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A lo largo de las siguientes líneas, los invito a pensar, leer y abrir preguntas acerca de cómo nos enfrentamos y vinculamos con la llegada de un diagnóstico. En este caso; un diagnóstico de artritis reumatoidea. Generalmente antes del diagnóstico comienzan los primeros síntomas y cambios en el cuerpo, los cuales se acompañan de obstáculos en los quehaceres cotidianos y la búsqueda de qué es lo que sucede.
Seguramente, primero no se vincula con el surgimiento de una enfermedad, sino de una mala fuerza, una actividad que nos hizo mal, muchas actividades que se han realizado, entre tantas otras. Pero los síntomas, se hacen más visibles y ahí comienzan las consultas a los diferentes médicos, derivaciones a especialistas, a veces diagnósticos erróneos, hasta llegar a la Artritis Reumatoidea y el impacto en nuestro cuerpo, persona y entorno.
La artritis es una enfermedad que afecta de modo directo a nuestro cuerpo y aspecto físico, por lo cual también a nuestro esquema corporal, pero no siempre a nuestra imagen corporal. En este sentido, cuando pensamos en la imagen corporal de cada uno, se hace referencia a la representación inconsciente sobre nuestro cuerpo, lo cual puede o no coincidir con el esquema corporal. En el caso que no se muestre una coherencia entre sí, se presentan conflictos, ambivalencias e incongruencias en los cuidados que se necesitan, técnicas de prevención y adaptaciones frente a los cambios que el desarrollo de la enfermedad requiere.
La ausencia de coherencia entre el esquema corporal y la imagen corporal, depende de la posibilidad de aceptación y elaboración del duelo frente a los cambios que implica la artritis. Cuando se piensa en un duelo, es importante tener en cuenta el proceso y los tiempos psíquicos que requiere.
Es así que transitar un duelo, nos lleva a un camino por cuatro etapas:
-La primera, es la Fase de Embotamiento de la Sensibilidad: es el momento en que se confirma el diagnóstico, lo cual provoca un estado de shock, que en muchos casos, se acompaña de sentimientos de cólera, bronca, confusión y aislamiento. Es común escuchar frases como: “esto no me puede estar pasando” “¿qué hice yo para tener esta enfermedad?”, “¿y ahora como sigo mi vida, sino puedo hacer nada?”.
-La segunda fase, es la de anhelo y búsqueda de la figura perdida: en este momento, se comienza a percibir la situación que se encuentran atravesando, pero este primer acercamiento a observar la nueva realidad, es teñida de intentos de no admitirla, mostrar una actitud de descreimiento y sentimientos de rabia, culpa y tristeza profunda. En esta etapa, se puede observar la exploración de información en diferentes medios, más allá de lo transmitido por el médico y experimentar métodos terapéuticos, científicos o no, donde en cada caso se refleja el deseo de la cura y que la enfermedad no sea parte de su cuerpo y su vida.
-La tercera etapa, es la Fase de desesperanza y desorganización: en este momento se comienza a presentar el sentimiento de ausencia de una cura, lo cual lleva a la emergencia de indicadores de depresión, apatía y sentimiento de vacío.
-Finalmente, encontramos la Fase de reorganización: este es el momento en que se presenta un reconocimiento y aceptación de lo irreparable, generando un nuevo orden a nivel personal y familiar, a partir de la aceptación de la enfermedad y sus limitaciones.
La aceptación de la enfermedad se articula con la capacidad de resiliencia, es decir, la habilidad de enfrentarse a la adversidad de la vida, superarla e incluso ser transformado por ella. Para promover dicha capacidad, la cual se encuentra presente en cada uno de nosotros, es indispensable contar con ciertos factores:
-Sostener y promover redes sociales
-Mantener un buen nivel de autoestima, para lo que es necesario una aceptación de la artritis, los cuidados que se necesitan, el apoyo social y la construcción de proyectos en diferentes áreas de la vida.
-Potenciar el buen nivel de comunicación en la familia, en este aspecto es importante la presencia de palabras sobre lo que a cada uno le sucede con la presencia de la enfermedad.
-Mantener un buen sentido del humor.
-Promover la capacidad de flexibilidad, donde se puede ver la habilidad de aceptar la presencia de apoyo o modificaciones de ritmos de vida, actividades y materiales de nuestra vida cotidiana.
-Mantener una posición activa frente a la enfermedad y en la vida en general.
Por lo cual, la artritis es una enfermedad con la que tenemos que aprender a convivir, sin negarla, ni generalizar nuestra vida en torno a ella. Es un aspecto de la vida, que nos va a llevar a conocerla en nuestro cuerpo.
Asimismo, al conocimiento del desarrollo de la enfermedad en cada persona, actualmente se adhiere la situación de aislamiento social que nos encontramos transitando. Un momento donde nadie estaba preparado para detener sus rutinas y adaptarse a nuevos modos de vida: cuidados especiales, visitas por video llamada, terapias online, entre tantos cambios que han impactado en cada uno de nosotros; provocando diferentes reacciones a nivel social, emocional y físico. Por lo cual es de destacar, la capacidad de flexibilidad y creatividad frente al cambio, a fin de sostener y abrir espacios de encuentros, producción y comunicación más allá de las barreras actuales, lo cual promueve la estabilidad emocional impactándonos de modo directo sobre nuestro aspecto físico.
Es así que el camino cualquiera sea, siempre es mejor cuando se va a la par con otros, es decir, la familia, amigos, profesionales y personas que se encuentran atravesado situaciones semejantes.
(*) La autora es licenciada en Psicología (MP.47107)