Opinión

Por Juan Francisco Risso

Vacuna

02|05|21 00:18 hs.

Corría el año… a ver… 1958. El niño aparentemente había cursado su gripe y, ya sin fiebre, dejó la cama. Habrá ido al baño. El caso fue que cuando regresó del baño, sus padres se miraban extrañados. 


“A ver, Juan Francisco… caminá para allá”. El niño obedeció y sus padres se miraron con el ceño fruncido. “Llamá a Tróccoli” dijo el padre. Y la madre tomó el teléfono y aguardó a que la telefonista le pidiese el número. Los números telefónicos eran de dos o tres dígitos. 

Tróccoli, el pediatra, también le pidió al niño que caminara para aquí y para allá y lo contempló con expresión dubitativa. Con poco énfasis ensayó algún diagnóstico muy presuntivo. Finalmente solicitó la presencia de su colega Antonio Mohovich, quien se subió a su Chevrolet negro y partió a la casa del niño. 

“A ver querido… caminá para allá”. Ahora eran los médicos quienes se miraban entre sí. Menearon la cabeza y no llegaron a ningún diagnóstico. Quedaba la bestia negra, y es probable que se negaran a nombrarla. Por los padres, pienso. Y es probable que uno de ellos finalmente haya pronunciado la palabra “poliomielitis”. Sonaba a exageración, pero… 

…a Mar del Plata. Allí había un médico llamado Doctor Tesone que se dedicaba a la famosa parálisis infantil, por la vertiente del altruismo absoluto. Montaron en el jeep doble tracción del padre, último modelo -1957 o 58-, único vehículo de fabricación nacional. Carrozado en chapa. Con pantaneras. Ya tendrían un turno. 

El consultorio tenía alfombra gris y repisas con juguetes, siendo el más atractivo un camión de bomberos. Los padres dialogaban con el Doctor Tesone y el niño especulaba con la posibilidad de que le regalaran el camión de bomberos. Como niño algo consentido no lo descartaba. Pero su proyecto se vio interrumpido cuando lo hicieron pasar a otro recinto. Presumo una sala de rayos X. 

Pronto salió y volvió a la contemplación del camión de bomberos. Entretanto el Doctor Tesone decía: “Sí… es poliomielitis…”. Y el niño escuchó claramente que sus dos padres ahogaban una exclamación. Nunca pudo olvidarlo. 

“…pero muy leve” dijo. Para el niño era chino. Y agregó: “Muy subsanable”. También chino. Además el problema era de sus padres. Ya se sabe que los padres son los encargados de solucionar los problemas de un niño. Y de momento nadie le ofrecía el camión de bomberos. De hecho regresó al jeep con las manos vacías. 

(Mucho he pensado cómo un niño podía recordar palabras cuyo significado ignoraba. Borges dice que un gato no puede concebir una casa pero no se pierde en ella. No sé, pero siempre las recordó, con la exclamación ahogada de ambos padres). 

 Lo que siguió fueron dos o tres meses de reposo e inyecciones por mayor y menor. A veces entraba un familiar a su cuarto, y el niño se colocaba boca abajo y se bajaba el pantalón pijama. El familiar le aclaraba que era eso: un familiar, y no José Sumay, el enfermero que venía mañana, tarde y noche. Jeringas de vidrio. 

Pero entre Jonas Salk, el Doctor Tesone y José Sumay el muchachito se repuso. Ah, porque tenía la vacuna Salk. Su madre se había preocupado, y siempre hablaba de la vacuna “Sol”. 


Jonas Salk, investigador que hizo un valioso aporte en la vacuna contra la poliomielitis


 La diferencia entre vacuna y no-vacuna debió conocerla en Buenos Aires, muy pronto. Cruzaba una plazoleta con sus padres cuando una combi de ALPI estacionó junto al cordón. El chofer abrió el portón lateral y comenzaron a bajar niños afectados por la polio. Casi todos con “aparatos”, ese exo-esqueleto metálico que va por fuera y ayuda a estar erguido. Iban a jugar allí. Pero un niño de siete años difícilmente sintiera a esos niños cubiertos de hierro como sus semejantes. O que él hubiese estado a un paso de estar con ellos. O como ellos. Como fuese, quedó impresionado. Esa imagen quedó fermentando. Ya les he dicho que han hallado muerto al niño que yo fui. Pero creo que esa historia es real. Todo eso le sucedió así. 

En Mar del Plata uno dice “Doctor Tesone” y cualquier persona de cierta edad se pone de pie. “Creador de Cerenil en Mar del Plata” me aclaró alguien. Y el operativo vacunatorio en Tres Arroyos también: para ponerse de pie. Gracias a todos. Así se erradicó la polio... del mundo.