22|01|23 20:50 hs.
Desde muy chica, el arte integra la vida cotidiana de Cinthia Poulsen Hornum. Nació en Tres Arroyos y su infancia transcurrió en San Francisco de Bellocq, donde residía su familia. “Tenía 5 ó 6 años cuando me empezaron a mandar a talleres de pintura, es una actividad que me motivó para seguir después mi carrera artística”, afirma en una conversación con La Voz del Pueblo.
Su primer profesor de arte fue Sergio Caraduje, quien daba asistencias técnicas de cerámica en la mencionada localidad. Allí Cinthia cursó los estudios primarios, mientras que cuando debía iniciar la secundaria se produjo la mudanza a Tres Arroyos. “Empecé en la Escuela Agropecuaria y después fui al Colegio Nacional a la mañana, por la tarde iba a talleres de pintura”, recuerda.
Aunque los indicios acerca de lo que más le gustaba hacer eran bastante claros, su primera decisión universitaria estuvo orientada en otra dirección. “Me fui a estudiar a la Universidad de La Plata, empecé con abogacía”, indica. Sin embargo, no le gustó la carrera y por este motivo, se inscribió en la Facultad de Bellas Artes; “empecé al año siguiente, para no perder tiempo hice durante algunos meses otros talleres de pintura y tuve algún trabajito, quería estar ocupada”.
En Bellas Artes estudió “a full” y ya cuando estaba en tercer año “empecé a realizar exposiciones”. En la etapa final de su formación universitaria, pudo intervenir en un viaje de estudios a Europa, que abarcó lugares de España, Italia e Inglaterra; “íbamos con una profesora y con una licenciada en arte”. Al regresar rindió libre Historia del Arte, la única materia que le quedaba pendiente, a la que definió como “la más difícil”:
Al ser consultada sobre antecedentes vinculados con el arte en la familia, sostuvo que “mi bisabuelo, por la línea paterna, era coleccionista de arte, tenía algunos cuadros”.
La familia
Es hija de Cristian Poulsen Hornum, productor agropecuario, y María Inés Carrera, profesora de literatura e inglés, que fue directora de la Escuela 22 de San Francisco de Bellocq y de la Escuela 16 de Tres Arroyos. Tiene tres hermanos: Carolina, ingeniera agrónoma que vive en la ciudad de Buenos Aires; Alan Cristian, al igual que su padre es productor; y Geraldine, quien es psicóloga”.
Desde hace un tiempo se encuentra radicada en Claromecó, sobre lo cual observa que “yo seguí a mis padres en realidad. Vinieron a la localidad, yo también”.
Es una decisión con la que se siente a gusto, porque se encuentra bien en Claromecó, con posibilidades de avanzar en sus proyectos y de estar cerca de su padre y su madre.
Estilos
Las pinturas de Cinthia estaban referidas habitualmente a paisajes de Claromecó o de la zona. En forma coincidente con el robo de una obra, según puntualiza, cambió de estilo e incursionó en creaciones un poco más abstractas.
Describe el incidente que ocurrió en 1998. “Lo que me robaron fue un cuadro de un barco. El otro relacionado con esta misma serie es Christian El Pescador, muchos lo ven como uno de mis mejores trabajos o tal vez, el más destacado”, subraya.
La obra del barco que no pudo ser hallada “estaba en el Teatro Auditórium de Mar del Plata, había custodia. Pero ya pasó, seguí para adelante con todas las fuerzas. Lo importante es que sigo, no hay que quedarse con lo negativo”.
Otro mundo
Mira el camino recorrido y se sorprende, porque “¡son más de 40 años! En San Francisco de Bellocq me atraía la tranquilidad, pintar caballos en los campos. Empecé con esa línea”.
Le otorga trascendencia a la posibilidad de haber cursado asistencias técnicas en la localidad, reitera que los primeros aprendizajes los obtuvo con Sergio Caraduje y agrega que “cuando terminé la facultad fui ayudante de su padre Antonio, en su taller. Era un genio, antes de la universidad me había ayudado a prepararme y posteriormente lo ayudé”.
Cuando viajaron de forma más continua hacia Tres Arroyos, la inscribieron en talleres a los que concurría una vez por semana. “Siempre lo que más me gustó es la pintura, es una necesidad de expresión, ingresar en otro mundo”, sostiene.
Desarrollo profesional
Una vez finalizada la carrera, pudo incursionar en experiencias laborales que significaron un crecimiento. Relata que “estuve tres meses trabajando con Eduardo Constantini”, fundador y presidente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA).
“No se dio porque no estaba habituada al ritmo de Buenos Aires. El entendía que no me adaptaba al gran estrés que se vive en la ciudad. Me invitó con su familia a Punta del Este, quería ser mi padrino artístico”, dice con gratitud.
Cinthia manifiesta que “tuve un montón de oportunidades” y sin dudar, exclama que “lo mejor fue la exposición que se hizo en la Casa de la Provincia. Eduardo Constantini fue a ver mis cuadros, a charlar un ratito, estaban mis padres y los felicitó. Asistió el intendente Carlos Sánchez”.
Dos de sus cuadros se encuentran “en el Palacio Real de Madrid. Como me habían robado uno, yo los quería tener en un lugar seguro. Un amigo de España me hizo los contactos, una obra la envíe por valija diplomática, había quedado en la Embajada, y la otra por correo postal. En principio, habían llegado al Palacio de las Zarzuelas y en pandemia, recibí un mail que indica que estaban en el Palacio Real de Madrid”.
Retornó a Tres Arroyos, si bien viajaba a Buenos Aires “para hacer exposiciones en la Rural. Trabajé en Canal 7, tuve apoyo de Río Paraná con los pasajes para movilizarme en proyectos artísticos”.
Asimismo, dio clases “en galerías de arte, en museos y escuelas, Viajé al Nordelta. En Tres Arroyos, realicé actividades en el Museo de Bellas Artes y en establecimientos escolares”.
En forma más reciente, durante la pandemia, pudo “hacer muchas cosas y llegar a lugar donde nunca me hubiera imaginado. Trabajé con una marca automotriz, también para Faber Castell”.
Agradece igualmente que “pude dar clases virtuales en el Hotel Enjoy de Punta del Este. Tenía tres colaboradoras, una traductora de portugués, fue muy bueno. Con una pantalla gigante, para aproximadamente quince niños”.
Dio un paso adelante en su conocimiento en ventas, “estoy más sólida en ese tema -expresa-. Un amigo Emilio Xarrier, contador, experto en museos, curador y especialista de arte, me está asesorando”.
Intervino en una subasta online de Casa Saráchaga, con una de sus obras, lo que evalúa como “muy buena experiencia. No se vendió, pero por lo menos participé, se generó un contacto. Me sirve para tener un valor concreto, de acuerdo a las obras y la trayectoria”.
La base
Desde pequeña, tuvo al lado familiares que la respaldaron, que le dieron mucha fortaleza.
En la entrevista, queda en evidencia que se siente agradecida con los suyos, porque “siempre me acompañaron. Mi padre, mis hermanos, mis amistades”. También en estos días aprecia especialmente el asesoramiento que le brinda Emilio Xarrier.
Si bien fue modificando elecciones, maneras de realizar sus creaciones, conserva el mismo espíritu. Es lo que la llevó a tomar el pincel a los pocos años y a volcar, desde entonces, lo que siente a través de la pintura.