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Tres Arroyos, SÁBADO 20.04.2024
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La voz de los adolescentes en pandemia

Dando continuidad a la publicación del 21 de septiembre, presentamos a continuación escritos de estudiantes de las escuelas secundarias de Tres Arroyos. El equipo de trabajo -conformado por el área de Educación y Cultura, y Políticas para la Juventud del municipio, Noemí Rivas y Andrés Narciande; Jefatura de Inspección de Región 21, Vanesa Barani y Paula D’Aquila; y por la Cámara Económica, Diana Arias- se constituyó con el fin de generar este valioso espacio. 

“Esta situación atípica nos encuentra aprendiendo a todos día a día. Desde el inicio de la pandemia las actividades de los y las jóvenes se vieron afectadas en su totalidad, repercutiendo en su bienestar. En la actualidad los jóvenes cumplen un rol fundamental como motor de cambio y transformación. A pesar del contexto continúan movilizándose acompañando y sumándose a actividades solidarias. Pensando en un escenario pos pandemia las juventudes tendrán la fortaleza para guiar, acompañar, construir y reconstruir un futuro mejor”, expresó Andrés Narciande, director de Políticas de la Juventud. 
“A nuestros queridos estudiantes queremos hacerles saber que todo el Equipo de supervisores y docentes estamos muy felices de que hayan podido aprovechar el espacio ofrecido por el Diario para expresar sus preocupaciones, vivencias y experiencias; decirles que trabajamos mucho para que ustedes junto a sus familias puedan sobrellevar este momento lo mejor posible, acompañándolos no sólo a través de propuestas pedagógicas significativas sino emocionalmente, sosteniendo el vínculo con el colegio y sus compañeros. No es fácil para nadie, ya que también nosotros estamos atravesados por la misma situación, pero somos educadores, somos docentes y amamos lo que hacemos. Les pedimos un poco más de paciencia que esto también pasará. Gracias a los que compartieron sus historias y al resto, esperamos escucharlos en los distintos encuentros que se planifican desde ambas gestiones”, señaló la Inspectora Jefe de Región 21, de gestión privada, Paula D’Aquila. 
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La dimensión de lo
que está pasando 
Por Bautista Bonini 
Señora directora: 
Como es de conocimiento público, la pandemia y sus consecuencias nos han afectado a todos. Tanto a niños como adolescentes, adultos y ancianos. 
 La difusión del video “Ser irresponsable nos hace responsables” me
ayuda a pensar que la gente todavía no se percató, ni dimensionó la pandemia: que el virus es mortal. 
Claro ejemplo muestra Tres Arroyos, nuestra ciudad, que a pesar de la aparición de un brote y de varios contagiados de Covid 19, la gente sigue inconscientemente juntándose en la vía pública como si el virus no existiera y ellos fueran inmunes al mismo. 
 Tal es así que se puede ver los fines de semana a gran cúmulo de
gente de variada edad juntarse en la calle que lleva al Parque Ángel Cabañas (avenida Libertad del 1500 al 2000) en automóviles, motos o bicicletas. 
Estacionados en ambas manos de la calle, donde se los puede visualizar compartiendo mate o cerveza. También se puede constatar que por cada vehículo hay más de dos personas, las cuales no cumplen con el uso del barbijo ni respetan el distanciamiento social. 
Todos los habitantes del mundo estamos enfrentando una emergencia sanitaria causada por el Covid-19. Frente a esta situación quisiera manifestar el caso puntual de nuestra ciudad y la falta de conciencia de varios habitantes. 
Sería necesario profundizar las medidas de control (Uso obligatorio de barbijo, distanciamiento social y control de fiebre a cada ciudadano que esté presente en esos encuentros). 
El 2020 ha sido el año más atípico e inesperado de nuestras vidas. 
Dejamos de tener vida social, nos refugiamos en nuestras casas y aprendimos a compartir tiempo de calidad familiar, a utilizar el tiempo para hacer cosas en el hogar y a convivir con un virus que vino para quedarse. 
 La pandemia y la crisis sanitaria que se vive en consecuencia me hacen pensar que muchos hogares se vieron afectados por la desestabilidad económica, otros por el aislamiento al encontrarse en soledad. Dejamos de abrazarnos, tuvimos que tapar nuestras sonrisas y refugiarnos en casa para evitar contagios y cuidarnos. Esta pandemia no solo ha afectado en salud, en la economía, sino que también nos ha prohibido la demostración cotidiana de afecto. Ya no puedo darle un apretón de manos a mi vecino, abrazar a mi amigo o besar a mis abuelos. Por todo esto, hoy más que nunca: “Ser irresponsables, nos hace responsables” 
 (*) Alumno de 2° A – CNSL 

