07|02|21 11:31 hs.
Ya llevamos casi un año que comenzara esta pandemia y por supuesto que las consecuencias psicológicas, en muchos casos, se han venido manifestando.
La licenciada Claudia Torres volvió a encontrarse con La Voz del Pueblo para dejar sus conceptos sobre cómo ha sido este camino y sus consecuencias.
“Al principio de todo esto yo no podía trabajar de manera presencial con la gente –dice Claudia-. Así que hacíamos videollamadas con todo lo que implican las diferencias de estar sentado en el sillón de mi consultorio a esto”.
Agrega que en estos tiempos la gente modificó totalmente conductas porque “no es lo mismo que te digan ‘no podés salir’ a que lo decida yo. La prohibición hace que yo quiera, la ansiedad de no ver a los seres queridos, que luego se fue cambiando con el tiempo”.
Recuerda que en muchos casos la distancia entre seres queridos fue muy dura, hizo que no pudiesen conocer a nietos hasta seis, siete o más meses después de haber nacido. “Eso es un tema, no poder ver a tu mamá que está en un geriátrico, pero bueno acá en Tres Arroyos era muy diferente a lo de las grandes ciudades. Nosotros tuvimos los permitidos antes que muchos otros; en las ciudades chicas fue distinto pero a pesar de ello la salud mental se vio afectada”.
Aunque no haya tenido entre sus pacientes personas que hayan perdido algún familiar directo por Covid-19 sí tuvo aislados o contagiados. “depende las herramientas que tenga la persona, no es lo mismo estar internado en el Hospital que transitarlo en tu casa. El aislamiento sin que nadie te pueda acompañar es duro como quien lo pasó en una terapia intensiva”.
La salida de la pandemia se fue dando de a poco y como Claudia reconoce “a muchas personas les hizo bien. Les sirvió para reflexionar, ver la vida de otra manera, el poder mirarse y encontrar cosas para cambiar y proponérselo”.
Las salidas, la noche, los chicos
La salida de la pandemia se fue dando de a poco y como Claudia reconoce “a muchas personas les hizo bien. Les sirvió para reflexionar, ver la vida de otra manera, el poder mirarse y encontrar cosas para cambiar y proponérselo. Hay personas que desconocen la existencia del virus y por lo tanto andan sin barbijo, otras que de a poco y una vez pasado el miedo lo incorporaron para usarlo y lugares como los de veraneo que pareciese que el virus no está”, dice riendo.
Sostiene que en todo esto “cada uno va saliendo como puede. No es fácil por ejemplo a los adolescentes les hemos cortado toda la cuestión grupal, de estar con amigos, de poder ir al boliche, de salir…”.
Situaciones como las ocurridas en los últimos días la llevan a reflexionar porque “todo el mundo sabe que desde diciembre hay fiestas clandestinas”.
El que se las haya prohibido y no haberles brindado una oportunidad de hacerlas con los controles necesarios son cosas que “a los chicos les gusta el transgredir. Aparte de eso el adolescente tiene esa característica, vos me decís que no y yo te digo que sí y me voy hasta el Cuarto Salto y no me voy solo, nos vamos todos. Pero bueno las autoridades sabrán cómo manejarlos no es mi área”.
“A los chicos les gusta el transgredir. Aparte de eso el adolescente tiene esa característica, vos me decís que no y yo te digo que sí y me voy hasta el Cuarto Salto y no me voy solo, nos vamos todos. Pero bueno las autoridades sabrán cómo manejarlos no es mi área”.
Si bien no conoce la situación provocada en Reta en profundidad sí analiza la cuestión desde su óptica; “ponete a pensar que un chico de 18 años el año pasado no tuvo clases, con lo que implica que terminen la secundaria. No te digo que vayan a estudiar pero la sociabilización, no tuvieron baile de egresados o viaje de egresados muchos de ellos. Los adolescentes necesitan el vínculo del grupo y tenemos que buscarles la forma por su salud mental, tenemos que implementar alguna manera con control para que puedan salir”.
Y se pregunta, “¿está mal divertirse?, parece que sí; que todo lo que sea ocio o diversión estaría mal. Los grandes también lo necesitamos no te digo ir a una fiesta clandestina pero el poder salir, juntarse y pasarla bien”.

Marca la gran diferencia que hay entre las playas de nuestro distrito -que están colmadas de gente- y las de grandes centros como Mar del Plata con mucha caída de concurrencia
Pero teniendo en cuenta “que hay que cuidarse un poco más. Porque si todavía no nos hemos contagiado tampoco seguir con esa obsesión del sentir que el virus te persigue. Nosotros somos seres sociales y sociables necesitamos de esto”.
Aquí recuerda el cambio que tuvo que hacer y fue “el recibir a mis pacientes con un beso; algo que tuve que dejar de hacer. Antes cuando el paciente estaba con un cuadro de angustia y necesitaba un abrazo yo se los daba, ahora no lo puedo hacer, pero no solamente por mí, por respeto a ellos también. Pero el contacto también lo necesitamos y hay gente que no tiene parientes cercanos que se lo den”.
Recuerda que en muchos aspectos el psicólogo trabaja con las emociones y no con papeles por lo que muchas veces las situaciones son muy complicadas vivenciarlas en el consultorio.
“Cómo le decís a los chicos que no se junten a bailar al aire libre después de haber visto por televisión el velatorio de Maradona” dice a modo de reflexión en voz alta. “No somos coherentes…”.
Las vacaciones, las vacunas
Luego de todo este período vivido Claudia Torres cree que estas vacaciones como en todo período regular “siempre sirven porque es descomprimir situaciones. A nivel epidemiológico no creo que sirva, fijate lo que ha ocurrido en Europa que después del verano hubo un nuevo contagio, no sé por ahí me equivoco. Si se trata de descomprimir tensiones y de poder vivir una vida de lo que era ‘la normalidad’ anterior seguramente que sí. Fijate la diferencia que hay entre las playas como las nuestras que están colmadas de gente y las de grandes centros como Mar del Plata que hablan de una gran caída de concurrencia”.
También lo que generó la aparición de la vacuna hizo que muchos de sus pacientes preguntaran por la posibilidad de inocularse o no. Además de sentir como una suerte “que se termina el año. Como si el 31 de diciembre ocurriese una cosa totalmente diferente, que íbamos a estar todos sin barbijos, abrazados, sin tanto alcohol en las manos –dice mientras se sonríe-; la gente tenía esa fantasía”.
“Cómo le decís a los chicos que no se junten a bailar al aire libre después de haber visto por televisión el velatorio de Maradona” dice a modo de reflexión en voz alta. “No somos coherentes…”.
En el final sostiene que la incertidumbre de “qué nos va a pasar” existe.
“Supongo que muchas personas van a salir fortalecidas, con cambios de vida, dependiendo de cómo lo trabajás o dándose cuenta de lo que tenés interiormente y hacer un cambio… Me ha pasado con muchos pacientes, es fabuloso” dice con gran satisfacción del logro de cada uno.