Con la camiseta de Garmense y la pelota, en la entrevista con este diario

Deportes

José Del Río

Del Río: el grito de gol que nació en De la Garma y recorrió las canchas

18|12|21 21:26 hs.

José Del Río es conocido como El Gallego, apodo con el que muchos lo nombran desde sus tiempos de futbolista. Lleva los colores de Garmense en el alma, un sentimiento que lo acompaña a partir de su infancia en De la Garma, localidad donde nació y reside. 


Cuando era chico, hizo de mascota en Juan E. Barra, donde atajaba su tío Pelusa. Pero como toda su familia era de Garmense, continuó allí su participación como mascota. José nació en 1970 y esto sucedió, según recuerda, “entre los años 1977 y 1979”. 

Se emociona y es inevitable, cuando habla de Isidoro Padín, “una persona muy allegada a nosotros, un dirigente fallecido, muy colaborador”. Cuenta que “Isidoro siempre me mostraba el pase de mascota desde Juan E. Barra a Garmense”. 



No era fácil “porque todos los chicos” querían cumplir la tarea de acompañar al equipo en su ingreso a la cancha. Por este motivo, se estableció que “el que ganaba una carrera la vuelta manzana iba a ser la mascota y la ganaba siempre yo. Hay una foto que me muestra en ese rol en 1979, cuando Garmense ascendió a Primera en la cancha de Claromecó”.

 A jugar 
En las inferiores comenzó como volante por la derecha, en la posición de 8. “Estaba Carlos Varela de director técnico, quien se radicó y formó su familia en De la Garma. Tenía buen dominio de pelota y era muy corredor, cuando arrancaba por esa banda no paraba hasta el arco, tal vez no había un juego tan en equipo. En esa época era dársela al Gallego o a Bozzolo y que jueguen”, relata. 

Su debut en Segunda División se produjo “a los 13 o 14 años”, cuando el técnico era Beto Souto. Lo define como “uno de los dirigentes futbolísticamente más importantes que tuvo Garmense. Él fue quien me puso de 9, descubrieron que iba bien de arriba, tenía condiciones que me llevaron a jugar de centrodelantero”. 


Una formación de Garmense en 1992. Mozo, Spíndola, Abadía, Atela, Zelarrayán y Luciano Alonso; Benegas, Del Río, Bossolo, Bruna y Cordero


Se muestra agradecido porque “a fines de la década del ’80 tuvimos una muy buena campaña, ya LU24 Radio Tres Arroyos nos empezaba a transmitir cuando veníamos, Oscar Ravella era el comentarista y siempre habló muy bien de mí”. 

En 1989 recibió el llamado de Roberto Lorenzo Bottino para jugar en Huracán. Señala que “yo estaba en ese momento estudiando el último año del Secundario en Laprida, quería que me viniera pero debía dejar para eso la escuela. No se dio. Me ha visto jugar y aparte de lo que hice en mi carrera -reitera-, me ayudaron las opiniones de Oscar Ravella en la radio”. 

En este sentido, comenta que “yo tenía un cassette con relatos de mis goles y era una de mis motivaciones antes de los partidos. Lo escuchaba en mi casa”. 

 En San Lorenzo 
Otro hombre de los medios, de la radio, hizo posible que tuviera una valiosa oportunidad. José sostiene que “Nelson Mouhapé me consiguió una prueba en San Lorenzo en 1989. Salí en tren en Gonzales Chaves solo, justo me encontré con un muchacho que viajaba desde De la Garma e iba a Buenos Aires, me acompañó. Llovía mucho ese día, tenía que estar a las nueve de la mañana y llegué a las diez”. 

Como director técnico se encontraba Osvaldo Diez. José pensó que lo iba a citar para el día siguiente, por haber llegado fuera de horario, pero “no, me dijo cambiese y vaya a entrenar solo, el profe lo está esperando. Después hubo seis días de práctica de fútbol e hice goles en todos los partidos”. 


La celebración de una Copa Chaves ganada por Garmense


La prueba tuvo lugar en septiembre y lo volvieron a llamar en diciembre para un cuadrangular. Menciona que “salí goleador del torneo, de 30 que estábamos a prueba quedamos dos, un arquero y yo”. 

Debía regresar con el pase en la mano, para incorporarse a San Lorenzo y así lo hizo. “Estuve 20 días, no me adapté y me volví -admite-. Ya me había visto el Bambino Veira, me decía que tenía condiciones, siempre me comparaba con el Lobo Fischer, alto, flaco, con zancada larga”. 

