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Cocinan y ayudan para ayudar

Por Valentina Pereyra

“Siempre nos gustó cocinar, cuando éramos chicos girábamos alrededor de nuestra madre mientras ella hacía su pizza o flan casero especial”. 

Valentina y Samanta son amigas desde hace muchos años. Cuando se inició la cuarentena Samanta estaba embarazada, razón por la que no continuó con los controles prenatales, hasta que hace un mes fue al Hospital para que la revisaran. 
Luego de una evaluación los profesionales médicos la derivaron al Hospital Penna, en Bahía Blanca, para recibir atención especializada ante la sospecha de que tanto ella como su bebé -de seis meses de gestación- corrían peligro.
Samanta y Valentina habían quedado en hacer una videollamada para charlar virtualmente de las novedades del embarazo. Pero pasaron las horas y Samanta no se conectaba, así que su amiga comenzó a preocuparse y a averiguar sobre su salud. 
El 17 de mayo nació Blas, que pesó un poco más de un kilo y los diferentes partes médicos informaron que el recién nacido tenía un crecimiento de un bebé de cinco meses de gestación, por lo que inmediatamente fue conectado a un respirador. 
Horas más tarde Valentina supo que Blas se había desestabilizado y que los médicos lograron mejorar su estado. Samanta enviaba mensajes en los momentos que podía. “Hay que esperar el minuto a minuto, ver cómo evoluciona”. 
Días después el pequeño mejoró y le sacaron el respirador, pero hubo que conectarlo nuevamente.
Samanta trabajaba en la terminal, que dejó de tener servicios ni bien comenzó la cuarentena, por lo cual no cuenta con un salario para los gastos diarios de alquiler, comida, transporte que junto a su esposo afrontan mientras cuidan a Blas en otra ciudad. 
“Lo único que sé hacer es cocinar”, pensó Valentina después de preguntarle a su amiga cómo la podía ayudar. Entonces toda la familia de Matías y Valentina organizó una “vaquita” y cada uno puso algo de dinero en un sobre para enviarle a su amiga. 

“Me encanta cocinar y tengo un blog de cocina, así que le propuse que hagamos algo juntos y así ayudar y contar con más gente para llegar a más personas y juntar más ayuda”, dice el autor del Instagram @mati_ cocina

Pero enseguida entendieron que no iba a ser suficiente y que tampoco podrían pedir plata a cada rato.
Los conocimientos informáticos de Matías colaboraron para diseñar un flyer con el slogan: “Ayudame a ayudar”, una propuesta de venta de guiso de lentejas que la joven cocinera publicó en su muro de Facebook “Pía Valentina”. 
“Ella me lo pidió y lo hice”, cuenta Matías, que trabaja desde los 20 años en una empresa de software y tiene un Instagram dedicado a la cocina.

La ayuda 
Valentina no dudó en golpear puertas para conseguir la materia prima para la elaboración del guiso de lentejas y así recibió el aporte de “Supercarne”, “Sigue la vaca”, “La Gran Manzana” y panadería “Avenida”.
“Fui a pedir y me dieron. Todo con nuestra cara, rostro, rostro…”, describe Valentina, cómplice de su hermano en esta quimera. 
Matías no pudo colaborar demasiado en ese primer proyecto; entonces comenzó a diagramar otra idea.
“Me encanta cocinar y tengo un blog de cocina, así que le propuse que hagamos algo juntos y así ayudar y contar con más gente para llegar a más personas y juntar más ayuda”, dice el autor del Instagram @mati_ cocina 
Los hermanos decidieron publicitar la venta de sándwiches de bondiola de cerdo -para lo que colaboró Capriata- y de pollo -de Don Pollo- con lechuga, tomate, jamón, queso y huevo, toda materia prima ciento por ciento donada.
Matías llevó la idea al Club Argentino Junior, que se sumó a la propuesta y en dos días vendieron 280 sandwiches. 

