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La decisión familiar de regresar a Tres Arroyos

Gabriel Cardano: de vuelta en casa

29|05|22 12:41 hs.

Para Gabriel Cardano, volver a su ciudad requirió una adaptación que no es sencilla. “Es que me fui muy chico, a los 16 o 17 años”, argumenta.


Tuvo un retorno durante algunos meses a fines de la década del ’90, cuando luego de operarse de la vista, vistió nuevamente los colores de Boca. Pasaron desde aquellos días más de 20 años. 

La familia se siente bien en esta nueva etapa de la vida. Su señora Fabiana, quien es de Lanús, y las hijas de ambos, Abigail, de 16 años, y Ana, de 11. “Mi nena más grande va al Conservatorio y a la sede de la Escuela 3. Me carga con el tema de las distancias, me dice ‘tranquilo, en cinco minutos llegamos. No salgas mucho antes’. Es que en Buenos Aires o los distritos del Conurbano, todo lleva más tiempo”, cuenta Gabriel. 

 Es hijo de Alberto Cardano y Alicia Ferreiros, y se crió en la casa familiar del barrio Benito Machado. Tiene dos hermanos: Marcela es la mayor y Gustavo, quien también jugó al fútbol en Tres Arroyos, es el menor. 

 En la cancha 
El primer club que integró fue Argentino Junior, con su padre como técnico. Luego pasó a Boca, donde hizo la mayor parte de su carrera en el ámbito local. No obstante, el debut en Primera tuvo lugar en El Nacional, en un plantel del que recuerda a “Cabeza Fernández, Javier Villanueva, Smidt, Manija Barrionuevo, entre otros”. Con el Decano, salió campeón del Preparación, pero tiempo después surgió la oportunidad de probarse en clubes de la maxima categoría de la AFA. 


Con la camiseta del Taladro


Es enganche, juega suelto, un creador. “Fui a Boca y a un par de instituciones más. Quedé en Lanús, donde estuvieron también en esa prueba Claudio Huertas y Cristian Grondona. Seguimos Claudio y yo, más allá de que anduvimos bien los tres”. 

 Este paso tan importante lo dio a mediados de la década del ’90. Sostiene que “permanecí dos años en Lanús y me dejaron libre. Estuve a punto de volver a Tres Arroyos, es una situación brava, no entendía por qué habían tomado esa decisión”.




 Otra puerta se abrió. Es que “el año anterior había trabajado Patricio Hernández en Lanús y su hermano Francisco iba a ver las inferiores. Se enteró de que quedé libre, me llamaron y fui a Banfield directamente recomendado por ellos”. 

 Por entonces tuvo como técnico de inferiores a Claudio Jara. Destaca que “Patricio Hernández me empezó a incorporar en Primera. En 1998 jugué los últimos tres partidos del campeonato”. Debutó contra Independiente y le cometieron un penal, que luego Farid Mondragón le atajó a Jiménez.

 Cuando asumió Hernández, Banfield ya estaba descendido. En la temporada siguiente, “armaron un equipazo que salió campeón de punta a punta en la B. Jugaban la Vieja Reinoso, Mauro Camoranesi, Campodónico, Glaría, Andrés San Martín, Pobersnik, por mencionar a algunos de los más conocidos. Pero después vino el octagonal, Patricio se fue a Estudiantes de La Plata con el Tata Brown, asumió Marangoni como técnico. Y el equipo no pudo ganar el octogonal”. 


Junto a Javier Sanguinetti, ex director técnico de Banfield


Banfield tenía dificultades económicas, Patricio lo convocó para sumarse a Estudiantes y de esta manera, Gabriel fue incorporado por el Pincha. “Intervine en algunos partidos, alterné en el banco, pero duró poco Patricio”, menciona. 

Formó parte de torneos en dos países del exterior: México y Ecuador. “Dos años en cada país, en equipos de Primera división -puntualiza-. Son lindas experiencias, pero a veces estás medio solo. Por suerte en Quevedo, Ecuador, me acompañó mi señora”. 

Al retornar a la Argentina, formó parte de Fútbol San Nicolás, “un club que había fundado Patricio, que nació en San Nicolás”; y en el club La Emilia, del mencionado distrito. 


Gabriel Cardano integró el plantel de Fútbol San Nicolás, club fundado por Patricio Hernández


El cierre de su trayectoria como jugador se produjo en Central Córdoba de Santiago del Estero. Cuenta que “ya había nacido mi hija mayor, era un bebé. Yo no quería seguir dando vueltas, encima sufrí un esguince. Dije ‘vamos a Buenos Aires’, era joven, podría haber jugado un tiempo más”. 

