26|02|23 22:07 hs.
“…y la señora Yonelet , que se contaba entre los invitados, se inclinaba por deducir buenos augurios de esas circunstancias. Era obvio que Dora Yonelet y Bertie estaban hechos el uno para el otro, según le confió a la señora del pastor; y si la vieja dama se acostumbraba a verlos juntos cantidad de veces, bien podría formarse la opinión de que formarían una satisfactoria pareja de casados.”
“-La gente no tarda en acostumbrarse a una idea si a todas horas se las ponen delante de los ojos –dijo la señora Yonelet con optimismo…”
Hector Hugh Munro –Saki- nació en Birmania en 1870, hijo de un alto funcionario colonial británico. En algún momento le dio por escribir. Cuando Lucía Bianchi me regaló el primer libro de Saki lo tomé como algo simpático. Luego leía a Borges y me lo chocaba. O a Graham Greene. El caso es que su pluma era genial, con mi hija debemos tener seis o siete libros de él. Pero –estilo aparte- mire lo que les hace decir a sus personajes. La señora Yonelet, tratando de desposar a su hija con el acaudalado Bertie, buscando la bendición de su abuela –una arpía- desarrolla los mismos conceptos que la política año 2023. Las cosas que desarrolla Noam Chomsky. Chomsky señalaría, entre tantas cosas, el planteamiento de tonteras para que detrás pasen los elefantes; crear problemas para dar soluciones; diferir, como tomar un crédito a 100 años que –al fin de cuentas- hoy no nos cambia la vida. Idiotizar, hacer creer que ser estúpido y mediocre es una moda. Lo explicó Esmeralda Mitre contando las fiestas de… bueno. Fomentar la emocionalidad y evitar el pensamiento crítico de la gente. La emocionalidad es tan vieja como el hombre, cuatro millones de años. El pensamiento crítico –dicen- tendrá 70.000 años (varios tomos de Chomsky en tres renglones, lo siento).
Hector Hugh Munro –Saki- nació en Birmania en 1870, hijo de un alto funcionario colonial británico. En algún momento le dio por escribir. Cuando Lucía Bianchi me regaló el primer libro de Saki lo tomé como algo simpático. Luego leía a Borges y me lo chocaba. O a Graham Greene. El caso es que su pluma era genial, con mi hija debemos tener seis o siete libros de él. Pero –estilo aparte- mire lo que les hace decir a sus personajes. La señora Yonelet, tratando de desposar a su hija con el acaudalado Bertie, buscando la bendición de su abuela –una arpía- desarrolla los mismos conceptos que la política año 2023. Las cosas que desarrolla Noam Chomsky. Chomsky señalaría, entre tantas cosas, el planteamiento de tonteras para que detrás pasen los elefantes; crear problemas para dar soluciones; diferir, como tomar un crédito a 100 años que –al fin de cuentas- hoy no nos cambia la vida. Idiotizar, hacer creer que ser estúpido y mediocre es una moda. Lo explicó Esmeralda Mitre contando las fiestas de… bueno. Fomentar la emocionalidad y evitar el pensamiento crítico de la gente. La emocionalidad es tan vieja como el hombre, cuatro millones de años. El pensamiento crítico –dicen- tendrá 70.000 años (varios tomos de Chomsky en tres renglones, lo siento).
Yo creo que los electores de presidentes, gobernadores y demás son los medios periodísticos y no los ciudadanos. Puede fallar, dijo Tu Sam: a uno le dieron 50 - mil - millones - de - “dolares” y perdió. Pero por poco. Ahora a devolverlos. Pero tenía razón la señora Yonelet: si un matutino dice Juan Pérez es chorro en tapa, y así durante setenta tapas, el votante escucha Juan Pérez y saca el revólver. Porque, como diría la señora Yonelet “La gente no tarda en acostumbrarse a una idea si a todas horas se las ponen delante de los ojos”. Esto lo habrá escrito entre 1904 y 1916, cuando muere fusil en mano.