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Necesidades del ambiente costero

Por Fernando Catalano


No siempre están a la vista los inconvenientes con los que lidia el ambiente costero del distrito; y tampoco está a un nivel consciente de todos los que disfrutamos de la naturaleza el impacto que este espacio recibe del ser humano cuando antepone tradiciones y comodidad, a veces a un costo demasiado alto. 
En esta misma línea el biólogo marino Gabriel Francia desplegó un preciso análisis del estado de situación de las costas del distrito.
Una agenda ambiental desde el Estado y que la población en su conjunto haga una profunda toma de conciencia, resultan ser indispensables para generar acciones en favor del cuidado de un –todavía- riquísimo frente costero. 
Desde Costa Rica, país en donde trabaja como investigador en la conservación de tortugas marinas del Pacífico Norte desde comienzos de la década de 2000, planteó para LA VOZ DEL PUEBLO los inconvenientes con los cuales lidian nuestras playas, y que no siempre están a la vista. 

Gabriel Francia es licenciado en biología, con orientación marina. En Costa Rica recibió el título Master en Ciencias, especializado en Conservación de Vida Silvestre

“No se ven” 
“Es muy amplia la playa, va desde la parte sumergida hacia la medanosa. Es un ancho muy variable con muchos actores en cada lugar y con muchos problemas”, aclaró desde un comienzo. 
El investigador consideró que “en la parte sumergida hay un montón de problemas y amenazas, pero como no se ven la gente no suele prestarles importancia”.
Especialmente, Francia se refirió al “plomo que ha quedado acumulado durante décadas, son toneladas por kilómetros –y no es una exageración lo que digo, son miles de kilos los que hay- y sabiendo que es un metal pesado bastante dañino para el medio ambiente tiene que tener una serie de efectos sobre los organismos que pueblan la zona sumergida como almejas, crustáceos y cangrejos, que no está cuantificado”. 
En consecuencia consideró que es un aspecto a estudiar, particularmente para conocer cuál es su efecto. Y también observó el riesgo que el nylon de pesca genera potencialmente en algunas especies. 

En marzo de 2018, Francia guió a concejales de todos los bloques por un recorrido durante el cual explicó las implicancias de la erosión costera y demás temáticas ambientales

Plomadas de piedra 
Francia, que además es un pescador deportivo más de los miles de que pueblan las costas tresarroyenses, sugirió el uso de plomadas de roca, siempre y cuando se practique una pesca que requiera distancia. Igualmente reconoció que la actividad –por ejemplo en la zona de Claromecó- requiere de lanzamientos de mucha distancia porque los peces no se acercan a alimentarse, como en otras épocas, y hay que buscarlos cada vez más lejos. 
Contó Francia que tampoco se ve la suciedad que queda tapada por la arena en la parte “intermareal” de la playa. “Es la zona cubierta por mareas por donde se produce como un lavado o un barrido diario por el efecto mismo del oleaje. Finalizada la temporada se ve limpia pero hay suciedad que “queda enterrada, o se la lleva a la zona sumergida o bien acumulada en la zona de inicio de médanos”, según explicó. 
Tránsito pesado 
En cuanto a los inconvenientes que se presentan a la vista de cualquier turista o poblador, y que está al alcance de su comprensión, señaló el caso de “la alta densidad de vehículos pesados en el área cubierta por marea, básicamente por playa húmeda e inicio de playa seca”. 
Si bien resaltó que no ocurre sólo en Claromecó, Reta y Orense sino que también en balnearios aledaños, no dejó pasar por alto como dato saliente que “la gente que puede acceder con vehículos 4 por 4 es abundante”. 
Y afirmó que como consecuencia esto genera “un problema de compactación por el peso de los vehículos que llega a ser de hasta dos mil kilos, lo cual genera un impacto mayor al que existía antes cuando la gente bajaba con un caballo, un carro, un Ford T o un Ford A. No existía el impacto que existe hoy en día. Además ha aumentado la cantidad de gente que baja por toda la playa en este tipo de rodados”, sostuvo. 

