27|08|23 09:42 hs.
Es contadora, disfruta de la lectura y nunca abandonó el sueño de escribir. Lo pudo cumplir con un libro que trata temas importantes y muchas veces cotidianos, sobre todo en la adolescencia. Se animó a publicar y surgieron sorpresas sumamente gratificantes
Lorena Hiriart es contadora pública y hace 19 años trabaja en el área administrativa de una empresa. Desde chica le gusta leer y en forma paralela, nació en la infancia su inquietud por escribir. Entre los libros que recuerda, se encuentra la colección de “Elige tu propia aventura”, con historias que le dan al lector opciones que definen su destino.
Argumenta que “ese tipo de libros desarrollan mucho la imaginación. Después te ayudan para redactar tus propias historias. Y me gusta mucho también la música, entonces he escrito canciones, poemas. Pero nunca se me había dado por escribir un libro”. Hasta que llegó el “Diario de Felicitas”, una experiencia muy especial.
Observa que eligió cursar la carrera de contadora pública en la Universidad Nacional del Sur “un poco con la cabeza, en vez de con el corazón. Cuando llega el momento de tomar la decisión, en el último año del secundario, a veces uno tiene que pensar un poquito más con la cabeza. En mi caso tenía la oportunidad gracias a Dios de irme a estudiar, pero era una oportunidad, no venía de una familia que me podía decir ‘andá y probá esto, y si te va mal probas otra carrera’. Soy de una familia humilde, de clase trabajadora”.
En este contexto, explica que “elegí lo que podía llegar a tener una mayor salida laboral, pero siempre en mi corazón estuvo el interés por escribir”.
No obstante, deja en claro que “no reniego de lo que soy. De hecho mi profesión me dio la posibilidad de escribir un libro, de imprimirlo, porque no es fácil tampoco”. Con gratitud, agrega que “me gusta, disfruto de mi profesión”.
El sueño de escribir un libro estuvo latente. “Nunca permití que muriera, nunca lo dejé arrumbado. Un día es como que te golpea la puerta y te dice ¿te acordás que me ibas a dar la oportunidad? El momento llegó y surgió el “Diario de Felicitas’”.
Con esperanza
Escribió el “Diario de Felicitas” en el año 2018, pero lo publicó en 2020, “en plena pandemia” a través de la editorial Cedro del Líbano, de La Plata. Como el título indica, tiene una estructura de diario, entonces se puede observar la fecha y lo que le fue pasando a Felicitas. “La primera que figura es 1º de marzo de 2018, día en que lo empecé a escribir. Y la última corresponde al mes de mayo de 2018, cuando finalicé”, puntualiza.
Felicitas es una adolescente de 13 años que “tiene una presencia muy fuerte en las redes sociales, demasiado fuerte. Cree que ella vale más o menos dependiendo de la cantidad de seguidores, percibe que la aceptan más o menos según la cantidad de me gusta que recibe en una publicación y su vida pasa por ahí”.

En la feria del libro “Erase una vez”
Un mensaje que busca compartir la autora es que “las redes sociales no son ni buenas ni malas, pero si el uso que nosotros les damos es abusivo se convierten en algo que no está bueno”.
La protagonista del libro “comete un error. De esas macanas propias de las redes, eso de mandarle un WhatsApp a alguien a quien no tendríamos que haberle enviado. Su metida de pata es más de adolescentes, de un chisme, y llega la tan temida cancelación. Pasa de ser muy popular, a desaparecer. Que nadie le ponga me gusta, nadie la invite, ahí se da cuenta que se queda vacía, que su mundo sin redes no existe”.
En su descripción, Lorena Hiriart sostiene que “un poco el libro habla de volver a nuestras bases, a que el mundo pasa por otro lado, a mirarnos un poquito a nosotros mismos”. Felicitas pasa de lamentarse y cuestionar actitudes de sus amigas, a darse cuenta que también en ciertas ocasiones “ella estuvo ausente o no le prestó la atención que el otro se merecía. Esto la impulsa a intentar enmendar errores”.
Otro punto central del libro consiste en “un problema que no es menor y que yo creo que hay que traerlo a la luz, los desórdenes de alimentación. Porque Felicitas a raíz de estas exigencias de la sociedad, de la búsqueda de la imagen perfecta que nos imponen las redes más que nada, padece este tipo de desorden. Leí mucho para tratar el tema con la mayor seriedad posible. Es importante hablarlo, que si a alguno de los chicos le sucede pueda decirlo”.
Al hacer referencia al concepto central de “Diario de Felicitas”, destaca que “más allá de temas difíciles que trata como el bullying, la cancelación, los desórdenes de alimentación, siempre tiene una mirada esperanzadora, de que se puede salir. Hay oportunidades para hacer las cosas mejor y volver a empezar”.
El autor intelectual
El libro tiene dos partes. En cada capítulo, Felicitas cuenta lo que le pasa y luego hay una reflexión de Lorena Hiriart sobre lo que la adolescente está viviendo. “En esa segunda parte aparece Dios todo el tiempo. Porque Dios está muy presente en mi vida. Soy cristiana, Dios es mi todo. Muchas veces la religión se toma como la política o el fútbol, en vez de unir divide, están los católicos, están los evangélicos, los testigos de Jehová. Es como que somos todos contra todos cuando en realidad yo creo que la religión tiene que ser algo que una, Dios es uno”, subraya.