 Con los chicos
Se sentía un poco cansado del fútbol, por lo cual decidió estudiar refrigeración y electricidad. Gabriel explica que “mi señora es maestra, trabajaba. Yo me recibí, obtuve la matrícula y arranqué con ese oficio, me fue muy bien”. 

Sus amigos y conocidos vinculados a la pelota le sugirieron hacer el curso de técnico. Tomó el consejo y completó los dos años para ser también DT a partir de 2013. 

Abel Moralejo, ex jugador de Vélez y “un técnico amigo” de Gabriel, lo convocó para trabajar en la Primera de Berazategui como ayudante. “El me había llevado a jugar en Ecuador”, valora. 


Como DT en las inferiores de Banfield


Dirigió en Temperley, Talleres de Remedios de Escalada, en el club Franja de Oro y en Banfield. Mientras tanto, continuaba con las tareas de su oficio porque “no podia dejar a mis clientes”. 

Le gusta especialmente la formación de los chicos. “Absorben mucho. Hay que hacer planificaciones, Banfield es un lugar ordenado. Cuando tuve a cargo la categoría 2010, lo importante no era buscar el resultado. Me pedían un informe, pero no relacionado a cómo habíamos salido, querían saber si lo que entrenábamos en la semana se veía plasmado en la cancha”, manifiesta.

 Con satisfacción, comenta que “les gustaba mi forma de trabajar. No es que vas a entrenamiento y decis ¿qué hago?. Tenés una planificación -reitera-. No íbamos a inventar algo. Lo que se entrena, se debe ver en el partido. De lo contrario, estás dando un doble mensaje”.


En Talleres de Remedios de Escalada también dirigió a las divisiones formativas



 Si se forma a un chico de manera adecuada, en reserva o Primera “no le van a tener que enseñar un control orientado, un repliegue, una cobertura. Debe entrar y estar preparado para cumplir la función que le pidan”. 

Deja en claro que “hay que educar a las familias” cuando exigen resultados en divisiones inferiores. “Estamos equivocados, no tiene sentido concentrarse en quién ganó. Yo también quería lograr la victoria con los chicos, pero lo que se tiene que observar es la forma de llegar. Necesito enseñarles antes un montón de cosas”. 

Otra premisa es que ingresen todos, con un sistema de rotación. Sostiene que “teníamos 40 chicos en la categoría 2010. Los que no jugaban en el campeonato de AFA, lo hacían en la Liga Metro. Un rato tienen que entrar”. 

Como se trata de procesos, “no se puede hacer de un día para el otro. Cada uno tiene sus tiempos. En infantiles te tenés que sentar e ir a ver”. 

Se radicó en Tres Arroyos con su esposa e hijas “hace un mes y una semana”. El coordinador de Banfield respetó la decisión familiar, con una frase que demuestra la relación que Gabriel tiene con la institución: “las puertas están abiertas siempre”. 

 Volver a empezar
Admite que “sabíamos que va a costar conseguir trabajo”. Le otorga relevancia y agradece “la ayuda de mis viejos, de mis hermanos, de la misma gente de acá de Tres Arroyos”. 

En el primer mes “estaba colaborando con mi hermano en la construcción y empecé a repartir curriculums de mi actividad en refrigeración”. 

Hace quince días fue a jugar un partido en la Liga de Veteranos y padeció la fractura de la tibia en su pierna derecha. Se encuentra cumpliendo las distintas instancias para su recuperación. 

No descarta ser técnico si surge el día de mañana un ofrecimiento. “Me encantaría. Hay una diferencia entre formar y ser técnico de Primera, no tengo problema en ninguna de las dos funciones. Si le das todas las herramientas, el chico llega diferente”, concluye.     


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Un precursor 
 Hay una relación de aprecio y un reconocimiento de Gabriel a Patricio Hernández. “Mucho de lo que se está haciendo ahora ya lo ponía en práctica él hace mucho tiempo”, afirma. 

En este sentido, describe que “era todo fútbol reducido, tenencia de la pelota. Costó un poco que sea incorporado en algunos lugares adonde fue a dirigir. Yo con él aprendí mucho”. 

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Valores 
Uno de los ejes de enseñanza a los chicos es que entiendan lo que tienen y el esfuerzo para conseguirlo. Gabriel dice que “en Banfield les contamos que nosotros disponíamos de una pensión chiquita. Ahora es un lugar amplio, con otras características. Tratamos de formarlos con esos lineamientos. Que cuiden los botines porque los padres hacen un esfuerzo para comprarlos y que tengan dimensión del predio con que cuentan para entrenar”.