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Dar respuesta
por nuestros actos 
Por Juana López de Ipiña (*) 
Señora directora: 
Me dirijo a usted para contarle mi gran preocupación de la
irresponsabilidad que veo en la gente ante la pandemia que estamos viviendo. 
En el comienzo del 2020, ni la persona más pesimista podría haber imaginado que a pocos meses de empezar el año se declarara una pandemia y que en nuestro país se estableciera un aislamiento obligatorio, pero así fue. Y después de meses de convivir con este virus, hay personas que siguen sin entender la gravedad de la situación y que a cualquiera le puede tocar. 
Gente en la calle sin tapabocas, sin cumplir con el distanciamiento social, reuniones familiares y sociales de público conocimiento. Todo lo que no se debe hacer y parte de la sociedad lo hace poniendo en riesgo su salud y la de los demás. 
Me asusta pensar en el egoísmo de cierta gente. ¿Qué más tiene que pasar para que se tome conciencia? ¿Que el que padezca la enfermedad sea alguien cercano? Debemos tener en cuenta que la capacidad del sistema de
salud no es infinita. El recurso material, si bien se dice que ha aumentado, nunca va a ser suficiente si el recurso humano se está enfermando. 
 Ser irresponsable, te hace responsable. Debemos dar respuesta por nuestros actos, cada cosa que hagas sin cumplir con las medidas de cuidado ante el virus, te hace culpable de las consecuencias. 
 Por otra parte, no debo dejar pasar la oportunidad para agradecer a todos los profesionales de la salud, médicos y enfermeros, camilleros, ambulancieros, entre otros, que día a día arriesgan sus vidas y las de sus familias para cuidar la salud de todos. 
Para finalizar, quiero agradecer este espacio para reflexionar sobre la importancia de la empatía, la responsabilidad y la solidaridad, en esta y en otras situaciones. 
(*) Alumna de 2º año B, Colegio Nuestra Señora de Luján.
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“Una segunda casa para mí” 
Por A. R (*) 
Este año aprendí varias cosas, fue un año lleno de sorpresas para mí, como para todos. Este año era: “nuestro año”; supuestamente, para mal nuestro no fue como lo esperamos, ni como lo imaginamos. Teníamos tantos planes, tantos sueños, tantos anhelos. Ya llegar a sexto es todo un desafío. 
Fue hermoso,
compartí 5 años con mis compañeros, planeamos tanto para la fiesta, para hacer -aunque sea un viajecito- o aunque sea, una fiesta, humilde, pero entre nosotros. Ahorramos tanto para ese buzo soñado, que hasta se nos olvidó que esta vida es: muchas vueltas; y pasamos de estar eufóricos y súper contentos, a la tristeza y decepción, todo por culpa de la pandemia. ¿Y ahora qué hacemos? 
Pensábamos todos: ¿y el buzo?, ¿la fiesta?, ¿y nosotros qué? Preguntas difíciles de responder, y ahora a aguantar, y ahora a no aflojar.
Por suerte tenemos una escuela, un equipo directivo que nunca nos dejó solos, unos profesores excepcionales y unos preceptores geniales que nos facilitan día a día nuestro trabajo, por su compromiso y su misión de vernos terminar, siempre están ahí para nosotros, en todo, desde un mensaje hasta una llamada para preguntar cómo vamos, si entendiste o cosas así. Estoy súper agradecido con todos ellos, me lamento mucho no haber podido concurrir este año al colegio, más que colegio “una segunda casa para mí”, un lugar lindo en un ambiente hermoso, lleno de buenas vibras, donde si te pasaba algo o simplemente necesitabas hablar, eras escuchado, contenido y aconsejado de la mejor manera. Nos aconsejaban como a sus propios hijos. Por mi parte eso es lo que más me duele, no poder verlos, abrazarlos, joder, compartir un mate, o que nos retén para entrar al aula. Eso sí que se va a extrañar, y mucho. 
Este año aprendí: que fui al mejor colegio que puede ir un chico y que más que nuestros profesores y directivos eran nuestros amigos, y de alguna manera guías de esta etapa tan linda como lo es el secundario, me apena mucho tener que estar desde casa intentando aprender, me falta algo, me falta mi escuela, me falta mi querida René Favaloro.
(*) Alumno de 6to año. Escuela Secundaria N°4 «René Favaloro» 

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Vivencias 
Por Romina Molina (*) 
No sabes quién soy, 
pero yo sí sé lo que eres, 
un ganador o ganadora. 
Estas luchando contra un gigante, 
Y sé que lo estás haciendo 
con todos los obstáculos. 
Quiero hacerte saber, 
Que no estás solo, 
Que me tienes a mí 
Y a este país completo. 
(*) Alumna de 6to.año E.E.S N°4 René Favaloro 

