Matías “Ruso” Ouwerkerk y Jose “Pana” Gutiérrez son profesores de surf acreditados y el amor por el mar en ambos nació desde pequeños. Matías, oriundo de Tres Arroyos y con un lazo constante con Claromecó, asegura que aprendió de grande y hoy es su pasión.
José llego a Tres Arroyos hace 10 años, conoció a su entonces vecino y comenzaron juntos a entrar al mar. Matías asegura que la primera vez que llegaron juntos a la playa “me agarró de los pelos y me dijo vamos a meternos”.
Fotos: Carolina Mulder
En Claromecó siempre hubo pioneros de este -ahora deporte olímpico- y se practica desde hace muchos años; pero es real que en el último tiempo, aproximadamente desde el 2013, un auge de la disciplina impulsó por diferentes motivos a la creación de escuelas que ayudan a quien desea incorporarse y perfeccionarse en este mundo de agua, fuerza y diversión.
A partir de la amistad creada entre los dos, se asociaron para brindarle a la villa y también a la zona, un servicio con un objetivo en particular que “no es más que motivar el deporte y a la gente a que deje de darle la espalda al mar y que se anime”. Si bien algunos podrían decir que nuestras olas no son las ideales, ellos aseguran que “son hermosas” tanto en verano como en invierno y rompen en toda su extensión.
Consultados más en profundidad, aseguran que por ejemplo en Buenos Aires se practica la técnica en piletas, y eso es lo que buscan que se promocione acá. “A eso nos referimos cuando decidimos empezar a hacer un trabajo más grande, que involucre más. A raíz de estas prácticas cuando llegan al agua tienen una tranquilidad, un manejo, conocen su cuerpo en el agua”.
Con esta misma perspectiva de ofrecer el surf en toda su dimensión, quienes deseen pueden realizar algunas de las variantes como lo son el bodyboard, donde se trabaja con una tabla más pequeña; el bodysurfing que tiene como objetivo conseguir velocidad pero sin ningún implemento o las “barrenadoras” que, según el Pana, son las que se están imponiendo en Argentina. Esto, complementado con el respeto, la conservación del medio, la amistad y la tolerancia.
Fotos: Carolina Mulder
La pasión por el surf continua ganando adeptos y si bien muchos son los temerosos algunas veces por la edad o estado físico, desde la escuela aseguran que dependiendo el grupo es la exigencia y que todos pueden practicarlo; con clases que generalmente son grupales, están atentos para brindarle a cada alumno lo que necesite. Si bien las mismas cuentan con una estructura, Matías asegura que depende del grupo; “muchas veces hay algunos con mucha energía y aguante o que ya vienen entrando; otros que no tanto por lo que salimos y volvemos a entrar”. Consultados sobre la cantidad de alumnos, cuentan que reciben muchos y que se da parejo entre los lugareños y los turistas, asegurando que en determinadas ocasiones algunos eligen mirar alguna clase primero, visualizar cómo se desarrolla cada una para luego sí tomar la iniciativa de probarlas. Las olas de Claromecó invitan a disfrutarse; solo queda, animarse.