Héctor Recalde

Opinión

Escribe Juan Francisco Risso

La mano es más rápida que la vista

01|02|22 12:18 hs.

Pepín Rodriguez Simón, montado en la ola del triunfo, propuso a su jefe nombrar dos jueces de la Corte “en comisión” para llenar las vacantes que se habían producido. Se basó en la norma constitucional que autoriza al Ejecutivo en estos términos: “Puede llenar las vacantes de los empleos, que requieran el acuerdo del Senado, y que ocurran durante su receso, por medio de nombramientos en comisión que expirarán al fin de la próxima Legislatura”. El entusiasmo haría el resto.


Pero todos se indignaron por creer vulnerada la faceta moral de los nombramientos. Cierto es que el Derecho está subordinado a la Moral, lo cual -en el caso- era un parentesco lejano. Y no infalible en caso de un planteo concreto. Se consideraba que Macri, esa facultad... la tenía. Al punto de aceptar la sugerencia y proceder nombrar a Rosatti y Rosenkrantz en reemplazo de Fayt y Zaffaroni. 

Se indignaron, decía, aún los popes del Derecho Constitucional, incluyendo los más afines al Pro, pero a ninguno le escuché un planteo concreto. Perdón: sólo a Recalde padre. Porque Macri podía llenar por sí las vacantes que requieran acuerdo del Senado “y que ocurran durante su receso”. La vacante dejada por Zaffaroni no ocurrió durante el receso del Senado, y así lograron un zafarrancho tamaño Constitución Nacional. King Size. No esperaba eso, pero tampoco me preocupa. 

Esto sí: los sres. Jueces (o Ministros) designados, con gran soltura de cuerpo aceptaron el nombramiento, brindaron, recibieron miles de llamadas laudatorias, etcétera. Ahí mostraron la hilacha. Esos son -entre otros- los jueces que repudiaremos hoy al anochecer. Plaza San Martín. Porque siguen fungiendo de jueces.    


Juan Francisco Risso