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El macrismo combate al kirchnerismo siendo el peronismo quien lo aventaja

Por Esteban Ernesto Marranghello


Lo más difícil de producir en política es pretender imponer una situación que la propia realidad desmiente.
Esto pareciera ser la estrategia del oficialismo, desorientado políticamente con referencia al potencial desenvolvimiento estratégico de la oposición. 
Incomprensible la furia del jefe de campaña oficial, titular de la conducción del Gabinete de Macri, porque Cristina no actúa como él y Duran Barba suponían.
Las acusaciones de no aparecer para enfrentar al Gobierno y de manejar “desde las sombras”, parecen políticamente débiles. 
Primero: “apareció” como candidata a vicepresidenta. 
Segundo: que ha emitido opiniones diversas sobre el Gobierno, no precisamente elogiosas, como era de suponer. 
Tercero: se defiende, hábilmente, de la gestión de su gobierno, sin entrar en “detalles” que podrían no convenirle, expresados con ironía y contundencia en una reflexión tipo reto: “sólo comparen cómo estaba el pueblo conmigo y cómo está ahora con Macri”. 
Cristina no necesita ni le conviene discutir, como actúan todos los políticos cuando tiene un capital de adhesión para incidir electoralmente de un 35 a un 38% de intención de voto. 
Cuando en un proceso político alguien tiene esas chances, habrá que ver después si la realidad en las urnas lo confirma, sólo decide sin necesidad de discutir.
Lo mismo que hizo Macri y los suyos, cuando impusieron la reelección, sin aceptar contrincantes. 
Las decisiones políticas de Cristina, no son al “voleo”, tienen la consistencia que le quedó después del “baño” de realidad que recibió como un “cachetazo” preciso a su soberbia, demostrándole que “sola no le alcanzaba. Tuvo que “acudir”, como generalmente ocurre, no ya de palabra sino con hechos, a sus “humildes” orígenes peronistas.
Y esto cambió para el bien de la oposición. 
“Todos unidos triunfaremos” debió aceptar la dama y con ella una nueva realidad política.
En qué consiste esta nueva disyuntiva de “acción”: el peronismo sin Cristina no podía ganar y simultáneamente la señora sin el peronismo, tampoco.
Cristina “accedió” a compartir el poder, algo necesario en el presente y en el futuro.
El peronismo le respetó su sitial de “líder”. 
Allí se plasmó una “nueva estrategia” política, que comenzó a dar sus frutos.
Cada cual respeta sus límites, lo que no impide que quien tenga aspiraciones y demuestre con qué cuenta políticamente para sustentarlas, discuta y defienda lo suyo. 
Pero respetando una regla impuesta por “el inexorable nadie saca los pies del plato”: al peronismo no le gustan los Pichettos.
Realizado el acuerdo se comenzó la acción en “bloque”, ahora acompañando la historia. El peronismo actuando en conjunto.
Los resultados no tardaron en aparecer con importantes éxitos electorales en la geografía nacional.
Comenzó la campaña electoral.
Habrá que ver de qué manera influye, si es que influye, en la decisión de la ciudadanía.
Hasta ahora Cristina viaja con su “libro”, opina sobre la actualidad, no mucho ya que considera nefasta la gestión macrista. 
No se la ve alterada, actúa con serenidad, sin mencionar mucho a sus adversarios, sabe que esto exaspera al jefe de Gabinete y a los macristas mediocres como Amadeo e Iglesias y esto no le desagrada. Se la ve conforme con la cantidad de gente que acompaña su gira literaria – política. 
Los gobernadores peronistas no concurren a sus actos, solamente saludo protocolar. Tampoco ella concurre a “despachos” oficiales.
Hay quienes ingenuamente, o no, quieren ver o descubrir “antagonismo” de algunos gobernadores hacia la ex mandataria.
Nada de esto. Está pactado, cada gobernador hace el juego que políticamente le conviene a su provincia. 
Hay algo fundamental, “todos los gobernadores peronistas han adherido a la fórmula Fernández – Fernández, salvo Schiaretti.
En diferentes oportunidades lo hemos señalado, la única explicación: son peronistas, no tienen normas convencionales, juegan, como sea en la política, a lo que más les gusta, ganar.
Todos aquellos, hasta la actualidad, que apostaron a su ingenuidad o su falta de actualización militante, tuvieron el riesgo de suicidio político. 
En la provincia de Buenos Aires, sede de la gran batalla electoral, el peronismo se afirma. Kicillof no se inmuta ante las críticas a su gestión económica por parte de un “estancado” Pichetto, que lo acusa de comunista, mientras no consigue los peronistas esperados por Macri, apoyando a Bolsonaro, Trump y la mano dura. 
Posiciones más acordes a los gobiernos militares que a cualquier organización democrática.
Kicillof nunca fue de La Cámpora, es La Cámpora la que en su orfandad política se sumó en apoyo a su figura. 
El ex ministro de Economía sostiene con argumentos académicos sus posiciones económicas y las discute como corresponde con el propio candidato presidencial.
Si gana, el próximo ministro de Economía lo elegirá Alberto Fernández, Argentina es un país presidencialista y esto no va a cambiar. 
Por otra parte, si Kicillof también fuera electo, con lo que le tocará enfrentar, le sobra, lo que le dejen en la provincia de Buenos Aires.
En cuanto a esta provincia, Máximo Kirchner, que el oficialismo “demoniza”, no va a dirigir nada más que lo que le corresponde y aprobado por Verónica Magario y los intendentes del Conurbano. 
