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La merienda y la tarea se hacen en el Barrio

Por Marina S. Andreasen


Desde principios del año pasado viene llevándose a cabo, en la sede de la Asociación Barrial Torre Tanque de Claromecó, la construcción de una biblioteca popular en la que se da merienda y apoyo escolar a entre 10 y 15 niños, niñas y jóvenes. 
La actividad fue impulsada por Florencia Estebanez, trabajadora social del Instituto Secundario Claromecó, quien lleva adelante este proyecto en conjunto con Ayelén Erreguerena, presidenta de la Asociación, y las estudiantes Wayra Pirone y Alma Daniele. 

Fotos Carolina Mulder

Los lunes y miércoles de 17 a 19hs, y los viernes de 15 a 17hs, se habilita el espacio para compartir una merienda y realizar las tareas de la escuela. La idea es que no sólo las referentes del lugar realicen apoyo escolar, sino que los más grandes puedan ayudar a los más chicos, de manera que se produzca un proceso de enseñanza y aprendizaje constante, basado en la ayuda mutua. 
A su vez, en la Sede funciona un roperito, donde se reciben donaciones de ropa que está disponible para quien la necesite, y un sector con juguetes, juegos de mesa y literatura infantil, donde pueden pasar la tarde los más pequeños. 

Los comienzos 
Cuenta Florencia que comenzó a trabajar en la Asociación Barrial en el año 2015, con un Taller de alfabetización, que por aquel entonces se daba en el salón de Luz y Fuerza. A principios del año pasado, cuando se define una sede para la Asociación – actualmente ubicada en la calle 28bis entre 35 y 37 – se encontró con que había una gran cantidad de libros y ropa donada, que era necesario organizar. 
“Entonces me puse a ordenar los libros”, cuenta. “Mientras pensaba qué más podíamos hacer, iba dos o tres veces por semana sólo a ordenar. También convoqué a distintos estudiantes del Instituto Secundario, que veía que les faltaba hacer algo a la tarde, que no encontraban un lugar en el que estar acompañados, y ellos me ayudaban”. 

Cuando comenzaron a acercarse más personas, se definió empezar a dar una merienda, que se evidenciaba como necesaria, y a su vez, enmarcar esa merienda en alguna propuesta que pudiera contener a esos niños y niñas con alguna actividad. Así surgió la idea del Apoyo escolar, que permite que algunos realicen las tareas de la escuela, y otros colaboren de distintas maneras: sea ayudando a los más pequeños, ordenando libros, o sirviendo la merienda. 
Entre libros 
La construcción de una biblioteca popular es, de por sí, un gran desafío. Aún más si la pensamos en un contexto de creciente digitalización de la información, donde es cada vez más frecuente consultar fuentes digitales, sea a través de las computadoras o de los celulares. 
Sin embargo, cuenta Florencia que, aunque al principio consideraron la posibilidad de hacer una base de datos virtual, el espacio de reunión que implica una biblioteca y el acceso a libros impresos, es otro. 

En ese sentido, ella recuerda la gran influencia de las bibliotecas en su trayectoria personal: “En algún momento de mi historia de vida sentí la biblioteca como un refugio, como un lugar de contención en el que podía ir a pasar un rato agradable entre los libros, y por un lado sentirme acompañada por mis pares o personas adultas, y por otro lado tener un espacio de estudio”. Es por eso que considera que, en un lugar rodeado de libros, aunque se estén realizando otras tareas, se está promocionando el estudio, además de la idea de que se puede estudiar, ayudar, compartir y disfrutar juntos en un mismo espacio. 
Primero la panza llena 
“A mí me parece que siempre uno tienen tranquilidad cuando tiene la panza llena. Entonces yo lo primero que hago cuando vienen los chicos es darles de merendar, y después les pregunto qué quieren hacer, si la tarea, o ayudar”, expresa Florencia. 
Y continúa: “La merienda es una necesidad, pero también es una excusa. Muchos se acercan para merendar, porque los libros no es algo que vean en la casa y por eso no les llaman la atención. Pero después de merendar se van amigando con el lugar, ven que se puede jugar y se puede leer, que estamos ordenando libros y que ellos también lo pueden hacer, y se van haciendo también protagonistas de esta historia”. 

Un segundo hogar
“Lo característico del lugar, de la gente que transitamos por ahí, es la identidad con Claromecó, y específicamente con el barrio en donde está ubicada la Asociación” explica Florencia. En este sentido, casi todas las personas que se acercan son vecinos y vecinas del barrio, aunque también muchos estudiantes vienen convocados desde el Instituto Secundario, sea porque necesitan apoyo y contención, o porque les gusta colaborar en este proyecto.
“Para mí, y para los que estamos comprometidos con el espacio, la sede es nuestro segundo hogar. Tenemos mucha confianza entre nosotros y nos sostenemos mutuamente” concluyó Florencia. 
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