04|09|22 21:59 hs.
No puedo evitar el recuerdo de esa pistola diseñada por el genial Browning que utilizó Gavrilo Príncipi –serbio- para ultimar al Archiduque Francisco Fernando de Sarajevo. Hay alguna discusioncilla sobre el modelo de pistola que se utilizó, pero nadie duda que ese atentado precipitó la 1ª. Guerra Mundial. Año 1914, obviamente. Esa pistola quedó bautizada para siempre como la “mataduque”; así figura en cualquier aviso clasificado de hoy día.
Ahora, y volviendo a Príncipi: hay infinitas formas de embalar a la gente. A una persona en particular, o bien -contando con los medios- a todo un sector de la población. Hay sectores disímiles, qué duda cabe. A algunos hay que azuzarlos para que defiendan sus derechos; a otros hay que refrenarlos para que no superen las elementales normas de convivencia y moderen su agresividad. Creo que esto último es un deber de los dirigentes. Al menos de aquellos que toman como límite la legalidad y la Constitución Nacional, que -sabemos- pueden reformarse si la ciudadanía lo cree necesario. Se ha hecho, claro. Pero no violarse.
Ser “libertario”, por ejemplo, no me da la libertad de soltarle un escopetazo a un señor vociferante y de enrojecido rostro, tocado con un nido de carancho, que grita barbaridades sin pizca de modales. Y que también dice ser libertario. Pero podría yo propiciar una reforma legislativa que le impida generar agresividad desmedida, como se hace con la propaganda nazi. O una acción judicial, si cupiera. Y la escopeta bien guardada, recuerdo de cuando comíamos perdices con mis -entonces- pequeños hijos.
A propósito de armas, las mutaciones del idioma también han llegado a ese rubro. Antes, un machote de armas llevar calzaba un “bufo” (o bufoso); y te amenazaba con meterte un “chumbo”. Da la casualidad que poseo una pistola Bersa, y me pareció útil entrar en la web donde se desgranan los posteos. Datos técnicos, experiencias, etcétera. Ni parecido. El 99% son viudas de Chocobar, todos encantados de que se acribille a un jubilado que robó un trozo de queso, ya vas a aprender a robarte un queso, viejo planero, y no se elevaban de ahí. Lo adjudico a un cociente intelectual bajo y una agresividad que -al menos en el teclado de la compu- era de temer. En ese sórdido ámbito, no muy lejano, aprendí “corcho” y “corchazo”. No me fui del sitio, les escupí sistemáticamente mi desprecio y muy pronto me rajaron a patadas. Lo lamento por Bersa.
Hace muy poco una dama, dirigente de uno de los dos partidos dominantes, se enojó con el alcalde; la noticia dice que la dama “no paró de reprochar a Horacio Rodríguez Larreta el retiro de las fuerzas policiales de la esquina de la casa de Cristina Kirchner”. Pidió represión, corchazos de bala de goma, y recordó: “Como hice yo durante nuestro gobierno”. La militancia de esta dama, desde su juventud, ha sido muy variada. Hoy, por ejemplo, pide “corchazos” para aquellos que manifiestan en las calles. Restaurant Happening, Puerto Madero.
Y yo entendí lo que quería decir, porque en el sórdido ámbito del posteo de Bersa los muchachos usaban “corchazo” todo el tiempo. Y estas son mis noticias del clima. Y los buenos deseos de la dama. Creo que ya apuntan las hojuelas iniciales de la semilla.