Scioli tendrá una tarea compleja como embajador en Brasil

Opinión

Escribe Roberto Barga

Gestos, apariencias, realidades

15|12|19 19:14 hs.

Por Roberto Barga

Se apaga una semana que tuvo en la asunción de Alberto Fernández, su momento más estelar. Hace rato que la política se ha convertido en espectáculo, pueden dar fe Cristina Fernández y Mauricio Macri, una convertida en la reencarnación del Conde de Montecristo, el otro comprobando en esa mano destemplada y sin mirar de la vicepresidenta, lo difícil que será estar a la intemperie. 

Atenderemos primero lo gestual, porque lo fáctico está en pañales. Todavía faltan las segundas y terceras líneas de los ministerios y el ministro de Economía, Martin Guzmán, en su reciente conferencia de prensa no presentó un programa completo, sólo expuso anuncios y definiciones de mediana intensidad. 

La puesta en escena del presidente el 10 de diciembre comenzó con una presentación en sociedad, que lo asocia a un hombre común. Como cualquier hijo de vecino, agarró las llaves de su coche, puso primera y conduciendo, fue a la ceremonia de juramento. La humildad no terminó allí. Como cualquier viandante que circula por la calle y ve a una persona con capacidades de movilidad reducida, tomó la silla de ruedas de la saliente vicepresidenta y la condujo al recinto de la Cámara de Diputados. Este cronista frotó sus gafas pensando que estaba viendo mal y confundiendo a Macri con Fernández, pero no. era Alberto. Hay que recordar que Mauricio dio sus primeras muestras de empatía llevando la silla de ruedas de Michetti por los canales de televisión. Las mise en scene no saben de ideologías. 

Pero también pasaron cosas, como diría Macri, para explicar y justificar su terrorífica política económica. Las cuestiones que pasaron en estos pocos días del nuevo mandato tuvieron que ver con las relaciones de Argentina y el mundo, especialmente con la superpotencia occidental, USA. 

Uno de los enviados de Trump, el cubano americano Mauricio Claver-Carone, decidió abandonar intempestivamente la Argentina y no asistir a la toma de juramento de nuestro mandatario. Antes concedió un reportaje al diario Clarín, donde manifestó sus disgustos con nombres y apellidos: Jorge Rodríguez, ministro de comunicación de Venezuela y estrecho colaborador de Maduro; Rafael Correa, ex presidente de Ecuador, y Evo Morales, como si tuviera información privilegiada de que un posible asilo podría molestar. Cuestión que aconteció menos de 48 horas después. Sostuvo textual “que el Presidente Fernández está mal asesorado”. 

La administración Fernández no tiene otro camino que fumarse este desplante insolente. Pero qué duda cabe, fue un marcaje de cancha en toda regla, más allá de que EE.UU. dejó en el país a Machael Kozak, secretario en funciones del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, como denomina USA, a esta parte del mundo. Kozak, almorzó con Alberto el miércoles y cómo no, se habló de petróleo. La Argentina fue invitada a unas jornadas que se realizarán en Washington el próximo martes 17. No sólo hubo interés por Vaca Muerta, también se posó la mirada en el oro negro que hay en la región más austral de la Argentina. 

Hubo más de la agenda internacional que pone a prueba la muñeca del nuevo Gobierno. El desopilante presidente brasileño Jair Bolsonaro, arrancó la semana avisando que no mandaría a nadie a la asunción de Fernández, luego cambió de idea y envió a su vicepresidente y la cerró invitando a Alberto Fernández a Brasilia. Será “una satisfacción si quiere visitarnos”, cerró el hombre que hace de su furia twittera, toda una forma de gobernar. Frente a semejante personaje, la decisión de nombrar a Daniel Scioli embajador en Brasil, es de lo más acertado de Alberto Fernández en materia de nombramientos. Sólo una personalidad probadamente zen como la del ex gobernador bonaerense, podrá sobrellevar con chances de éxitos, el estrés al que será sometida permanentemente la relación bilateral. 

Por último, este boletín internacional nos entregó otra novedad de calado. Evo Morales Ayma, llegó a la Argentina este jueves y recibió del Gobierno la condición de asilado a cambio de no realizar declaraciones políticas, punto este, de difícil cumplimiento. Evo Morales vino claramente a conducir desde un punto de proximidad geográfica lo que será la campaña de su partido MAS, para las elecciones que aún no tienen fecha. Sin dudas le agregará tensión a una región que ya está sobrecargada. 

Por tanto, tenemos tres episodios que tocan directamente a la administración Fernández. La primera es cómo encarar la relación con la todavía primera potencia de la tierra, hoy en clara disputa con China. Y es por eso que EE.UU., no quiere resignar más terreno en Latinoamérica. 

El otro eje central es Brasil. Cómo convivir con nuestro principal socio comercial sin ser devorados por un intercambio, que, con el gobierno de Macri se reprimarizó, es decir vendemos materias primas e importamos trabajo. 

Y por último, cómo encauzar la relación con un país vecino que no tiene un volumen comercial determinante, pero que fue atrapado por incidentes de una proto guerra civil. La región está caliente y lo peor sería que el escenario se extienda. Es imprescindible ayudar a apagar el fuego. 

La clave de bóveda de este rompecabezas estará en tener una sintonía fina de nuestra correlación de fuerzas frente a cada hecho. Se está conformando una nueva guerra fría, mucho más compleja de la que existió hasta la caída del muro, porque esta nueva guerra convive con la globalización. De la ubicación más acertada frente a estos desafíos, dependerá buena parte del éxito del nuevo Gobierno.    


Roberto Barga