tenedor de libros y uniendo su dinamismo y juventud a la experiencia de Don Francisco Cantagalli, el señor Frugone se empeñó particularmente en darle una cantidad de elementos que, hasta aquel entonces eran desconocidos en la zona.
La firma Francisco Cantagalli y Cía. (el señor Furgone ya era socio de la misma), continuó administrando La Tigra hasta el año 1910.
La inmejorable ubicación de este establecimiento para la época (cuartel XVI-Cascallares), a medida que la agricultura cobraba mayor importancia en nuestra zona, se induce la enorme importancia del negocio que al cumplir 50 años de existencia, era considerado un “monumento a la campaña” de Tres Arroyos.
En 1928, la firma Salcedo y Miquelarena tomó a su cargo la responsabilidad de continuar la obra iniciada por Cantagalli. Inmediatamente de tomar posesión, introdujeron grandes mejoras en las instalaciones, remozando el viejo edificio y surtiendo las diversas secciones (almacén, tienda, ferretería, corralón de maderas).
La Tigra, la “esquina de campo”, donde los viejos colonos y sus descendientes hallaron la ayuda cordial que les permitió iniciarse en el trabajo de la siembra, bajo la hábil dirección de los señores Salcedo y Miquelarena.