Un ejemplo: si La Cámpora fuera tan determinante, no estaría Máximo en el quinto lugar de la lista de diputados nacionales. Esto que expreso no es un “castigo” para Máximo, así se arregló y se cumple, no decae su impronta, se adecúa. 
En esta etapa, el ducho y viejo peronismo, licuó cualquier intento camporista, si lo hubiera, hasta ahora nada indica esto, con Sergio Massa, primero en la lista y de ganar, futuro presidente del cuerpo legislativo nacional.
A su vez, el senado provincial sería conducido por Verónica Magario en consulta con los intendentes.
Esto no significa que La Cámpora renuncie a sus propuestas, a las que tiene legítimo derecho, pero “sin sacar los pies del plato”.
Saludos uno y dos.
Alberto, Cristina, Gioja, Magario, Massa, Máximo y gobernadores sin grieta interna expuesta, “los trapos sucios se lavan en casa”. 
Del lado del oficialismo, que no puede negar un creciente nerviosismo, con Vidal algo contradictoria en el inicio de la campaña con “pueril” argumento de que La Cámpora gobernará la provincia si ella pierde. Esto no lo creen ni los propios muchachos camporistas, que le agradecen a la gobernadora el “apoyo” a su auto estima. 
Por otra parte su “alter ego”, el señor presidente, para combatir la inflación recupera muchos planes del “comunista” Kicillof cuando era ministro de Cristina.
Su insistencia (no se sabe si personal o impuesta) apareciendo al lado de Macri en lugar de mostrar “ella” su gestión, para convencer al electorado, compromete su futuro político. 
Sus propios colaboradores produjeron un primer spot publicitario sin la imagen presidencial, parecen desconfiar de la estrategia de Peña, ídem el vice Salvador, raro esto con “lagunas en la cohesión” de una campaña electoral. 
También el “error” de la TV Pública de lanzar la publicidad de Vidal en tiempo no autorizado por la Ley Electoral. Esto tampoco ayuda a María Eugenia.
No creo que esto haya sido autorizado por ella, “convencer” a la oposición es otra cosa. 
La TV Pública, en sus espacios informativos cada vez se asemeja más al accionar de 678, que tanto criticaron de kirchnerista. Esto no es para “rasgarse las vestiduras”, pasa “siempre” con los oficialismos en todos los gobiernos, y en el actual, no hay excepción. 
A la TV Pública no le llegó el cambio prometido como a otros sectores de la sociedad.
Con respecto al acto electoral existen cuestionamientos al nuevo sistema electrónico de control. El diputado Alejandro “Topo” Rodríguez, de Consenso Federal, denunció que en el escrutinio provisorio se comprobaron deficiencias en la prueba de transmisión electrónica de telegramas electorales con resultados negativos. 
El Gobierno no pudo desmentirlo.
El oficialismo parece especular demasiado en alquimias electorales a su favor. De futuro, apostando a un ballotage, que se presenta difuso. Está más dispersa su tropa con innegable diáspora de opiniones y accionar y con carencia, por su torpe accionar, de políticos con verdadera experiencia exitosa como Monzó y Massot. 
Una actitud nerviosa y apresurada, impropia hasta ahora, de Rodríguez Larreta, imputándole a La Cámpora y al sindicalismo, actitudes de patotas en hechos de enfrentamientos grupales.
Cometió una “gafe” al culpar a La Cámpora de un enfrentamiento de obreros de un frigorífico a tiros con dos heridos. 
La investigación señaló que el secretario del gremio que atacó a los obreros del frigorífico había mantenido ocho entrevistas con el presidente Macri. Cuidado Rodríguez Larreta, en política la mala información suele fabricar “peces que por la boca mueren”. 
Va a resultar no fácil para el oficialismo convencer a la opinión pública de divisiones en la oposición. El episodio de una increíble grosería política, que promovió el señor presidente en Tucumán, con motivo de celebrar el aniversario de la independencia argentina, haciéndose acompañar por su compañero de fórmula electoral y pronunciando un discurso de campaña, no tiene ningún tipo de disculpa.
Qué habrá pensado Michetti de su “compañero” Macri. 
La sorpresa se notaba en el gobernador Manzur y los asistentes tucumanos al acto, con la presencia de Pichetto.
Y se demostró el desagrado en los tibios aplausos de despedida, que ni siquiera entibiaron las manos que lo ensayaron sólo por cortesía a la investidura del presidente, que tampoco quedó bien parada. 
Estos errores no favorecen la imagen oficial, no se puede hacer lo que se quiere en determinadas circunstancias oficiales, ha protocolos que respetar, donde es necesario hacer lo que se debe, no lo que se quiere.
Esto por supuesto no pasa inadvertido por la oposición, que deja el enojo para su contrincante, viejo zorro de la política, aprendió que ese estado de ánimo, debilita el buen razonamiento. 
El peronismo cerró su primer ciclo con el eslabón que le faltaba, la entrevista Fernández – Schiaretti, donde no presionó el candidato al gobernador, sólo recordó, con sutileza no exenta de intencionalidad, a la opinión pública cordobesa, que “el” militó con De La Sota. 
El peronismo tiene “el toallón” prácticamente desplegado y a punto de cerrarlo.
Peronistas tradicionales, kirchneristas de izquierda, de centro y simpatizantes de organizaciones sociales, compran los boletos para la “carrera de la política”, todo a ganador en la “primera”. 

Esteban Ernesto Marranghello

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