El básquet del Club Atlético Argentino Junior se sumó a la idea de Matías y Valentina

El viernes a la tarde el equipo se reunió y la entrega de las viandas fue un éxito. No faltó la ayuda de Sonia -mamá de Valentina y Matías-, quien fiel a su estilo cocinó para los cocineros. 
Todo lo que recaudaron se destinará para ayudar a Blas y a sus papis para que solventen los gastos que tienen lejos de su hogar. 
Valentina es la mamá de Ulises de dos años, y Matías de Baltasar, de cuatro. Ambos aprendices de cocina, tanto que entre sus juegos preferidos está la cocina, el microondas de juguete, las comiditas y los delantales. 
Son padres, se ponen en el lugar de su amiga y la abrazan con sus manos solidarias.
Matías no duda en ofrecer su espacio de @mati_cocina para todo aquel que necesite ayuda “cuente con este lugar que está a disposición para hacer una movida solidaria”. 
También reciben donaciones de alimentos no perecederos para despachar una encomienda además del dinero recaudado con la venta de los sandwiches. 
Las buenas noticias llegan a través de los mensajes que Samanta le manda a Valentina. El pequeño Blas aumentó su peso y está listo para dejar la terapia. 
Solo hay que esperar y confiar.
Los hermanos saben cocinar, pero más saben de amor y de dar.
 
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@mati_cocina y
@pía Valentina 
Matías Garate creó durante la cuarentena un Instagram, Facebook y página web en la que sube las recetas que elabora en su casa.
“Nosotros abrimos la heladera, miramos la alacena y con lo que tenemos cocinamos”, confiesa Matías, quien asegura que empezó con el proyecto porque le gusta cocinar, porque le gusta comer. 
“La gente se prendió con la idea y empezó a buscar en Instagram las recetas y las fotos de los platos elaborados. Me gusta y me divierte usar todo lo que encuentro en casa para cocinar”. 
Después del trabajo, y en medio de la cuarentena, a Matías le sobraba el tiempo; así es que empezó a cocinar y a subir a las redes sus platos. Los amigos y la familia cliqueaban con corazones de “Me Gusta” cada propuesta. En dos meses tuvo 1700 seguidores. 
El entusiasmo ganó el blog y las comidas internacionales, nacionales y saludables le dieron personalidad. “Me ayuda para los menús sanos la nutricionista Florencia Bianchettin, que escribe lo que aporta cada ingrediente”. 
“Miro muchos programas de cocina y se me graban las recetas, aunque me meto y hago, investigo, pruebo cosas nuevas. También sigo a los que saben, hago vivos, como cuando cociné locro”. 
Ese día un seguidor le preguntó si vendía las porciones, pero Matías le explicó que sólo cocinaba para su familia, pero le ofreció una porción que el fan fue a buscar enseguida. “La idea surgió para ayudar a la gente en su casa, no es venta, sino invertir mi tiempo en divertirme”. 
Los hermanos Garate pasaban mucho tiempo en la cocina mirando lo que hacía su mamá. “Nunca hice un curso, solo hago salado. No me gusta lo dulce y no me sale”, afirma. 
Valentina cocina viandas, prepara unas picadas formidables para el Día del Padre y al igual que su hermano, inventa un plato con lo que encuentra. “Estaba embarazada y dormía mucho, un día me desperté cerca del mediodía y en el apuro me salió una tarta de acelga a la que le puse mi sello”, revela la joven.
“Hacemos la misma receta de pizza -distinta a la de mi mamá- que nos sale riquísima, aunque no podemos imitar el flan casero de ella que es el mejor de todos”. 
Para Matías cocinar profesionalmente no es una opción. Es una pasión que seguirá desarrollando para divertirse y también para ayudar. Valentina cocina para trabajar. Sueña con su emprendimiento personal y le da una mano a todo el que la requiera. 
Instagram y Facebook conectan a los hermanos con gente que no ven hace tiempo y con todos los que quieran colaborar con aquellos que pasan dificultades, como Samanta y su hijito Blas. 
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