Residió en una pensión “con el Chino Zandoná, Simionato y cuatro o cinco chicos más. Yo estaba acostumbrado al pueblo, la vida era totalmente distinta, no me sentía cómodo”. 

 Experiencias 
Comenzó luego su participación en diversos clubes. En 1990 jugó la Liguilla para Quilmes y luego fue incorporado por Boca para el Torneo Regional. “En Boca estaban el Pela Di Luca, los Domínguez, Bartolo Flores padre, Tito Stele, el Cabezón Fernández, Berta, Vega, había un grupo bárbaro. Yo era el más chico”, puntualiza. 

En 1991 ascendió con Garmense, al año siguiente el equipo descendió y volvió a Segunda. Su carrera continuó en 1993 en Cascallares, tras lo cual Racing de Olavarría lo convocó para una Liguilla con “Cacarito Vázquez, Guevara, Sergio Cocilovo, Marcelo Acuña, Barbeito”. 

José indica que “primero iba a ir a Grupo Universitario de Tandil con Cachito Córdoba, él quedó pero yo no, vino un técnico de Buenos Aires que trajo a su 9. Llegué a De la Garma, a la semana me llamaron de Racing de Olavarría, salimos campeones”. 

Enumera con precisión su participación en los clubes. Regresó a Quilmes en 1994 y el torneo de 1995 formó parte de Garmense, mientras que en 1996 se sumó a Colegiales, donde “hicimos una campaña muy buena, con varios jugadores de Balcarce. Volví en 1998”. 

 También vistió la camiseta de Huracán Ciclista en 1997, en cuyo plantel se encontraban “Starópolis, Peralta, Pelusa Cardoso”, como parte de un equipo muy bien armado. 

Otro período muy positivo lo vivió en Deportivo Independencia, club al que se sumó en 1999 con Alfredo Lazarte como técnico. “Después dejó y lo reemplazó Quique Alfonsín, en ese momento decía que no me iba a tener en cuenta, gracias a los dirigentes que insistieron me terminé quedando. Terminaba mi trabajo e iba a Chaves a entrenar de martes a viernes”, señala. 

Jugó un Torneo Argentino con “Emanuel Landa, el Cabo Auzmendi, Martín Giménez, entre otros destacados compañeros. Entre 2000 y 2002 con Independencia ganamos todos los campeonatos”. 

Una afección en su salud lo obligó a hacer una pausa y en 2004 lo fue a buscar San Martín, donde jugó dos años también con reconocidos colegas como “Federico Quiroga o Javier Villanueva”. 

Con gratitud, subraya que en la década del ’90 “la mayoría de los equipos me llamaron. El Nacional, Villa, Once Corazones, Olimpo, podría haber jugado prácticamente en todos los que integran la Liga Regional Tresarroyense de Fútbol”. 

 Los hijos 
Dejó la actividad en la Liga en 2006 y comenzó a ser protagonista en los torneos de Veteranos, pero una lesión lo alejó de las canchas. “Me rompí ligamentos y meniscos, estuve un año parado, el médico me dijo que no podía seguir jugando. Pero hice una buena recuperación con gimnasio, arranqué de nuevo despacio en los encuentros de Veteranos de Tres Arroyos”, relata. 

Un día Garmense volvió al fútbol, en 2017. El técnico Carlos Mendez le pidió a José que pruebe jugar, que realice para ello “una pretemporada diferenciada. Me preparé, convertí goles en un par de amistosos, empezó el Preparación de Segunda y nos tocó con Agrario en la cancha de Independencia de noche, no quedó nadie en De la Garma. En Agrario jugaba mi hijo mayor Julián”. 

Destaca que “la gente de Agrario nos dio un presente cuando entramos a la cancha. Julián fue a Agrario porque Garmense no tenía fútbol. Esa noche empezamos perdiendo 1-0, lo empatamos, pasó a ganar Agrario 2-1, volvimos a igualar y sobre la hora hice el tercero. Mi hijo también tuvo la suerte de hacer un gol”.

 A partir de esta situación, su hijo “empezó con que quería darme el gusto a mí de jugar juntos, pedimos el pase y se vino a Garmense, donde compartimos el plantel”. 

Su hijo Bautista también formaba parte de Agrario y solicitaron el pase. El mayor tiene 27 años y Bautista 18, ambos están en el equipo de Primera de Garmense que este año tuvo una buena participación, si bien no pudo avanzar a cuartos de final. “Los dos son delanteros, Bautista es hincha de Agrario -dice sonriendo-, es así, pero ambos defienden la camiseta. Son 9, el mayor va bien de arriba, maneja las dos piernas, el chiquito es más picante y aprendió mucho estos últimos meses, le ha hecho bien jugar en Primera”. 