En el texto habla de Dios “que está dispuesto a perdonarnos, a darnos nuevamente una hoja en blanco para que volvamos a empezar -reitera-. Sin reproches, sin cuentas pendientes. Es el Dios que intento mostrar, está ahí para extendernos la mano y levantarnos, para ayudarnos a salir adelante”.
Con convicción, observa que “creo en el poder del mensaje que tiene el libro, porque creo mucho en el autor intelectual. No tengo ninguna duda de que este libro nació en el corazón de Dios, yo simplemente fui un instrumento, me dejé usar. Más allá del don que Dios en algún momento me dio de escribir un libro, también hay que tener la disposición de decir ‘acá estoy, usame y yo escribo’”.
Caminos
En 2022 formó parte de la feria del libro de la Biblioteca Sarmiento y de “Erase una vez”, que organiza el Colegio Holandés. “En la biblioteca vendí dos libros, en la feria del Holandés cincuenta. Si me preguntaran como me fue en la Biblioteca Sarmiento, diría más o menos, pero uno de esos dos libros los compró una profesora de Literatura, Angelina Piloni. Y se transformó en cantidad de libros, me empezaron a llamar, ella lo incluyó como material obligatorio de la materia en cuarto año en el Colegio San José”, valoró.
Lo que produce “Diario de Felicitas” resulta gratificante. “Fue una experiencia hermosa. Angelina me contó las veces que han terminado las clases llorando. Considero que el libro es un buen disparador, tiene un lenguaje muy simple, son situaciones cotidianas que a lo mejor hacemos de cuenta que no pasan pero en realidad pasan. Cuando algo lo guardamos es como que hace ruidito, es preferible hablarlo”.
Ha recibido invitaciones de otras escuelas y además este año, tuvo un stand nuevamente en “Erase una vez”. En esta feria, con su hija Sofía y su amiga Florencia Bettomeo, armaron un panel con opiniones de los chicos que habían leído el libro. “Lo iniciamos con mensajes, tipo reseñas, de alumnos del Colegio San José. Es el mayor regalo que tengo, esos papelitos son como oro puro. En la feria se llenó, porque todos los nenes querían escribir. Leer ‘Felicitas me ayudó en algo que me estaba pasando’, ‘me dio paz’, ‘hizo que pueda ayudar a mi amiga”, es decir ya gané. Ya está. No necesito más nada”.

Durante una charla en el Colegio San José
Familia y amigos
El libro viene junto a una atractiva caja que “tiene caramelos, un señalador, lapiceras. Algunos lo habrán comprado porque es lindo o para un cumpleaños, no es tan caro y viene bien presentado. No me importa el motivo de la compra, sé que el día que abran el libro no van a poder salir ilesos de la historia de Felicitas, porque es poderosa”.
Agradece el apoyo y el acompañamiento de su familia y los amigos. “Con Florencia, que se da maña, diseñamos un packaging. No queríamos que el libro esté solito”, señala.
Desde 2018, “Diario de Felicitas” tiene su lugar en Facebook e Instagram. Además a fines de 2018 y de 2019, “hicimos una agenda, no para vender, se la regalaba a personas que me ayudan”.
En “Erase una vez” aparte de llevar el libro, “para tener algo más hicimos libretas tapa dura, anotadores, lapiceras del ‘Diario de Felicitas’, cintitas de brillos que las nenas usan para decorar. Llamó mucho la atención. La idea es acompañar el libro con alguna otra cosa. Todos nos involucramos con el mismo objetivo, que el mensaje llegue”, concluye.
El segundo
A comienzos del presente año, Lorena Hiriart empezó a escribir el segundo libro. Sin embargo, por ahora quedó en pausa porque recibió muchos mensajes “de gente que no conocía, pidiendo el ‘Diario de Felicitas’. Sentí que Dios me estaba diciendo que a Felicitas todavía le quedaba mucho tiempo, que le estaba cerrando la puerta cuando en realidad tenía aún muchas vidas por tocar y corazones a los que llegar. Puedo esperar un poco para seguir con un nuevo libro”.
Mapuches
Lorena Hiriart cuenta que “hubo libros que llegaron a una comunidad mapuche, a través de un conocido que el año pasado viajó para el Día del Niño. Le doné ejemplares y nos mandaron videos de los niños recibiéndolos. Son satisfacciones que no las podes medir de ninguna manera, regalos de Dios”.
Cintia Medina, ilustradora y
“artista con todas las letras”
El dibujo de tapa y todas las ilustraciones del libro fueron obra de Cintia Medina. “Son hermosas. Ella es prima mía, una ilustradora de Tres Arroyos, una artista con todas las letras. Le pone mucho amor a todo lo que hace”, expresa Lorena Hiriart.
También es autora de los dibujos “de todas las agendas que andan dando vueltas. Lo hizo generosamente, me dijo ‘sé lo importante que es para vos, te lo regalo’. Fue un trabajo en conjunto de toda la familia y amigos que le pusieron onda para que Felicitas pudiera salir”.