Ahuyenta la fauna 
Un aspecto del cual el biólogo se encargó de hacer especial hincapié fue el ahuyentamiento de la fauna, a partir de la circulación de motos, cuatriciclos y otro tipo de rodados que andan por la zona medanosa. 
En este caso “el impacto sería a través de la erosión, el ruido en sí, todo eso hace que produzca un movimiento de arena donde no tienen que moverse porque está fija por la vegetación nativa especialmente, y los vehículos producen también el ahuyentamiento de la fauna que está alimentándose, haciendo parte de su ciclo vital como aves migratorias”. 
Puntualizó que “hay muchas especies que utilizan la costa de los distritos como el de Tres Arroyos donde hay muchísimas aves migratorias y donde es fundamental la parada en ciertos lugares para alimentarse y descansar”. 
Aseguró que esto genera que por el paso de este tipo de rodados hay especies que –al menos en ese tiempo- no va a poder cumplir con su ciclo vital. 
“Entre todos”
Convencido de que a la solución se la encuentra con la participación de “todos”, Francia consideró que a nivel legislativo aún se está por debajo de lo necesario, y afirma que también se necesitan decisiones políticas. 
 “Tal vez hagan falta medidas de fondo que tienen que ver con la conciencia de la gente. Más allá de una prohibición, lo que la gente debe hacer -cuando se considera que tiene conciencia- es un pequeño sacrificio. Y ese gesto es lo que haría una persona en cualquier parte del planeta, excepto en algunos lugares, que es cargar con todas sus cosas como los elementos de playa, la distancia que separa su vehículo, su hotel, o lo que fuera, hasta la playa”, sentenció.
Y agregó que “hoy por hoy la comodidad supera a la conciencia, se lleva con un vehículo todos los elementos para caminar lo mínimo, mientras se le resta importancia al daño que estamos provocando con eso”. 

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Concientizar
Gabriel Francia consideró que se debe trabajar a nivel de toma de conciencia y de educación –con la gente- pero que además se debe legislar con los usuarios y los propietarios del frente costero “porque a lo mejor también están ocasionando daño y no siempre son conscientes que lo están haciendo”. 
Para dar un ejemplo de lo que ocurre cuando no se toman decisiones políticas, ni conciencia de los efectos nocivos para la conservación de las playas; Francia explicó que en materia de legislación “cuando se tocan intereses -por ejemplo con los 4 por 4 en determinados sectores, no se quiere avanzar porque saltan todos. En ese caso hay que tomar una decisión política, pero quién la toma”, se preguntó. 

En esta misma línea indicó que “está clarísimo que hay que regular la cantidad de vehículos y los lugares por donde transitan. Hoy en día transitan por todos lados porque no hay quién regule, y te puedo sacar una ordenanza pero no hay quien la lleve a la práctica porque tenés un área costera de 60 kilómetros para controlar”, sostuvo.
Por hacer 
Por delante, en tanto, para el investigador queda ver la posibilidad de extender la reserva natural de la Estación Forestal para la cual estaba previsto el armado de una comisión que administraría su cuidado y hasta el día de hoy no fue convocada su realización. 
También colocó en la lista de cosas por hacer a la limpieza de la playa, algo que asegura que puede hacerse fácilmente pero sobre lo cual no se toma una decisión. “No sólo del área urbana que es generadora de contaminantes, también estamos recibiendo elementos nocivos del océano mismo, de los distintos arroyos y ríos que llegan al mar”, dijo. 
Y manifestó al respecto que “es muy difícil sino hacés un mantenimiento constante, con personal para eso exclusivamente que también serviría de controladores. Lo hemos dicho muchas veces pero a la hora de la hora, no se toma ninguna decisión”, aseguró Francia que recordó haber planteado “treinta años atrás” las mismas preocupaciones sobre el frente costero junto a otro vecino tresarroyense de aquella época como Lito López Cabañas. 

Efluentes 
Acerca de los efluentes que alimentan a los arroyos Claromecó, Quequén y Cristiano Muerto, apuntó que arrastran “lavado de campos, agroquímicos, y desperdicios clandestinos de ciertas empresas”. Ante esta situación se preguntó si las autoridades ambientales del municipio “lo saben -no quieren hacer algo- o no lo pueden hacer”. 
En relación a esto último sostuvo que resulta “muy difícil decirle a la gente ‘no tires una colilla de cigarrillo’ si yo estoy tirando a lo mejor litros y litros de sangre al arroyo del Medio -o al Orellano- a través de una depuradora, que a veces es insuficiente. Quién controla que funcione las 24 horas”, planteó en tono de pregunta. 
Finalmente expresó que “si tenés una agenda ambiental, tenés un plan de trabajo con presupuesto y equipo de trabajo -si es que se toman las cosas con seriedad- sino es improvisación”. 
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