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Llegó a Tres Arroyos el
miércoles en su casilla,
fue recibido en el Polideportivo
por integrantes de
la Dirección de Deportes y en
los días siguientes dio inicio
a las charlas. Enzo Gioventu
mencionó, a modo de ejemplo,
la muy importante cantidad de
estudiantes que lo escucharon
en el Instituto Nuestra Señora
de Luján. Y también está confirmada
una actividad similar en
el Colegio Holandés, entre otros
encuentros.
Tiene 56 años, es empresario
de la salud y reside en Stroeder.
Vivió una dura experiencia con
las drogas y quiere compartirla,
motivo por el cual inició una misión
independiente. “Hice 1500
kilómetros en un mes y pienso
seguir. Donde me convoquen,
trato de ir”, afirmó en un diálogo
con La Voz del Pueblo.
“Fueron 38 años, mucho tiempo
en los que consumí y todo lo
que me conllevó al consumo de
otras sustancias como el alcohol,
el tabaco, los psicofármacos.
Estuve atado tanto tiempo, encadenado
queriendo salir y no
podía. Notaba que mi vida se
acortaba en un 50 por ciento, la
muerte era inminente en poco
tiempo si no dejaba de consumir
y lo más triste es que estaba asumiendo
la muerte, pero seguía
consumiendo”, expresó.
Le da a entender a los adolescentes
que “de este lado es
mucho más lindo que del otro.
Pero siento que estoy condenado
de por vida, porque siempre
es algo que va a estar en mi
cabeza. Dejé de consumir hace
casi dos años”. Subrayó que
“sin recaídas. No me permito
recaídas, es que así tiene que
ser. Corté de raíz el alcohol, los
psicofármacos. Ambos van de
la mano”.
Al analizar la conducta del
adicto, sostuvo que “uno dice,
voy a consumir un fin de semana
más porque te convences y decís
que es la última vez. Compro
esta vez y no compro más, así
pasaron casi 40 años. Esto siempre
te lleva a un escalón más y
esos escalones tienen un fin. Vas
perdiendo conciencia, familia,
vida y todo”.
En su caso personal, contó que
“yo pude recuperar algo y con
esto estoy mitigando. Es una
misión que me hace muy bien a
mí y noto que le hace bien a los
chicos. Yo les cuento siempre
que mi padre José Roberto murió
a mi edad, pensando que yo
era una persona honrada. Quiero
retrotraer el tiempo y pedir
disculpas, les digo a los chicos
‘para qué subirse a un avión del
que no se van a poder bajar’”.
Enzo relató que “mi padre me
explicó lo que fue el alcohol, el
tabaco, pero no lo que era la cocaína
porque ignoraba el tema”.
En las charlas, se establece “un
pacto de verdad con los chicos.
Detrás de mí siempre digo que
hay un cartel imaginario que
hace referencia a que no les
puedo mentir porque estaría
jugando con la salud de ellos.
Les cuento toda la verdad”.
Hábitos
Estudió tres años odontología
y se formó también en radiología,
luego trabajó en supermercados,
incursionó en emprendimientos
grandes y le iba bien.
No obstante, “la prioridad era
el consumo. Viví preso, no podía
parar ni siquiera los lunes y ahí
dije basta”.
Un aspecto clave es “saber
pedir ayuda y a veces los chicos
le tienen miedo a sus pares por
la recriminación. Se puede pedir
ayuda a quien mande su cabeza
.reiteró-. Yo recurrí a un gran
amigo cirujano de 89 años y a
mi hermano que es odontólogo.
Ahí empecé a respirar, cuando
pedí ayuda”.
Para generar una vida renovada
se requiere “tomarse muy en
serio el cambio de los hábitos.
Me acuesto a las 19 o 20 horas y
madrugo mucho. Trato de no ir
a encuentros sociales, en cierta
forma sigo encadenado pero
esta vez respirando con alegría
y sabiendo que voy por un nuevo
camino”.
No tuvo hijos y lo acompañaron
“parejas muy buenas,
de bondad, y las perdía por el
consumo. Del lado que lo mires,
no es bueno. Hay un millón de
causas para no consumir y una
sola causa que no la sabemos todavía
de por qué consumimos”.
Las charlas constituyen para él
“una terapia. Lamentablemente
tengo un master en Harvard
en este tema, soy especialista
porque sumé un amplio conocimiento,
y me siento privilegiado
de estar vivo. Creo mucho en
Dios, en la oración de mi madre,
en que me esforcé para seguir
con vida”.
Volvió a hacer referencia a
situaciones que se registraron
con las drogas y puntualizó
que “para no sentir el dolor,
consumía psicofármacos, luego
estupefacientes y así fue mi
vida. Debí poner una tremenda
fuerza de voluntad para salir de
todo eso, no tiene sentido. Generalmente,
después de haber
consumido uno no se acuerda
lo que hizo. Las consecuencias
son nefastas”.
Lo curan los deportes y la práctica
de la pesca, la naturaleza y
el contacto con el mar. “Recorro
la costa, me encanta pescar -señaló-.
En vez de estar internado
en un hospital, elegí hacerlo en
una casa rodante”.
Semillas
Las primeras charlas las dio en
Viedma y luego tuvo continuidad
en otras ciudades. “Perdí la
cuenta, no sé cuántas fueron”,
afirmó.
Posee una carpeta con documentación,
que declara que su
causa es de interés municipal.
“El intendente de Patagones es
José Luis Zara, tengo un total
apoyo de él. Además de poseer
un poli-consultorio en Stroeder
donde brindan servicios diversos
médicos, trabajo para el Estado
y dispongo de una licencia por
la recuperación. No soy médico
-aclaró-, estudié rayos, parcialmente
odontología y tengo el
lugar donde trabajan profesionales
de la medicina”.
Asimismo, indicó que “cada
colegio me da una carta de aceptación
y de recomendación”.
Las consecuencias de las presentaciones
es imposible saberlas,
si bien siembra semillas. “A algunos
chicos seguramente les pueda
cambiar el camino. Salvamosa
uno, salvamos al mundo. Es así. A
mí me avisaron los consumidores,
por ejemplo, lo que era la heroína.
Nunca la probé. El paco, nunca
lo probé porque me dijeron las
consecuencias que sufrieron ellos.
Tampoco el éxtasis, el hachís, lo
que se llama colar una pepa”.
Posee una cuenta en Youtube
y también en Instagram. “Si a
alguien le gusta publicitar, tengo
muchos seguidores. Eso me
da a mí ganar kilómetros, jamás
pido dinero, lo que sí solicito es
un tanque de combustible. Me
puedo sustentar, por eso tengo
una casa rodante donde no genero
gastos y estoy tranquilo”.
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El recorrido
La filosofía que guía a Enzo
Gioventu es que “al lugar
que voy a dar la charla, me
aconsejen el pueblo siguiente.
No fijo agenda. Ahora es
muy probable que me esperen
en San Cayetano, luego
Necochea o Claromecó y así
voy pasando de pueblo en
pueblo”.
Va a regresar en las fiestas
de fin de año a su casa y luego
tiene previsto visitar otras
ciudades. “Tengo que llegar
hasta Ushuaia siempre y
cuando tenga cierta ayuda y
el municipio me considere la
licencia. Creo que sí, porque
lo que hago es ayudar y exponer
sobre lo que me tocó
vivir. Gracias a Dios pude salir
adelante, espero seguir así”.