En Quilmes. Del Río junto a Viana Beledo, Pombo, Gutiérrez y Montero


 El dirigente 
José es presidente de Garmense. “Trato de estar en todo lo relacionado con el club. La cancha era un terreno baldío, un grupo de veteranos con sacrificio, generación de recursos con rifas y actividades, la fuimos mejorando. Tiene riego, este año hicimos una cantina nueva en la parte visitante y cuatro baños. Desde 2017 hasta hoy se construyeron vestuarios nuevos y se concretaron otras obras.

 La mayoría de los trabajos los llevamos adelante nosotros con un grupo de colaboradores”, valora. 

La principal apuesta son las inferiores, porque “Garmense tiene que volver a formar jugadores. Se fueron en su momento todos a Agrario porque dejó de practicar fútbol, con tiempo vamos a ir fortaleciendo las divisiones formativas. Se está trabajando con la escuelita de fútbol muy bien y con las chicas también”. 

 El goleador 
En la parte final de la entrevista, habla de su perfil como goleador que ya quedó en evidencia en las inferiores. “Todos los sábados hacía dos o tres goles. Se disputaban torneos muy competitivos. Independencia y Huracán eran los más difíciles, pero con el resto era parejo”, sostiene. 

Asimismo, menciona que “hice muchos goles cuando jugué en Colegiales en 1996, íbamos todos los fines de semana palo y palo con Sandro Vega, no lo podía alcanzar. Muy buen jugador”. 

 Le otorga relevancia a “los consejos de Pela Di Luca, aprendí mucho de él cuando estuve en Boca. No tuve la suerte de jugar con Claudio García. Los dos fueron excepcionales, pelota que conectaban de cabeza la ubicaban y los arqueros no podían hacer nada. A Di Luca lo vi hacer un gol en cancha de Garmense de cabeza desde afuera del área grande, parecía que había pateado un penal, a Jorge Atela que era muy buen arquero”. 

Uno de los goles que tiene en la memoria y que es especial lo hizo con Garmense, como local ante Claromecó. “Perdíamos 2 a 1, pudimos empatarlo y sobre la hora, sacó el arquero, se la dio a un volante Aberastegui y me la pasó en tres cuartos de cancha, vi que venía saliendo el arquero, se la toqué por abajo. Ganamos 3 a 2 sobre la hora, era el partido clave. Después contra Copetonas nos alcanzaba el empate para ascender y ganamos”, expresa con precisión. 

Mascota, jugador, compañero de uno de sus hijos en la cancha, padre de dos jugadores, presidente. Le ha dado mucho al fútbol y a su vez, en una relación recíproca, también recibió en similar medida. Es un amigo del gol que está en páginas importantes de la historia de nuestro fútbol.  

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La familia, siempre cerca
El padre de José Del Río se llamaba Juan Carlos y falleció a los 49 años. “Me acompañaba y llevaba a todos lados, me apoyó siempre, pensé que no iba a seguir jugando porque para mí fue un golpe muy duro. A mi mamá Graciela también la perdí joven, a los dos les gustaba muchísimo el deporte”, recuerda.

Tiene dos hermanas, Silvina que es mayor y Daniela, la menor. En 1993 se casó con Guillermina Alonso, sobre lo cual comenta que “me conoció como jugador de fútbol, yendo a la cancha, estuvo conmigo en todo momento. Toda la familia fanática de Garmense, jugué con sus hermanos Luciano y Germán, los dos marcadores centrales”. 

Agrega que su hijo mayor Julián “nació en 1994, cuando yo estaba en Quilmes. Concentraba de jueves a domingo en el club, en una piecita”. 

Tal como lo hicieron sus padres, José y su esposa acompañan a los hijos adonde juegan. En este sentido, menciona a modo de ejemplo que “Bautista anda muy bien en pelota a paleta, ha salido campeón argentino en varias oportunidades, campeón provincial. Viajamos cada fin de semana que juega en otra ciudad”.  

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El campo
La familia Del Río tiene campo propio y arrienda además otra superficie. José se dedica a la actividad agropecuaria, pero no siempre fue así porque cuando era adolescente no le atraía mucho. 

Recibió un mensaje claro en su casa: “Mi padre me dijo si no te gusta ‘buscate un trabajo en el pueblo’. Trabajé en una metalúrgica barriéndola, en una carpintería, en un comercio, después cuando me fui haciendo más grande me manejaba con los ingresos del fútbol. A su vez, empecé a ayudar por entonces a mi papá en el campo”.