Después de la escapada del precio del dólar paralelo del último viernes, ya hay un rubro que lo siente y, cuando no puede comprar lo que vende, se diversifica o baja la persiana hasta el medio para enfocarse en otro servicio.
Nicolás Codagnone trabaja junto a Germán en la bicicletería de San Martín y Almirante Brown (Maxi Burgueño)
“Los proveedores nos dicen que hasta febrero o marzo no van a recibir nada, por eso estamos preocupados por la devaluación y el aumento de la mercadería que es en dólares, ya que no sabemos si la vamos a reponer. Porque cuando vendemos algo, no sabemos al precio que la vamos a tener que volver a pagar”.
Así pinta Germán Codagnone, de la bicicletería Coda y hermano de los miembros de la sociedad familiar Broos, la manera en que la situación económica lo limitó a la hora de aprovechar un momento importante para el negocio que, ante la incertidumbre, motivó la decisión de familiar de invertir en ladrillo antes de seguir esperando la llegada del precio de mercadería mientras veían desaparecer los pesos de las ventas previas.
“En las últimas semanas de septiembre estábamos con la preocupación de la devaluación y la imposibilidad de comprar. Tuvimos que cerrar y ahora estamos viendo de nuevo qué vamos a hacer. No sé si cerrar, pero trabajar medio día para que la gente no se quede sin bicicletero y nosotros sin insumos tan pronto”.
Ponerse al día
Luciano Prieto, hijo de un referente del cicilismo local como Carlos Prieto, hace tres años que abrió La Bicicletería, un prolijo showroom y taller de reparaciones en la calle Sebastián Costa al 800 que, ante la oleada de nuevos clientes, se vio obligado a cerrar por 15 días y dedicarse a reparar bicicletas puertas adentro, ya que, asegura, llegó a tener 30 clientes en lista de espera, “cada día entraba más de lo que yo podía hacer”, dijo antes de asegurar un incremento de, al menos, un 50 por ciento de gente que eligió este medio de transporte en pandemia.
Luciano Prieto. Tuvo que frenar la atención al público para atender la demanda de reparaciones