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¿Qué me queda de 2020? 
Por Dulce Gallucci (*) 
Lo que me va a quedar de este 2020 es familia, dolor y empatía. Más que nunca, familia, porque te das cuenta que un día están y mañana capaz que no, un día los estás abrazando y al otro abrazas un cajón. Un día los ves siempre y al otro los tenés que ver con un horario especifico, un día estás harto de ellos y al otro pensás: ¿cómo fui capaz de perder el tiempo así?, lo que estamos viviendo es la palabra incertidumbre en su máxima expresión. 
Me queda dolor, dolor por la gente que pierde a su familia todos los días sin previo aviso; dolor por las pibas muertas que encuentran cada día; dolor por las víctimas de abuso que tienen que pasar las 24 horas con su abusador; dolor por los médicos y enfermeros que tienen miedo de volver a su casa e infectar a toda su familia; dolor por los infectados, dolor por toda la gente en situación de calle que no tienen nada para comer porque está todo cerrado y la gente no sale; dolor por la gente que se quedó sin trabajo y no saben cómo traer comida a su casa; dolor y bronca por no tener la cura. 
 Me queda empatía, empatía de los enfermeros que se enfrentan todos los días por nosotros; empatía por los maestros, que tienen cinco cursos y siguen ayudando a cada chico en todo lo que necesita; empatía por los emprendedores que se sumaron en la cuarentena para poder tener otro ingreso o tener aunque sea un ingreso económico; empatía por los adultos mayores que no ven a sus hijos o nietos hace meses por culpa de la pandemia. Esto es todo lo que me queda de este año. 
(*) Alumna del Colegio Nuestra Señora de Lujan 
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Momentos 
Por Gaspar Suárez (*) 
Ahora estando encerrado, estando solo, con tiempo para dejar fluir pensamientos me pongo a pensar en lo vacía que es nuestra vida, lo poco que disfrutamos haciendo supuestamente lo que nos gusta y lo que queremos hacer… Pero no somos felices, es más, somos una sociedad cada vez más triste, más depresiva y llena de tonos grises. 
Y me puse a pensar lo que me hace feliz, llegué a la conclusión de que lo que nos hace felices son los momentos, ni una persona, ni una cosa, ni un lugar en específico, siempre somos felices por un breve tiempo y después volvemos al equilibrio, pero siempre recordamos lo malo sobre lo bueno, siempre recordamos cuando nos ahogamos pero no cuando nos salvamos, cuando somos felices nos hacemos los boludos y miramos a un costado pero después lloramos recordando esos momentos en vez de vivirlos. ¿Cuándo es el tiempo si no es ahora de jugártela por alguien? ¿Cuándo va a ser si no es ahora de superar el pasado y progresar? ¿Cuándo es si no es ahora para dejar de llorar y esforzarte por ser feliz? Pero nunca lo vamos a entender, siempre vamos a preferir sufrir aunque digamos que queremos ser felices, siempre pensamos lo malo que puede pasar y no en lo bueno. 
Y me puse a pensar y estoy ahogado, estoy hundido, estoy en el fondo. Pero aun así, sigo luchando y mirando para delante por… Un simple momento, por una salida con los pibes, por un asado con mi abuelo, por jugar a la play con mi viejo y enojarme porque el 9 no patea al arco o por volver a sentir el amor. Es curioso pensar que lo que nos hace feliz es eso y no conseguir la casa de tus sueños, comprarte un auto, tener el último modelo de Apple o comprarte el buzo que te gusta. 
Y… Estamos tan cegados que no vemos lo lindo que nos pasa y ahora todo el día atrás de una pantalla sin poder ver un atardecer, sin poder tomar unos mates o sin poder cagarme de risa con amigos es cuando me doy cuenta de lo poco que valoramos los momentos.
(*) Alumno del Colegio Holandés 

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La rutina 
Por Morena Kisbye (*) 
Sin dormir o durmiendo a destiempo. Intentando seguir una rutina. Igual la inercia siempre fue lo mío. 
Lapicera, lápices, carpeta, computadora. Instagram, Twitter, Snapchat, Netflix. 
De vez en cuando video llamadas. Fotos para recordar, para felicitar o para no extrañar. 
Contemplo a través de mi ventana. Sujetos. Vecinos, los de enfrente, mi derecha y mi izquierda. Solo los veo pasar con bolsas que sostienen sus manos. Compras. 
Y al despertar, esto vuelve a comenzar. 
(*) Alumna del Colegio Holandés 
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