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La final arrancó para Quilmes

El sueño de Quilmes de ser campeón del fútbol local recobró impulso y reactivó su esperanza, al ganarle ayer a Independencia 2 a 1 la primera final de la temporada 2017. De esta manera, el Cervecero buscará el domingo venidero en Gonzales Chaves la consagración que se le viene negando desde hace 20 años; dos resultados, como lo son el triunfo y el empate, le jugarán a favor. De perder, sin importar la diferencia, habrá un tercer y definitorio juego.

Cada acto es una historia nueva que se escribe, pero ayer, en el Complejo, nadie podía olvidar lo sucedido una semana atrás, donde el Ventarrón se impuso 2-0 y tras adjudicarse los playoffs forzó esta finalísima cuando Quilmes ya parecía comenzar a celebrar la corona. 

Desde la formación de los planteles, la mano vino distinta. Ambos sufrieron bajas obligadas, pero la forma de plantear el match fue diferente. Ambos se mostraron más cautelosos; al punto que ninguno de los dos puso tres delanteros como había sido aquella vez, e Independencia salió con 4 defensores y no con 3. Pero el dinamismo y atracción del primer tiempo fue similar. 
El Rojinegro se plantó para desplegar un ataque vertical veloz, con Gijsberts y Duguine como dos «flechas»; del otro lado, el amanecer fue con el control del balón en un juego asociado, donde la triangulación entre Viera-Lustau-Di Croce explotaba las apariciones de Luis Aramendi, Knudsen, pero especialmente la de un siempre peligroso Prieto (aunque extrañó las subidas de Alfredo Aramendi). Y por esa vía llegó la primera acción de peligro, donde Irureta fue muy bien abajo para taparle sobre el palo izquierdo un remate a Viera. A los 15′ y tras un tiro libre, Jesús Espinal ganó en lo alto pero su cabezazo se fue por arriba.

Sorpresa y reacción 
Poco había concretado la visita en ataque, pero a los 17′ tras un córner de Quilmes, metió una fulminante contra por derecha con Acosta y Gijsberts, quien asistió a un Duguine que ingresaba solo por el medio (muchos pidieron posición adelantada); el delantero tuvo tiempo y espacio para definir con su habitual calidad. Y el 1-0 del Ventarrón cayó como algo que se desprendía del guión de la otra final… 

El Cervecero sintió el impacto, el nerviosismo empezó a «pedir permiso» en algunos jugadores pero tuvo la fortuna, por mérito propio, de llegar rápido a la igualdad. Sólo habían pasado 4′ cuando apurado por Prieto, Ridao despejó muy mal al centro de su propia área una pelota alta; Knudsen no pudo definir de primera y tras un rebote apareció solo Di Croce, quien superó sin problemas a un indefenso Irureta. 1 a 1 y volver a empezar; aunque en esa parte final mucho no hubo porque ambos recuperaron energía, abusaron del pelotazo y de las imprecisiones   
Otra historia 
Con el positivo ingreso de Zaragoza, el equipo de Espinal buscó ser más profundo y darle más volumen a su juego. Inmediatamente tuvo una seria insinuación por derecha y un par de centros, el segundo donde Irureta le sacó lustre a su chapa de buen arquero, y le tapó un cabezazo increíble a Di Croce. 
Prieto ganaba por su lateral y a los 19 metió una peligrosa diagonal que definió con un tiro elevado. El Ventarrón trató de quitarle ritmo al juego, se paró firme atrás y conjuró cada ataque centralizado de un Quilmes que no le encontraba la vuelta. 

A todo esto, el partido entró en la monotonía hasta los 30′ cuando Marín falló un cierre y Acosta quedó de cara al gol, pero su remate se perdió por poco. Con la responsabilidad del match, el local debía recuperar su juego de pases cortos y precisos. Y allí apareció Viera, una de sus figuras, quien a los 36′ se animó una vez más, tiro una pared con Di Croce y cuando fue a buscar la devolución fue derribado por Ridao dentro del área. 
La responsabilidad del penal quedó en los pies del capitán Aramendi, quien no falló y con un remate fuerte y bajo, a la derecha del «1», hizo explotar a la parcialidad local y le aseguró a Quilmes la merecida ventaja. En los minutos finales hubo un tiro libre muy elevado de la visita y un par de llegadas del anfitrión para ampliar la ventaja. 

Como también la expulsión de Crespo por agresión a Cristian Espinal según el asistente Bustos y la del ya reemplazado Acosta, por sugerencia del cuarto árbitro, Soriano. Después todo fue festejo y alegría en este Quilmes que volvió a quedar de cara al título 2017 y que el domingo venidero tratará de abrazarse a la gloria. 

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