26|09|21 22:53 hs.
En la Biblioteca Vicente P. Cacuri, del Sindicato Empleados de Comercio, se desarrollan actividades, cursos y funciona el Departamento de Apoyo Escolar. La entidad atiende de lunes a viernes, en el horario de 8 a 18.
Debido a la pandemia, se mantiene un protocolo. La bibliotecaria Karina Pecker explicó que “la gente tiene que concurrir con barbijo y se utiliza alcohol en gel, nos hemos acostumbrado. Y seguimos teniendo resguardo con el aforo de personas en actividades que organizamos, talleres, cursos o jornadas”.
El retiro de material es gratuito para los afiliados del sindicato y familiares directos; además hay propuestas que pueden hacer de manera gratuita y otras con descuentos de hasta el 50 por ciento. Al ser pública, está abierta a toda la comunidad. Los no afiliados pueden asociarse a la biblioteca para acceder a sus prestaciones.
Pecker indicó que “más allá de todo lo negativo de este año y medio que estamos atravesando, nos llamó la atención que mucha gente se asoció a la biblioteca, aquellos que pagan una cuota mensual y pueden retirar el material a domicilio, lo observamos y lo seguimos observando este año. En cursos y talleres el socio tiene un descuento importante, muchos se asocian para acceder a este beneficio”.
Del mismo modo, expresó su satisfacción porque concurren de manera habitual estudiantes terciarios y universitarios a preparar sus materias. “Antes toman contacto con nosotros a ver si pueden asistir, lo tenemos organizado para que no se llene la biblioteca, podemos combinar tranquilamente para que estén trabajando toda la mañana. Están ahí en su mundo estudiando por tres o cuatro horas”, señaló.
Tarea en equipo
Karina Pecker se encuentra a cargo de la biblioteca desde el 2 de enero de 1997. Junto a ella se desempeña Diana Mársico. Destacó que “contamos con gente de la comisión directiva del sindicato que, al momento de realizar una propuesta o evento, colabora para que todo salga lindo”.
Recordó que en 2020, “la biblioteca estuvo más de un mes con las puertas cerradas. Para nosotros fue un desafío que la gente siguiera en contacto, más allá de no poder brindarles un libro. Facebook, Instagram y Whatsapp fueron fundamentales para continuar con la comunicación. Al igual que este año, cuando volvimos a cerrar” en la etapa sanitaria más compleja por la “segunda ola” del Covid-19.
En períodos sin actividad presencial, dijo que “con Diana nos llevamos la tablet o utilizamos la computadora para estar comunicados desde nuestra casa con la gente”.
En el caso puntual de los chicos, subrayó que “tuvimos muy buena llegada porque organizamos distintos concursos, ellos se enganchan”.
Cambios
Durante más de 24 años de trabajo, Karina Pecker percibió “cambios de todo tipo. Cuando recién comencé no estaba el furor de Internet, se acercaban muchísimas personas a la biblioteca y la cantidad de libros que se manejaba era impresionante. Con el correr de los años, el avance de la tecnología llevó a que las prácticas se fueran modificando”.
A modo de ejemplo, comentó que “los chicos que en su momento iban con el afiche y un arsenal de artículos de librería para armar un trabajo práctico para la escuela, hoy se manejan a través de su tablet o notebook, utilizan el Wifi gratuito, comparten pantalla entre ellos. Es otra forma de trabajar. A nivel virtual hay capacitaciones para bibliotecarios y siempre estoy tratando de hacer alguna, porque es necesario seguir creciendo y aprendiendo”.
Magnitud
La biblioteca tiene más de 45.000 libros. Hay que sumarle poco menos de 1500 cassettes de video, que “si bien es un material que casi no se utiliza, está a disposición”. Posee prácticamente completo el archivo de la publicación local El Periodista, “faltan un par de ejemplares nada más”; y un archivo vertical con artículos seleccionados cada mes de La Voz del Pueblo y Clarín.
Desde hace algunos años, se incorporó un catálogo virtual con todos los títulos y “se agregó temporariamente un sector donde podes clikear y descargar material gratuito. Eso también fue un acercamiento a la lectura, más allá de que no todos estamos acostumbrados a leer en pantalla”.
Con satisfacción, expresó que “quedó muy lindo el sector infantil, hace dos años se remodeló. Se le puso un piso, una goma muy colorida. Los chicos además de tener el mobiliario, mesas, sillas y puffs acordes a su tamaño, pueden estar recostados en el piso”.
En su análisis, indicó que “la bibliografía que vamos comprando es de muy buena calidad, contactamos con editoriales a nivel nacional y algunas que son distribuidoras de libros para que chicos desde la más temprana edad tengan acceso a muy buena literatura, y también el área de adolescentes”.
Se generó una lista de reservas. La finalidad es “que todos los socios nos puedan sugerir títulos, autores o temas”. Sobre los adolescentes, puntualizó que “muchos autores ellos los reconocen por son youtubers, estamos muy pendientes de lo que vienen a buscar. Por una cuestión generacional manejan otros autores y temáticas que tal vez nosotros no consideramos”.
Cada mes adquieren una cantidad importante de libros. Al respecto, sostuvo que “como todas las bibliotecas, recibimos un subsidio mensual de la Municipalidad, casi el total se utiliza en comprar material bibliográfico para tratar de cubrir las distintas edades”.
Desde 1905
El Sindicato Empleados de Comercio nació en enero de 1904 y la biblioteca al año siguiente, el 21 de mayo de 1905.
La fecha fue confirmada a partir de una lectura de archivos, libros y artículos. “En pandemia, uno se pone a investigar material que estaba guardado. Así se pudo establecer la fecha real de inicio”, expresó Karina Pecker.
Dio los primeros pasos “con muy pocos volúmenes que donó Vicente Cacuri en su momento, para que el trabajador tuviera un lugar donde ampliar sus conocimientos. La respuesta fue muy buena, Cacuri y Cervini realizaron más donaciones de libros, mobiliarios. De esta manera fue surgiendo de a poco la biblioteca”, concluyó.